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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos José Lugo

Josh Donaldson debutó con los Indians el martes en Tampa Bay, bateando de 4-0. Eso no importó mucho, por supuesto, ya que la tribu navegaba sin problemas hacia un extraordinariamente fácil título divisional. Como hicimos notar en nuestro Análisis Transaccional del intercambio, estos no adquirieron a Donaldson con la esperanza de mejorar en el último mes de la temporada; lo hicieron con un ojo puesto en el impresionante desafío que serán los playoffs de la Liga Americana.

De acuerdo a un reporte de Ken Rosenthal de The Athletic, los otros tres gigantes de la Liga Americana no estuvieron muy complacidos con la forma en que se dio el intercambio por Donaldson. La liga tiene reglas específicas y, en cierta forma, estrictas, cuando se trata de colocar jugadores lesionados en el proceso de waivers, y los Indians y Blue Jays completaron un cambio que ensartó la aguja, pero esquivando suficientes reglas como para que Yankees y Red Sox, específicamente, sintieran que una o dos pudieron haber sido rotas.

Más que nada, la queja de Nueva York y Boston pudo haber sido motivada por la creencia de que Toronto estuvo más dispuesto a pasar por el embrollo necesario con Cleveland que con alguno de ellos dos, tanto por consideraciones de índole divisional y porque el presidente de los Blue Jays, Mark Shapiro, todavía conserva raíces profundas en su antigua organización.

Viéndolo desde el ángulo opuesto, sin embargo, el intercambio es más interesante. Los Indians estuvieron dispuestos a apostar por Donaldson – lo que implicó no solamente ceder un lanzador con un brazo poderoso en Julian Merryweather, sino además mover a José Ramírez a segunda base y desplazar a Jason Kipnis, lo cual conmocionó hasta cierto punto al clubhouse – por una razón: estos sienten una significativa presión de llegar lejos en octubre este año. Los fanáticos de los Indians todavía sienten el dolor de la amarga puñalada del campeonato de Serie Mundial del 2016 que se les escurrió de las manos, y (más fresco en la mente, quizás, porque las expectativas eran más altas para el club) el colapso del año pasado en la ALDS.

Esas dolorosas derrotas remueven los ecos de aquellas sufridas por el equipo en 1996 y 1997, si bien en el orden opuesto, y esas decepciones lejanas en el tiempo sirven como un duro recordatorio de que cada oportunidad perdida podría ser la última que tenga un equipo – aun incluso un gran equipo, como las antiguas y modernas iteraciones de la Tribu. La misma filosofía que llevó al cambio del gran prospecto de la receptoría Francisco Mejía por los relevistas Brad Hand y Adam Cimber a mediados de julio llevó de forma natural al equipo a la búsqueda de otro movimiento riesgoso, pero de posible alto retorno como el de Donaldson, un movimiento que podría ayudar a dar más profundidad a una alineación que por momentos no luce carecer de la misma.

Al mismo tiempo, esta temporada solo ha servido para cimentar el lugar de los Indians en la cima de la división central de la Liga Americana. Los Twins han retrocedido millas; ellos tienen un profundo sistema de fincas pero sus jugadores clave del equipo grande o están envejeciendo o se han atascado en su desarrollo. Los White Sox no vieron el progreso que esperaban de hombres como Yoán Moncada, Lucas Giolito o Carson Fulmer; observaron cómo José Abreu y Avisaíl García erosionaban su valor de intercambio; y ahora tendrán que esperar hasta el 2020 para ver a Michael Kopech de regreso en un montículo de grandes ligas. Los Royals han apestado aún más de lo que ellos mismos planeaban apestar, y los Tigers (aunque mayormente exitosos este año dentro del contexto de una reconstrucción) están al menos a dos años de hacer ruido real.

Mientras tanto, Francisco Lindor y Ramírez se han convertido en una pareja histórica. Ambos podrían finalizar entre los primeros cinco en la votación por el MVP de la Liga Americana. Corey Kluber se mantiene fuerte y valioso, pero la temporada de consagración de Trevor Bauer y el impresionante emerger de Mike Clevinger y Shane Bieber parecen realmente haber trillado un claro camino a un próspero futuro a mediano plazo para Cleveland. El equipo ha sido agresivo en asegurar contractualmente algunas de las piezas más importantes de su engranaje; eso les permitirá tener la flexibilidad que necesitan para hacer adiciones al núcleo en los próximos años.

Al momento en que hombres como Andrew Miller, Cody Allen y Michael Brantley se marchen, parece ser casi seguro que los Indians podrán utilizar el espacio creado en la nómina para mejorar cualquier necesidad que se presente en el roster. Aunque lo más importante es que esas necesidades no aparentan ser tan evidentes. Un equipo construido alrededor de un par de jugadores del medio del cuadro interior – verdaderas súper-estrellas – varios lanzadores abridores de alto calibre y un grupo de piezas secundarias con grandes habilidades secundarias solo tiene el equivalente en béisbol a los llamados problemas del primer-mundo.

Así, al tiempo que los Rays, Athletics y Yankees tratan de hacer alguna parte de la carrera por los playoffs en la Liga Americana entretenida, y los Cubs, Brewers, Cardinals, Rockies, Dodgers y Diamondbacks pasan tres semanas tratando de resolver el caos de la Liga Nacional, los Indians y sus fanáticos esperan en el limbo. No es un buen sentimiento, per se. La tensión es abundante, pero sin ningún mecanismo de escape para la misma. La emoción existe, pero la tensión la mitiga. Los Indians tienen que ser cautelosos de no invertir más de la cuenta en cualquier temporada, pero saben que no tendrán a un Kluber completamente saludable y en el pico de su carrera para siempre, y que la libre agencia de Lindor está más cerca de lo que aparenta.

En los próximos quince días, los Indians no van a ser una historia importante, pero una vez que inicien los playoffs, bien podrían ser el equipo más interesante del béisbol.

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