
Traducido por Carlos José Lugo
Whit Merrifield podría ser el mejor candidato a ser cambiado que está pasando por debajo del radar en esta temporada de “estufa caliente”. Al segunda base (y ocasional jardinero) de los Royals todavía le restan cuatro años de control de su equipo, y jugará apenas por encima del salario mínimo en el 2019, y eso hace de este momento el tiempo perfecto para que el Gerente General de Kansas City Dayton Moore se abalance sobre una posible gran oferta de cambio.
Siendo realistas, los Royals están al menos a dos temporadas de regresar a ser contendientes, aun en la predeciblemente floja División Central de la Liga Americana. Su porcentaje de ganados de tercer orden en el 2018 coincidió casi de manera exacta con su porcentaje real, de modo que su record de 58-104 no fue un espejismo. Aun con un discretamente solido sistema de ligas menores que proyecta tener una inyección de talento fresco el próximo verano, y a pesar de la temporada de consagración que la organización siempre esperó obtener de Adalberto Mondesi, no hay forma de que este club reduzca la brecha entre 58 y 88 victorias en menos de tres años.
Para cuando estén listos para competir nuevamente, Merrifield probablemente se encuentre en la última temporada de su moderadamente costosa elegibilidad al arbitraje. Quizás más importantemente, el jugador cumplirá 30 años el próximo mes de enero, lo que quiere decir que tendría 33 años en esa temporada final pre-agencia libre en el 2022. No hay garantía alguna de que Merrifield sería todavía un buen jugador cuando llegue el momento en que este equipo termine necesitándolo más.
Sin embargo, para algunos otros equipos de la liga Merrifield encaja perfectamente. Ese salario mínimo para el 2019 significa que cualquier equipo que lo adquiera mejoraría en el terreno y lo más probable es que a la vez se mantenga por debajo del límite del impuesto de lujo. Merrifield es un defensor por encima del promedio tanto en la segunda base como en el jardín central, y podría ser mejor que eso en una de las esquinas del jardín. Su velocidad es elite, y la enseña tanto corriendo las bases como defensivamente.
Luego de su consagración ofensiva del 2018, Merrifield ha alcanzado realmente otro nivel. Detuvo su tendencia a hacer swing a lanzamientos bajos y afuera, fuera de la zona de strike. Su enfoque en el plato está concentrado en manipular y conectar con fuerza los lanzamientos en la parte interna y más hacia adentro. Se ha convertido en un bateador más paciente, pero a la vez ha sido más productivo cuando es agresivo. Ese perfil básico es algo que los Diamondbacks, Cubs, Indians, Rockies, Dodgers, Angels, Brewers, Twins, Mets, Athletics, y Nationals podrían todos sacarle una gran ventaja.
Basado en sus números de poder crudos, sin embargo, todavía es tentador ver a Merrifield como un bateador ordinario. En las pasadas dos campañas ha conectado solo 31 cuadrangulares, y 19 de esos fueron en la gran bonanza jonronera que fue el 2017. Tampoco la velocidad de salida promedio de sus batazos (140 kph por hora en el 2018, valido para el lugar 256 en el béisbol) es muy inspiradora, o la velocidad máxima de salida (171 kph, lugar 293), proporción de batazos conectados con fuerza (la versión de Statcast, la cual toma las pelotas bateadas a 152 kph o más rápido como un porcentaje de todas las pelotas bateadas; 30.8%, lugar 248), o proporción de “barrels” por aparición al plato (3.4%, lugar 234). Simplemente Merrifield no parece, por cualquiera de estas medidas, que golpea la pelota con la fuerza suficiente para generar un excedente real en valor en el plato, fuera de ser solo útil al momento de jugar en una posición defensiva.
Pero quizás esto sea una falla no tanto del bate de Merrifield, sino más bien de nuestra capacidad de digerir los conceptos a los cuales Statcast nos da acceso. La proporción de batazos conectados con fuerza utiliza el denominador incorrecto (si estamos tratando de averiguar qué tan bueno es un bateador al conectar duro la pelota, debemos preguntar qué tan frecuentemente lo hacen a partir de todas las veces que se paran en el plato, no solamente cuan frecuentemente lo hacen de entre todas las pelotas que batean) y se pierde información critica que está disponible para nosotros, con simplemente pedirla.
Una cantidad importante del análisis de los datos de pelotas bateadas desde el lanzamiento original de Statcast se ha centrado alrededor de velocidades de salida máxima y promedio. Eso es natural; los promedios y los extremos se ven superficialmente ordenados. Los extremos, sin embargo, no son muy útiles cuando un número tan elevado de pruebas es esperado y la gran mayoría de ellas posiblemente se agrupen hacia un rango determinado. Los promedios no son útiles cuando un número grande de valores atípicos pueden ocurrir, pero podrían en la realidad no afectar el valor resultante.
Yo traté hacer algo diferente. Es un poco desordenado y comparte algunas de las fallas de las tantas métricas en las cuales Merrifield luce tan ordinario, pero podría pintarnos un panorama más exacto del valor que este provee en el plato. Si tomamos el número de pelotas que un bateador conecta a 152 kph o más rápido, con un ángulo de salida entre 10 y 30 grados, y lo dividimos por su total de apariciones al plato, Merrifield estaría en el lugar número 61 en las grandes ligas. La liga bateó .689 en pelotas bateadas coincidiendo con ese criterio, y en el 2018, Merrifield tuvo 84 de ellas. Agregué la proporción de bases por bolas de cada bateador a esa proporción de contacto de alto valor, luego resté la proporción de ponches, y Merrifield se coloca en el lugar 44, y la lista está encabezada por Alex Bregman, José Ramírez, Joey Votto y Mookie Betts.
Nos estamos adentrando en un área espinosa, donde existe el riesgo de traspasar la extracción de los datos de desempeño de Merrifield mejorando la percepción de los mismos, a reinventar la rueda de las estadísticas ofensivas. Esa no es la meta que buscamos. Merrifield simplemente sirve como un argumento especialmente convincente en contra de definir un jugador a partir de una sencilla y particular estadística, en especial cuando se trata de data que proviene de Statcast. Si tomamos un enfoque más abierto a los números que ahora tenemos disponibles, podría ser posible identificar más jugadores que, como Merrifield, no son grandiosos produciendo eventos prodigiosos aislados, pero que necesitan hacer menos concesiones que otros jugadores para tener éxito, o que pueden producir resultados en los altos cuartiles de manera más consistente que otros.
Si uno de los potenciales pretendientes de Merrifield en el mercado de cambios cree en su habilidad consistente de batear la pelota fuerte (independientemente de sus carencias para estar en el tope de la fuerza bruta) es real y sostenible, Merrifield podría representarle a los Royals un asombroso retornos en este invierno.
Thank you for reading
This is a free article. If you enjoyed it, consider subscribing to Baseball Prospectus. Subscriptions support ongoing public baseball research and analysis in an increasingly proprietary environment.
Subscribe now