Traducido por José M. Hernández Lagunes
El otoño anterior, me encontré escuchando el podcast semanal sobre béisbol japonés, presentado por Jim Allen y John E. Gibson. Es un programa en inglés para seguidores de la Liga Profesional Nipona de Béisbol, un segmento de la población el cual no puedo todavía decir pertenezco con credibilidad alguna, pero al cual aspiro a pertenecer algún día. Allen y Gibson llevan muchos años observando y relatando esta liga, y aunque sus conversaciones no necesariamente están dirigidas a audiencias americanas o a aficionados de las Ligas Mayores, generalmente utilizan esta última para contrastar ciertos detalles entre las versiones americana y japonesa del juego.
Algo que Allen mencionó mientras doblaba mi ropa limpia me atrapó la oreja y se anidó en mi cerebro. “Por supuesto, una manera de abordar el ritmo de juego”, dijo (esto también es un problema en la liga japonesa), “sería empezar cada conteo a 3-2, ya que todos parecen llegar allí de todos modos”.
Eso es algo que cualquier observador del juego en Japón podría haberte dicho: es un detalle estilístico de la liga, donde los jugadores se enorgullecen de estropear un buen lanzamiento para mantener vivo el turno, y tienen mayores reservas generales sobre poncharse que sus contrapartes estadounidenses. Los lanzadores también contribuyen, usando un repertorio más amplio y menos inclinado a lanzamientos rápidos que el tradicionalmente utilizado en la MLB, lo que puede contribuir a un conteo más profundo, incluso por parte de lanzadores con buen control.
Sin embargo, para ver cuánto apoyaban los números esta narrativa, hace poco le pregunté al equipo de DeltaGraphs (los maravillosos adictos a los datos del béisbol japonés) si podían decirme cuántas apariciones al plato en realidad alcanzan un conteo completo en la liga nipona. Esto es lo que me enviaron:
Año | % de cuenta llena |
2014 | 13.1 |
2015 | 13.3 |
2016 | 12.9 |
2017 | 13.0 |
2018 | 13.6 |
(Fuente: DeltaGraphs y 1.02, deltagraphs.co.jp. Un agradecimiento especial para Yoshiki Masaki, director ejecutivo, por enviarme esta información de manera tan rápida.)
Eso parece una alta frecuencia de cuentas llenas, ¿o no? Esencialmente, uno debería esperar un promedio de 10 u 11 cuentas llenas por partido en Japón, y ha sido así durante varios años. Eso puede aumentar el drama interno de la apariencia de cada aparición al plato individual, y agudiza la dinámica del gato-y-el-ratón entre el lanzador y el bateador, pero en el transcurso de un partido o de una temporada puede comenzar a crear una desagradable relación de expectativa a la acción. Unos pocos conteos profundos hacen que cada uno sea tenso y crucial; muchos de ellos hacen que el juego comience a sentirse lento.
Como habrás adivinado, no lo menciono de forma ociosa, y desde luego no lo menciono para rebajar el estilo de juego japonés. Más bien, lo ofrezco como un contexto no histórico para la misma información sobre las Grandes Ligas en 2019. También les daré el contexto histórico, por supuesto, ya que tenemos datos de lanzamiento por lanzamiento para la MLB que se remontan a 1988, pero es útil pensar más allá de ese enfoque único.
Año | % de cuenta llena |
1988 | 10.2 |
1993 | 11.1 |
1998 | 12.6 |
2003 | 12.2 |
2008 | 12.6 |
2013 | 12.8 |
2014 | 12.6 |
2015 | 12.5 |
2016 | 13.3 |
2017 | 13.9 |
2018 | 13.7 |
2019 | 15.4 |
Hasta 2016, era cierto que la liga japonesa superaba a las Ligas Mayores en el número de conteos que alcanzaban su punto álgido. Sin embargo, hasta ahora en 2019, la MLB está apabullando ese número. La velocidad a la que las apariciones al plato han alcanzado cuentas llenas ha explotado en menos de un lustro, después de unos 15 años de prácticamente ningún cambio. Eso ayuda a iluminar (aunque no necesariamente explica) el incremento en la tasa de bases por bolas hasta ahora en la joven temporada. Tiene implicaciones importantes, tanto para el ritmo de juego y el uso del lanzador como para el futuro del bateo.
También es parte de un fenómeno mayor: este año y los tres anteriores son los únicos desde 1988, al menos, durante los cuales más del 14% de las apariciones al plato han terminado en conteo de 2-2. La cifra de este año, hasta el sábado 13 de abril, es del 14.5%. Junto con las cuentas de 3-2 que se muestran arriba, eso significa que casi exactamente el 30% de las apariciones al plato de la liga esta primavera están tomando por lo menos cinco lanzamientos (sin tener en cuenta ningún foul) para resolverse. El número total de lanzamientos en la liga que por aparición al plato ha aumentado dramática y rápidamente, al igual que la frecuencia de los conteos completos.
Año | L/AP |
1988 | 3.58 |
1993 | 3.65 |
1998 | 3.70 |
2003 | 3.73 |
2008 | 3.80 |
2013 | 3.83 |
2014 | 3.82 |
2015 | 3.82 |
2016 | 3.87 |
2017 | 3.90 |
2018 | 3.90 |
2019 | 3.96 |
Aquí están los mismos datos pero en forma gráfica, mostrando lanzadores por aparición al plato (Pitches per PA) por temporada (Season):
Observa que, al continuar notando con las tendencias longitudinales en tantas facetas del juego, el punto de inflexión entre 2015 y 2016. Esto se debe al fuerte aumento en la frecuencia con la que la liga despliega reacomodos defensivos; con el rápido cambio en el uso del campo de juego global, favoreciendo menos bolas rápidas (especialmente los sinkers de contacto amigable) y más bolas curvas (especialmente los sinkers aversos al contacto); con la aparente desestabilización de las propiedades físicas del béisbol; y con la implementación y la adopción inmediata de Statcast por parte de cada equipo.
Como ya escribió Travis Sawchik antes de la temporada, la liga también batea bolas de foul a un ritmo histórico, lo que se puede atribuir directamente a los cambios en los swings de los bateadores y las ideas de los lanzadores, y que sólo aumenta las posibilidades de un conteo profundo en cualquier aparición al plato.
Si hemos pasado o no algún tipo de punto de inflexión es una cuestión de opinión. El aficionado promedio ha llegado a consumir el béisbol como una batalla entre lanzador y bateador, y esas batallas son cada vez más largas e interesantes, en promedio, aunque la acción es un poco menos variada, un poco más optimizada, un poco menos personal de lo que era antes.
Se necesita un ojo entrenado y la oportunidad de seguir un juego entero para realmente ver las implicaciones de un lanzamiento extra aquí o allá, y algunas veces la recompensa de un duelo de seis lanzamientos en la cuarta entrada (y otro enfrentamiento entre los mismos dos combatientes en la sexta entrada) nunca llega. Por otro lado, los lanzadores solían tirar un número insensato e indefendible de bolas rápidas en su primer lanzamiento, y los bateadores a veces malgastaban una aparición con un roletazo. Ya no vemos mucho de ninguno de los dos. La unidad atómica del béisbol, la aparición al plato, es más texturizada e interesante que nunca.
La des-priorización de la bola rápida ha estado en marcha desde hace tiempo. El béisbol estadounidense está, de esa manera, poniéndose al día con el juego japonés y sus muchos lanzadores artesanales, con cuatro o cinco lanzamientos que lanzarían en múltiples situaciones. En este momento, debido a toda la potencia que todavía define a la MLB entre lanzadores y bateadores, eso está provocando un montón de conteos prolongados y (quizás) muy poca acción.
Pero es fácil imaginar que un pequeño aumento en la conciencia de la situación o el juego fundamental en las Grandes Ligas podría llevarla a un equilibrio fabuloso, con toda la explosiva valía del juego moderno y la belleza táctica centrada en el equipo, aún apreciada en la liga nipona. Ese podría ser el siguiente paso en la evolución de un juego que se está moviendo rápidamente hacia la era de los grandes datos, la biomecánica y el aprendizaje artificial: un ligero retroceso a lo básico.
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