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Image credit: © Gary A. Vasquez-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Estaba baboseando con algunas cifras históricas y encontré algo que me dejó absolutamente asombrado. No había oído nada al respecto. Me sorprendió. Lo incluiré en mi informe anual “Cosas que (probablemente) no sabías”, pero quiero contarlo ahora antes de que alguien se me adelante. (Si alguien lo ha hecho, mis disculpas, no lo he encontrado).

Primero, un gráfico. Esto no te sorprenderá.

Los ponches han aumentado constantemente, aunque podríamos ver un descenso este año. (No prestes atención ahora al por qué empecé a graficar esto en 1949, lo explicaré. Además, aunque por lo general soy partidario de omitir el año 2020 en todos los análisis, su presencia hace que el eje x de estos gráficos sea más fácil de leer).

Aquí hay otro que ya conoces, al menos si has leído mis piezas.

Añadamos las bases por bolas (que han subido un poco recientemente) y los bateadores golpeados por lanzamientos (a niveles récord) para medir el número de veces que los bateadores alcanzan la primera base.

Llamemos a esto porcentaje-de-alcanzar-la-primera-base. Estamos minando las profundidades mas inalcanzables de todos los tiempos.

Sólo uno más, lo prometo. Y no le des demasiada importancia a esto. Se trata de roletazos-a-elevados (incluyendo las líneas). Todos los datos de este informe proceden de Baseball-Reference. Esta serie se remonta sólo a 1988, y las fuentes no son consistentes.

Digamos que las pelotas bateadas van más por el aire ahora que en el pasado reciente. Eso tiene sentido, dada la revolución del ángulo de salida.

Pues juntemos todo esto:

  • Se logran más outs en ponches.
  • Menos bateadores alcanzan la primera base con sencillos, bases por bolas y golpes por lanzamientos erráticos.
  • Menos pelotas bateadas tocan el suelo.

Puede que ya hayas adivinado lo que viene a continuación. Aquí está el gráfico que me sorprendió.

Estamos a punto de conseguir el menor número de roletazos para doble plays desde que se empezaron a registrar en 1949.

 (Sobre la fecha de inicio de 1949: hay registros de doble plays a lo largo de la historia del béisbol. Sin embargo, nuestros amigos de Baseball-Reference han registrado los doble plays sólo desde 1949. Todavía nos faltan detalles para distinguir los roletazos para doble plays de otras jugadas de doble play anteriores a 1949. Por lo tanto, es posible—mii opinión es que es probable—que los totales de roletazos de doble play fueran más bajos a principios del siglo XX. Me satisface decir que los niveles más bajos en más de 70 años son históricos).

De acuerdo, no son exactamente los más bajos. Estamos en el camino de la menor cantidad de bateadores que conectan roletazos para doble plays por aparición al plato. Por cada nueve innings (0.693), estamos un pelito por encima de 1967 (0.692) y 1968 (0.683). Pero eso es todo. Me doy cuenta de que los números aquí mostrados son bastante pequeños, pero no es una diferencia pequeña. En 2007, si veías una media docena de partidos, veías, en promedio, a 10 bateadores conectar roletazos para doble plays. Este año, verías apenas ocho.

¿Sabías esto? Yo ciertamente no lo sabía. El mejor amigo del lanzador, el 6-4-3 (o el 4-6-3, o el 5-4-3, o el 3-6-3, o… ya te haces una idea) está, si no extinto, en declive.

Y podemos culpar de todo esto al béisbol contemporáneo. Si hay más bateadores ponchándose, hay menos outs disponibles de todas las demás fuentes. Si hay menos bateadores que llegan a primera, hay menos corredores de base para conseguir dobles plays. Si hay menos roletazos, hay menos oportunidades de convertirlos en dos outs.

Y esto ocurre a pesar de los reacomodos defensivos. La razón por la que reacomodas a tus jugadores de cuadro es para colocarlos en posición de atrapar los roletazos. Por supuesto, eso no siempre pone a los jugadores en una posición perfecta para convertir dobles plays. Pero si hay más roletazos que terminan en los guantes de los jardineros que en el cuadro, debería haber más oportunidades de conseguir un doble play.

Pero no está sucediendo. No se puede culpar a los reacomodos. Sin embargo, puedes culpar a más ponches, menos sencillos y más elevados. Hasta que esos factores cambien, el mejor amigo del lanzador probablemente aparecerá para jugar cada vez menos.

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