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Image credit: Tim Heitman-USA TODAY Sports

Traducido por Pepe Latorre

Distintos sectores económicos del país (y del mundo) se han visto gravemente afectados por la pandemia. El béisbol no ha sido una excepción. El retraso a la hora de comenzar la temporada, su acortamiento y la falta de asistencia a los estadios ha provocado que los dueños no hayan registrado los mismos beneficios que en un año normal. Pero ahora las cosas se han asentado, la liga ha tenido la oportunidad de hacer un balance y el daño parece ser mucho menor de lo esperado. A pesar de los intentos de convertir las pérdidas en una catástrofe, parece que los propietarios solo han gastado una cantidad similar a la que ganan en una temporada promedio.

Un artículo de Bill Madden publicado el martes en el New York Daily News relataba algunos de los aspectos financieros. El artículo de Madden fue criticado por pasar una cifra errónea según la cual los Phillies habían perdido unos $2.000 millones. Una afirmación ridícula que el periódico ha corregido. Lo más probable es que la fuente anónima de Madden se refiriera al total de la liga. A los 30 equipos.

Rob Mains ya nos contó cómo a pesar de la coyuntura  los propietarios se las siguieron arreglando para llevarse una parte importante de los ingresos, lo que indica que la cifra que dio Madden está, en el mejor de los casos, muy inflada. Madden escribió que todos los equipos tuvieron “ingresos casi nulos”, algo falso debido a los importantes acuerdos televisivos. Podemos asegurar, gracias a las revelaciones mencionadas anteriormente, que la liga exagera, por no decir directamente que miente, sobre, las cantidades de dinero que se embolsan y gasta según le conviene. El artículo de Madden contiene la escandalosa afirmación (repetida en otro lugar por Manfred) de que la MLB en realidad podría haber perdido hasta $8.000 millones, afirmación que mi compañero Rob también se ha encargado de clarificar. Para los propósitos de este artículo, voy a asumir que las pérdidas reales son solo de un par de miles de millones, pero vale la pena señalar que incluso ese número esté exagerado.

Las pérdidas son asombrosas incluso si tomamos la cifra más baja facilitada por Madden. Dos mil millones de dólares es una cantidad de dinero absolutamente inimaginable. La mayoría de nosotros, simples mortales, no somos siquiera capaces de concebir tanto poder financiero. Nunca conoceremos a nadie tan rico ni tendremos la más ligera idea de lo que supone esa cantidad en efectivo. Cuando la MLB menciona una cantidad tan alta, por no hablar de esa otra cifra cuatro veces más grande que incluye las deudas, es fácil que cualquier persona normal se quede alucinada y vea esas pérdidas de la manera que quiere la liga: como algo simplemente inasumible.

No estamos viendo las cosas desde la perspectiva adecuada. Para ti o para mí, mil millones son algo abstracto, pero los dueños de MLB son casi todos multimillonarios. Todos poseen al menos un activo, sus equipos, que valen alrededor de (o más) mil millones de dólares. Y ese activo es para ellos un artículo de lujo divertido. El equivalente a la guitarra o la Playstation que una persona normal podría tener como pasatiempo.

Por poner todo en contexto, esa pérdida de $2.000 millones en un año debe ser en primer lugar dividida entre los 30 equipos. Eso supone una pérdida anual de $67 millones por equipo, es decir, menos que el costo de contratar a un agente libre decente en la agencia libre. Si lo equiparamos a la riqueza del estadounidense promedio, $67 millones para una persona con algo valorado en $1.000 millones solo suponen alrededor de $6.700. Nadie quiere desprenderse de ese dinero, pero no estará mal invertido si consigues algo (un automóvil, una casa, un tratamiento médico…).

Los equipos de MLB son empresas, por lo que lo mejor es acercarse a las pérdidas en relación con los ingresos que se suelen obtener. Los ingresos operativos se han disparado en los últimos años, alcanzando un promedio de alrededor de $50 millones por equipo en 2019. Una forma de contemplar todo esto es verlo como que las pérdidas de los propietarios han sido en 2020 poco más del dinero que ganan en un año normal.

Visto de esta manera la cifra no parece ni tan alta ni tan difícil de asumir, especialmente en comparación con el desempeño del resto de la economía (y la sociedad) estadounidense. Miles de empresas en todo el país están muriendo, otras están haciendo recortes severos en personal, otras están al borde de la bancarrota. La MLB, por contra, recibió un golpe equivalente a las ganancias obtenidas el año anterior.

Desde la perspectiva de los propietarios, perder dinero en un activo que garantiza beneficios, apreciación y oportunidades de inversión podría ser inaceptable. No hay duda de que es un contratiempo para unos planes financieros que contaron con tasas obscenas de crecimiento y rentabilidad y que tienen su contrapeso en el dinero invertido en las renovaciones de los estadios y en temas inmobiliarios (aunque la magnitud de esa interrupción difícilmente se compara con el peligro que el estadounidense promedio ha enfrentado en términos de puestos de trabajo perdidos, pérdida de seres queridos, facturas médicas, desahucios o cualquiera de los otros peligros que se nos presentaron durante la pandemia).

La realidad es que la mayoría de los propietarios son perfectamente capaces de absorber una pérdida de esta magnitud sin ni siquiera pestañear. Podrían sufrir el revés financiero y aun así mejorar el equipo y retener al personal. Ni siquiera les exigiría abrir su cartera, sino destinar las ganancias que hace un año le dio su negocio a ello en lugar de a reservas cada vez mayores de riqueza. Una cifra como $2.000 millones puede parecer increíblemente enorme, pero para treinta multimillonarios, es un inconveniente, y pueden optar por pasarle ese inconveniente a sus empleados y aficionados, o lidiar ellos mismos con él.

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