Traducido por José M. Hernández Lagunes


El otro más grande héroe estadounidense
Por: Patrick Dubuque
Habiendo llegado a la adolescencia en el año 1990, puedo asegúrate que fue una época frenética. La Guerra Fría terminó y dos generaciones de estadounidenses, seguros de su lugar en un mundo de dos súper-poderes se encontraron sin ataduras. Pero teníamos mil puntos de luz y nadie sabía que diablos eran, pero sonaba difícil y parecido a algo de Las guerras de las galaxias. La cultura popular reflejó esta repentina esquizofrenia: los cursi, cómodos años ochenta se detuvieron inmediatamente, con sus tambores sintéticos y las salas alfombradas hasta las chimeneas. Alf fue cancelado.
Era un caos, una zona de convergencia cultural. Las tortugas de repente eran ninjas y los ninjas aparentemente eran niños surfistas. Los policías eran rockeros. Los jugadores de fútbol americano jugaban béisbol y los beisbolistas usaban protección para futbolistas. Vanilla Ice se coló en la consciencia nacional de alguna forma; esto es algo que no recuerdo bien. Pasaban muchas cosas, tantas que nunca pudimos entenderlas todas.

Jim Gott, un ligamayorista, también era un cinta negra en hapkido. El hecho de que esto nunca se haya hecho en una caricatura es una afrenta a la teoría de Aquino de la existencia de Dios. La premisa se escribe sola: Gott, entre periodos como lanzador de relevo medio con los Dodgers cuando se encuentran atrás por dos carreras, se junta con un grupo de niños de la escuela local: niños con “actitud”, si, pero también con corazones de oro y puños de acero. Juntos, luchan para resolver crímenes de medio pelo no-violentos, el tipo de crímenes en los cuales Jim Gott podía golpear a un maloso sin tener que preocuparse por que le sacaran una pistola y dispararle. Bandoleros, o roba-bancos, digamos. O quizás robots. Para que el puño de Jim Gott los haga explotar. Robots roba-bancos.
Además: todas las frases con gancho relacionadas al béisbol que un guionista malo pudiera querer. Este programa hubiera sido tan fácil de escribir que es increíble que una computadora en algún lugar no lo haya producido por accidente.
No hay escasez en las aventuras que Jim Gott y Los puños de la libertad pudieran emprender juntos, aprendiendo valiosas lecciones sobre el trabajo en equipo y la importancia de mantener los brazos en alto al momento de patear. Esto nos fue negado y sólo se puede interpretar como la primera señal de que los Estados Unidos perdió su camino.

(Gracias a Matt Gelb por hacer notar este dato)

Molesto, necesita platicar
Por: Jason Wojciechowski
Yelich: Estoy molesto con nuestros movimientos, Sr. Jeter. Necesito hablar con usted.
Jeter: Muy bien. Eres una de las jóvenes estrellas del juego. Eres el mejor jugador que queda en el equipo. Creo que puedo tener la mínima cortesía de escucharte. Adelante.
Yelich: Estoy molesto con nuestros movimientos, señor.
Jeter: Bien, ¿qué movimientos?
Yelich: Principalmente, no estoy conforme con ellos.
Jeter: Si. ¿Hay algo en particular que quieras decir?
Yelich: Señor, estoy inconforme.
Jeter: Pues—bien. ¿Podrías elaborar más?
Yelich: Señor Jeets, los movimientos me hacen sentir… pues, me es difícil encontrar las palabras.
Jeter: Sigue, hijo.
Yelich: Creo que son los movimientos, señor, no me hacen sentir bien. Me hacen sentir mal. Me hacen sentir no feliz.
Jeter: …
Yelich: (De manera solemne) Infeliz, digo.
Jeter: Creo que ya cubrimos eso.
Yelich: Si señor. Pues lo que quiero decir es que esta molestia me hace querer platicar.
Jeter: Bien, pues, me da gusto que me lo hagas notar. Platicar es sano. Entonces, ¿qué es lo que quieres platicar?
Yelich: Los movimientos señor. No me han hecho sentir feliz, y eso es lo que quiero decir.
Jeter, cuidadosamente buscando cámaras escondidas: Vaya.
Yelich: Si señor. Estos movimientos, y mis sentimientos sobre de ellos, pues, es sobre de eso de lo que quería platicar, porque no me parecen.
Jeter, tomando el teléfono y marcándole a Michael Hill: …
Yelich: Señor.
Jeter, mientras llama el teléfono, con resignación: ¿Cómo te hacen sentir estos movimientos, Christian?
Yelich: Mal señor. Hasta infeliz. Gracias por preguntar.
Jeter, finalmente escuchando a Hill contestar del otro lado: Michael, Christian está aquí en mi oficina.
Jeter (ESCUCHANDO): Ah, mmmm—qué? ¿Por qué te ríes? NONONO, no cuelg—
Jeter (MIRANDO SU BOCINA): Lo hizo.
Jeter (DIRIGIENDOSE CON CUIDADO A YELICH): ¿Algo más?
Yelich: Pues, señor, quisiera decirle algo sobre estos movimientos.
Jeter: (MANOS EN LA CABEZA): Por favor, continúa.
(Escena)

Notas hacia la meditación: edición navideña
Por: Matt Ellis
Nos encontramos a un par de días de Navidad y Hanukkah termina esta noche. Probablemente habrán muchas cenas enormes, vuelos perdidos, camas incómodas en cuartos de visitas y horribles pláticas sobre política con la familia (de ambos lados). Sin embargo, pienso que sería interesante cerrar el 2017 en esta serie sobre béisbol y los medios con una simple lista de Dos cosas que revisar, la cual será referenciada durante el resto de la temporada muerta. Ya sea que vueles, trates de dormir en el sótano del condominio de tu hermano, o simplemente trates de evitar conversaciones, aquí están algunas cosas divertidas que escuchar hasta que nos llegue el 2018.
Transmisiones de readio do Grandes Ligas, archive.org, 1934-1973
Tendré un artículo más a fondo sobre la historia del radio y el béisbol el próximo año, pero por el momento, este tesoro de partidos transmitidos por radio ofrece una mirada fascinante dentro de la historia del cómo se transmitía el juego en el siglo XX. Escucha la diferencia en la cadencia del juego entre Yankees y Tigers de 1934 al de los Mets en los 70s—la lenta, eventual pérdida del crujir que el sonido hacía en las frecuencias aéreas. La terminología—la forma en que los nombres de los jugadores fueron remplazados por una descripción del mapeo espacial del campo por parte del comentarista, una transición absolutamente indicativa del cambio entre las líneas de ensamblaje Fordistas a la descentralizada y dispersa de los mercados globales de los 1970s. Primordialmente, escucha para oír lo que ha cambiado—y lo que no—en el proceso de mediar algo que de otra forma resulta difícil de representar.
Juego 7 de la Serie Mundial de 1952, Youtube
El canal MLB Network frecuentemente pasa maratones de documental de Ken Burn Baseball durante las fiestas de fin de año, y si, obviamente la mayoría de los que estamos leyendo esto hemos visto al menos 47 minutos de cada episodio cada diciembre durante más de 20 años, ahora es 2017. YouTube cuenta con una buena cantidad de partidos clásicos—no sólo la Serie Mundial de Pujols o el error de Buckner, también partidos que quizás no recuerdes inmediatamente—y cuanto menos, sirven como ruido blanco o como sonido de fondo.
Más que una reliquia polvorienta, nos dice algo sobre las transmisiones del béisbol dentro de su construcción formal. Pon atención a la manera en que la transmisión comienza, presentando a los lanzadores inicialistas para el público despistado, y sin embargo, a pesar de nuestro acceso a los lineups en Twitter o los horarios predeterminados dentro de los diarios y la radio, la misma práctica continúa hasta la fecha en Root, Fox, TBS y demás.
También, pon atención a la multiplicidad de tomas de cámara: tu cerebro seguramente recuerda una sola toma dentro de un estudio de grabación al estilo antiguo, pero, desde al menos 1952 existían al menos 10 cámaras cubriendo el campo de juego para los juegos de transmisión nacional. Y tal vez, de manera más importante en un tema que cubriré a fondo después—toma nota del ángulo opuesto para los turnos al bat del que estamos acostumbrados en nuestra época.

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