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Image credit: Ken Blaze-USA TODAY Sports

Traducido por Carlos Pérez

En esta serie, reviso las tendencias sobre las que escribí durante la pasada temporada. ¿Cuáles perduraron? ¿Cuáles no?

8 de mayo, “Bullpens en retroceso.”

No fui el primero en este tema. Mi antiguo editor en BP, Sam Miller, y mi amigo de BP y compañero, Rob Arthur, hablaron de esto en abril. Por esto, me refiero a un descenso en el rendimiento de los lanzadores de relevo relativo al rendimiento agregado de los lanzadores abridores. Desde el inicio de los bullpens modernos en 1988 (el año en que Tony LaRussa de Oakland dispuso al cerrador Dennis Eckersley principalmente en situaciones de salvamentos de una entrada) el ERA de los relevos siempre estuvo al menos 0.11 puntos por debajo de el ERA de los abridores.

Puede ver por qué. Los abridores tienen que dosificarse durante apariciones de varias entradas. Se enfrentan a la penalización de enfrentarse varias veces a los mismos bateadores, que se familiarizan con su repertorio del día. Los relevos, en cambio, llegan, tiran unos 18 lanzamientos más o menos, y se van. Es una gran ventaja.

Pero no fue así en 2019. O no fue así el día que se publicó mi artículo.

Casi acierto ese punto de inflexión, ¿verdad? Se restauró el orden. Los relevos tuvieron un ERA más baja para el resto de la temporada y se quedaría así para el resto de la temporada: 4.54 para los abridores, 4.46 para los relevos.

Y aún así… esa diferencia es la más pequeña desde 1973. Pasó algo. Y desde aquí aplaudo a Craig Edwards de FanGraphs. En este informe, mostró que el ERA de los bullpens estaban contaminadas por los tipos que se comían un montón de entradas de poca presión. Ese relevo cuyo nombre nunca podría recordar, que sigue rebotando entre Triple-A y el bullpen de tu equipo, con un ERA de 6.43 después de varias palizas. Como demostré en mi último artículo, los abridores están lanzando una proporción más pequeña de los juegos de los equipos. Alguien tiene que lanzar la quinta y sexta entrada de juegos que no están apretados. Esos ‘don nadie’ suben el ERA de los relevos.

15 de mayo, “Imagina que no hay jonrones”

En el momento de escribir este artículo, hubo 131 juegos en los que el equipo anotó solo una carrera. En 56 de ellos, anotaron por un cuadrangular. Así que en el 60% de los juegos de una carrera, la carrera fue anotada sin un cuadrangular. Esa fue la proporción más pequeña en la Era de la Expansión (desde 1961).

Lo mismo con equipos que anotan dos carreras: el 40% sin un cuadrangular, lo más bajo en 59 años. Y tres carreras, y cinco, y seis. La proporción de equipos que anotan cuatro carreras fue la segunda más baja, como los equipos que anotan ocho. Para los equipos que anotan siete, fue la tercera más baja. Ya se hace a la idea. Los equipos que anotan carreras sin un cuadrangular son más raros que nunca.

¿Quiere saber cómo terminó? Por supuesto que quiere.

Carreras                  % sin HR       Clasificación

Carreras % sin HR Clasificación
1 61% 1
2 40% 1
3 28% 1
4 23% 2
5 16% 1
6 10% 1
7 10% 1
8 6% 1
9 9% 5
10 2% 2

La clasificación se refiere a la clasificación de la liga en la Era de la Expansión.

Esta lista no hace justicia a la manera en la que estos récords que fueron batidos. Antes de 2019, al menos el 14% de los juegos de seis carreras no tenían un jonrón. Eso bajó al 10%. Ninguna temporada ha tenido menos del 9% de juegos de ocho carreras que no tuvieron jonrones hasta el año pasado, cuando bajó al 6%.

Si su idea de diversión es que los equipos anoten carreras sin un jonrón, 2019 no fue un año divertido.

21 de mayo, “El inexplicable éxito de los bateadores emergentes.”

Hasta el 18 de mayo, los bateadores emergentes tuvieron una OPS de .675. Ajustado para parques y temporadas (o sea, OPS+ de Baseball-Reference), eso estuvo un 16% por debajo del promedio de la liga. Pero el OPS+ de 84 de un bateador emergente fue fácilmente el mejor de la era de 30 equipos y el mejor desde 1986.

Y fue mejor. Aquí está el OPS+ de los bateadores emergentes desde 1961.

Por supuesto, el mejor desde 1986. Espere todavía más una vez que descubra por qué sucedió. En serio, esto es raro.

29 de mayo,   “Elevados de sacrificio y la importancia del contexto.”

En ese momento, hubo 0.2503 elevados de sacrificio por juego en 2019, el quinto número más bajo total desde que el juego divisional comenzó en 1969. SIn embargo, encontré que las oportunidades de elevado de sacrificio (corredor en tercera, menos de dos outs) estuvieron al nivel más bajo de los últimos 50 años. Como resultado, los elevados de sacrificio como porcentaje de oportunidades no fueron tan bajos.

Y así es como terminó. Hubo 0.2367 elevados de sacrificio por juego en 2019, la cifra más baja desde 1969. Pero solo hubo 1.90 oportunidades de elevado de sacrificio por juego, lo más bajo desde 1968. Los bateadores pegaron elevados de sacrificio en el 12.4% de las oportunidades, la sexta proporción más baja desde 1969. Sin embargo, la idea detrás de un elevado de sacrificio es pegar una bola elevada lo más lejos posible para que el corredor en tercera anote. Mandar una pelota a la verja cuenta. Si añade jonrones a los elevados de sacrificio, los bateadores impulsaron al 15.9% de corredores desde tercera con menos de dos outs en elevados a los jardines. Ese es el 12º porcentaje más alto en la era del juego divisional.

La conclusión: esta temporada fue la de menos oportunidades de elevado de sacrificio en más de 50 años. Así que también bajaron los elevados de sacrificio. Pero si lo combinamos con todos los elevados, dentro y fuera del parque, los bateadores fueron bastante buenos a la hora de impulsar a los corredores hacia el home.

16 de julio, “Qué está pasando con los Giants?”

Me gusta pensar que algunos de mis artículos analíticos, junto con la investigación histórica, son suficientes para que los lectores me perdonen sobre mis casi-siempre incorrectas predicciones. Hice una en julio. Durante los dos primeros meses de la temporada, los San Francisco Giants estuvieron 22-34, el segundo peor récord en la Liga Nacional. En el siguiente mes y medio, estuvieron 21-15, el cuarto mejor de la liga. En junio estaban anotando una carrera más por partido y concediendo casi una carrera por juego menos en abril y mayo. ¿Podían aguantar?

Mi predicción fue: “es realmente improbable”. Así que, naturalmente, los Giants ganaron nueve de los siguientes 10 partidos, cuatro por carreras en la última entrada. La mañana del 24 de julio estaban segundos en la LN Oeste y dos juegos por detrás de los Cardinals para el segundo Comodín.

Pero cumplieron mi expectativa después de eso. Terminaron la temporada con una racha de 25-35, la quinta peor en la liga y la novena peor de todo el béisbol.

Pero no me volví arrogante, porque como verás, predije algo espectacularmente malo en el verano.

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