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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

J.D. Martínez probablemente no va a ganar la Triple Corona esta temporada. En este momento se encuentra en segundo lugar de la Liga Americana y el béisbol en porcentaje de bateo (.329, 11 puntos detrás de su coequipero Mookie Betts), segundo en cuadrangulares (41, cuatro detrás de Khris Davis), y primero en carreras impulsadas (124, cinco adelante de Davis nuevamente). Pero, a pesar de esta lucha cuesta-arriba, la posibilidad de obtener la Triple Corona en los días finales de la campaña es una rareza; Miguel Cabrera es el único poseedor de este cetro durante los últimos 50 años. La pelea ha inyectado al menos algo de drama al final de la temporada, especialmente en la Liga Americana, la cual ha carecido de cualquier emoción.

No sólo la carrera por la Triple Corona es en sí un espécimen en peligro de extinción, sino también la consecución de otras medidas por temporada han visto mejores días, como lo expone Joel Sherman en el New York Post. Hace tiempo que perdimos la inocencia de esos números redondos y brillantes de los récords de bateo—creo que Coors Field y la larga sombra de los efectos de los parques revolotearon en nuestra conciencia mucho tiempo antes de que Moneyball fuese publicado. Pero como Sherman apunta, la pérdida de la mítica temporada de .300 se siente más fuertemente ya que ninguna métrica avanzada ha tomado su lugar.

Bueno, una lo ha hecho, obviamente: WAR (triunfos sobre el reemplazo, por sus siglas en inglés), con sus muchas formas y preferencias. Existen muchos más aficionados quienes recuerdan al líder de WAR de la Liga Nacional este años que aquellos quienes recuerdan que Christian Yelich tiene .322 de porcentaje de bateo y lidera el Viejo Circuito. Pero el cálculo de WAR abandona intencionalmente algo en su meta que encapsula virtuosismo generalizado: la idea de que los líderes estadísticos de antes eran utilizados para describir a alguien que era el mejor en algo, en vez de sólo ser el mejor. Esto, más que simple anti-intelectualismo, es por qué la Triple Corona mantiene su control sobre la imaginación colectiva de los aficionados, incluso tras perder su control sobre los arquitectos del juego. Celebra al jugador único quien no es el mejor de todos, pero el mejor en muchas cosas al mismo tiempo.

Con esto en mente, hice una pregunta en mis redes sociales: ¿Cuales tres métricas, básicas o avanzadas, conformarían tu Triple Corona?

Obtuve…muchas respuestas, lo cual me agrada, ya que no hay una sola respuesta correcta para esta pregunta; la Triple Corona es más una declaración estética que una científica, algo que revela los valores de cada persona. Debo aclarar que esto es otra causa detrás de la hipótesis de Sherman: existe menor consenso sobre lo que debería ser celebrado. Esto no se debe a una división cultural entre lo nuevo y lo viejo, pero es por lo mismo que los ratings de televisión jamas regresarán a su cima: existen muchas más opciones ahora. Contamos con tantas maneras de evaluar a los peloteros, sus logros y sus habilidades. En vez de contar con una sola medida, hacemos una propia. Es una mejor forma de hacer las cosas.

Sin embargo, e incluso con tanta variedad, los resultados obtenidos encajaron ciertos patrones. Estos son algunos ejemplos:

1. AVG/HR/RBI

Instancias obtenidas: 17
Ejemplo más reciente: Miguel Cabrera, 2012

También conocido como el voto del “no te metas con lo conocido”, ya sea porque las nuevas medidas son malas o porque el balance ya era perfecto. Entiendo a esta facción, aunque no estoy de acuerdo con ellos: todos los cambios llegan con una pérdida, especialmente cuando comparamos épocas. Entiendo por qué Ford Frick quería ponerle un asterisco a los 61 cuadrangulares de Roger Maris, incluso si al final era inútil.

Pero, personalmente, no puedo apoyar las carreras impulsadas. Quizá porque de niño fui el primer bat, molesto que pretendiéramos que el bateador de limpieza tenía algún tipo de habilidad mística para impulsar al chico en segunda base. Quizá porque viví la época oscura de Rubén Sierra. Pero contar con las carreras impulsadas como una de las tres medidas vitales de desempeño ofensivo en 2018 es como si pusiéramos a Cristobal Colón como héroe latinoamericano; estoy seguro que algo bueno habrá hecho, pero es Cristobal Colón.

2. AVG/OBP/SLG

Instancias obtenidas: 67
Ejemplo más reciente: Miguel Cabrera, 2013

Esta es la progresión natural de los números estándares de arriba, esta tripleta de números conforman la “triple corona sabermétrica” desde hace algunos años. Y es que tiene sentido; estos datos son ampliamente superiores a otros, como las carreras impulsadas, al momento de destilar el talento de un pelotero, pero se pueden leer detrás de las tarjetas de béisbol de hace 20 años. El detalle es que la consecución es muy sencilla comparada con las demás, ya que el promedio de bateo está tan encurtido en los otros cálculos. Es una buena idea, pero si Rogers Hornsby lo puede conseguir seis veces consecutivas, es posible que debamos buscar más.

3. HR/SB/?

Instancias obtenidas: 1
Ejemplo más reciente: Ty Cobb, 1909

La tercera medida cambió mucho en cada votación, pero esto no importa. HR/SB es la auténtica Doble Corona, un despliegue no de grandeza pero si de portento atlético. Es una lástima que el intento de José Ramírez por obtener la distinción este año se quedará corto ya que, y para dar perspectiva: es por esto el que José Canseco todavía invade nuestra conciencia colectiva. Ni siquiera fue el mejor atleta de su época—aunque estoy seguro que se hubiera puesto el equipo de protección del fut americano si le hubieran pagado—pero su obtención del 40/40 en 1988 fue legendario. Eventualmente perderemos la base robada, pero por ahora, la Doble Corona es quizá el logro estadístico más seguro del béisbol, dos números que siempre importarán y que son sencillos de seguir para todos.

4. H/2B/HR

Instancias obtenidas: 6
Ejemplo más reciente: Joe Medwick, 1937

Este ejemplo es bastante ridículo, pero medio me gusta. Abandonando cualquier ilusión de grandeza, este triunvirato mide una escala distinta: poder ligero, poder mediano, y poder pesado. Y eso es todo, no hay más que decir.

5. OBP/HR/wRC+

Instancias obtenidas: 39
Ejemplo más reciente: Bryce Harper, 2015

Esta, o una variante, es donde se obtuvieron la mayoría de los votos, de manera temática. La lógica aparenta ser esta: cambia las tres mejores medidas viejas con las tres mejores medidas nuevas. Pero el proceso se cae cuando inevitablemente se traslapan: wRC+ se calcula usando tanto OBP como HR. WAR usa wRC+. OPS usa OBP. Es difícil encontrar tres buenas medidas que no se traslapen, ya que el punto de una buena medida es que se correlaciona perfectamente con su excelencia ofensiva, e inevitablemente se confundirán.

Este es otro recordatorio de la magia de la Triple Corona: sus tres medidas están perfectamente balanceadas. Si, un cuadrangular añade al promedio y a las carreras impulsadas, pero no mucho; es un buen Diagrama de Venn de lo que un bateador puede hacer.

6. RC+/BRR/FRAA (o tu medida defensiva preferida)

Instancias obtenidas: 0
(Willie Mays casi lo consigue en 1958, acabando primero en wRC+ y BRR, y sexto en FRAA)

¡Pequeña broma! Nadie votó así y nadie lo quiere, lo cual es muy triste porque esta es la Triple Corona de Mike Trout, al combinar los tres elementos más importantes de un jugador de campo, a pesar de que el mismo Trout nunca ha logrado la mejor marca en las tres instancias. Bateo, corrida de bases y defensa: es el balance perfecto que mencionamos en el inciso anterior. Resulta difícil imaginar un mundo donde los niños corran a la cocina para leer el periódico y encontrar si su jugador favorito incrementó su BRR u otra de las medidas de vanguardia la noche anterior. Pero más que nada, es triste que las medidas defensivas sigan siendo cómicas, quizá en mayor medida porque los equipos realizar ajustes a su posicionamiento con mayor precisión.

Aquellos quienes dicen que las medidas de la Triple Corona miden algo más que la grandeza pueden irse a los campos minados del 2012, cuando un jugador inferior fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana gracias a su actuación en métricas más concretas. En ese sentido, es una pena para los fanáticos de las sabermetricas que J.D. Martínez se quedará corto este año; en este momento se encuentra muy por detrás de Betts y Trout (y Ramírez y Matt Chapman) en la discusión por ese título, y es difícil ver cómo un par de cuadrangulares cambien la narrativa drásticamente. La Triple Corona como detonante para obtener el premio al JMV debe morir.

7. OBP/HR/WPA

Instancias obtenidas: 4 (desde que se creó WPA en 1974)
Ejemplo más reciente: Albert Pujols, 2009

Esta es mi (dubitativa) elección, con la salvedad de que probablemente preferiría ver una Doble Corona. Pero en términos de capturar el espíritu del premio original, estas tres lo hacen de la mejor manera: OBP es simplemente una versión superior del promedio de bateo, midiendo una habilidad más pura (alcanzar las bases en lugar de obtener hits) pero también cuenta con el factor del “cancherísmo”, tácticas más divertidas, como se golpeado por lanzamientos y tocar las mascotas de los receptores. Podría aceptar SLG en lugar de HR con fines estéticos, pero por los sencillos que se traslapan, existen demasiadas veces cuando los bateadores lideran su liga en ambas categorías (11 de los últimos 22, en la Liga Nacional, gracias a Barry Bonds).

Y finalmente, tenemos WPA, o probabilidad añadida de triunfo. Este es el mejor método que se me ocurre que se le acerca a lo que la gente adora sobre las carreras impulsadas: ese misticismo heroico e invisible de una carrera impulsada en un momento clave. (RE24 cuenta con el mismo espíritu, pero se traslapa demasiado con las otras dos categorías.) También pienso que es vital, como herramienta, separar a nuestra Triple Corona potencial de caer en la trampa de simplemente repetir lo que hace el WAR; WPA no debe ser utilizada como receta ni como proyección. Es una medida completamente descriptiva, suplementada por la habilidad de aprovechar las condiciones del juego; como las carreras impulsadas pero más dependiente del momento que de la posición en la alineación.

Y al tiempo de ser descriptivos nos permite, sin preocuparnos con la alquimia de destilar el talento auténtico detrás de la producción, lograr la meta final del logro estadístico: el celebrar. A mi no me importaría si hubiera más celebración en nuestro juego.

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