Traducido por José M. Hernández Lagunes
Existe una pregunta que he hecho, en voz alta y en mi cabeza, al menos 50 veces en las últimas temporadas de béisbol. Es bastante seca, y tal vez todos esos momentos fueron mejores para reflexionar sobre el secreto de la vida o cómo hacer una rica cena en casa en media hora. Pero de todas formas, realmente he querido saber: ¿Cómo podríamos cuantificar la profundidad del equipo?
Esta época del juego nos trajo cantidades notables de cambios rápidos en las plantillas, especialmente en bullpens como la unidad dúctil de los Rays, la cual se burla de los roles y planes de uso tradicionales. Nos trajo la descarada manipulación de los Dodgers con la lista de lesionados, y a su vez su absurdo equipo de 2016 que repartió salidas a 12 lanzadores que definitivamente conoces, dos lanzadores que podrías recordar vagamente, y un tipo que está demandando a los Astros y recibiendo ofertas de trabajo no solicitadas de la industria del cine para adultos. Nos trajo a los Yankees de 2019 y su interminable desfile de reemplazos por lesiones que resultaron ser todo menos de nivel de reemplazo.
Ahora podemos decir afirmativamente que los Yankees de la temporada pasada, por ejemplo, tenían profundidad. Pero si seguimos encontrando formas en que la profundidad explica el éxito de los equipos ganadores, tendría sentido sondear los datos para encontrar signos de esta cualidad, para prestar números al esfuerzo de determinar qué equipos están de alguna manera más seguros de los caprichos del universo. Nuestro propio Gerald Schifman utilizó las proyecciones DRC+ de PECOTA para realizar una versión de esta búsqueda esta semana, centrándose en los bateadores que el sistema ve funcionando a un ritmo superior a la media. Y rastrea que algunas alineaciones, como las de los Twins y D’backs, que parecen tener mucho talento… se proyectan para ser profundos.
Aún así, como él señala, un jugador como Mike Tauchman, quien registró 296 apariciones al plato con un DRC+ de 112 para los Yankees la temporada pasada, no habría aparecido en este tipo de análisis, y por lo tanto no habría sido atrapado en la “red” de profundidad útil, al menos por esa medida. Entonces empecé a pensar en otras medidas. Práctica, poco práctica. Científica, no científica. Así es como respondemos a las preguntas, y así es como intenté atacar la duda que me había estado carcomiendo.
El año pasado por estas fechas, Tauchman a) todavía era miembro de la organización de los Rockies y b) proyectó un total de 101 apariciones y 0.3 WARP. Las proyecciones de tiempo de juego de PECOTA y de todos los demás sistemas a los que nos referimos en el ecosistema del béisbol, son creadas por manos humanas. Y aunque todas las partes han ajustado sus expectativas sobre cuántas entradas tirarán los lanzadores y cuántos jugadores de banca verán tiempo de juego en el transcurso de una temporada, sigue siendo imposible prever el nivel exacto de los refuerzos que cada equipo necesitará. En otras palabras, no es materialmente útil para PECOTA esperar que Tauchman haga 296 viajes al plato cuando arrancó en el año con un total de 69 carreras, pero es potencialmente útil saber el nivel de talento con el que cada club está trabajando mientras pasa de los golpes y moretones rutinarios a un desgaste significativo a TOLETERO DEFCON 1.
La mejor solución en mi cerebro, entonces, era mirar a los jugadores de cada organización en la posición 16ª a la 20ª y a los lanzadores de la posición 16ª a la 20ª a través de los ojos de PECOTA. Lo hice extrapolando las proyecciones de WARP a las apariciones al plato WARP/600 o a los bateadores enfrentados. La idea no era localizar los jugadores exactos que ocupaban este espacio y que se encontraban fuera de la expectativa de ver acción consistente, sino encontrar el nivel promedio de talento percibido que cada equipo almacenaba allí, y tal vez recoger algo sobre la probabilidad general de reabastecer un equipo de Grandes Ligas sin un colapso total.
Tauchman, por ejemplo, fue uno de los 53 jugadores proyectados para ver 200 o menos apariciones al plato por la versión 2019 de PECOTA que llevaba una proyección WARP/600 extrapolada de al menos 1.5. No es un honor muy distinguido, pero ahí está. El salvador de los Yankees, Cameron Maybin, tenía una de las 10 mejores proyecciones WARP/600 entre las proyectadas para 200 apariciones o menos, pero estaba en los Giants en ese momento.
Si quieres tomar esto a nivel individual, pinta interesante. En la misma línea que la mirada de Lucas Apostoleris sobre los jugadores bloqueados, este tipo de investigación podría hacer que algunos fans de los D’backs se sientan bien al saber que hay fuertes candidatos para batear en las Grandes Ligas (Kevin Cron, Seth Beer) en 2020 que ni siquiera tienen un buen caso para recibir mucho tiempo de juego en este momento. Los Braves y los Reds también parecen estar mejor posicionados que antes para afrontar las catástrofes de las lesiones, pero ¿algunos nombres en la cima realmente responden a la gran pregunta que hace que cambie la temporada?
Esto es lo que mi matemática arbitraria arrojó en el nivel de equipo para 2019: los siguientes lanzadores de los Astros y los Rays (a falta de un término mejor, así es como llamaré a nuestros jugadores promediados de la 16ª a la 20ª mejor proyección) consiguieron las mejores proyecciones. No creas que hay nivel alguno de precisión, pero se esperaba que sus brazos de remplazo valieran alrededor de 1.6 y 1.4 WARP durante 600 bateadores enfrentados, o la mayor parte de la temporada de un abridor normal, más o menos. Por otro lado, se destaca que una de las peores unidades de lanzamiento proyectadas en esta “métrica” fueron los Reds, que parecían carecer de opciones sustentables más allá de las estrellas que encabezaban su plantel. ¡Eso es lo que hemos visto!
Cuando el ejercicio se aplicó al bateo… los resultados no necesariamente siguieron el ejemplo. Los Mets, entre todos los equipos, fueron proyectados (por mi pequeña fórmula) para tener el piso más alto para los contribuyentes de jugadores de posición en 2019. Ellos, de manera ya muy conocidad, convirtieron a Adeiny Hechavarria como un jugador titular real, y luego lo cortaron sólo para que se deschavetara con los Braves. En el lado más lógico, los Nationals, los Astros y los Twins también se colocaron entre los cuatro primeros de esa tabla de clasificación inventada. Pero los Yankees—concedido, sin varios contribuyentes eventuales que aún no habían adquirido—fueron los sextos peores según mi métrica.
¿Es posible que, de hecho, la mitad de la Liga hubiera manejado un diluvio de lesiones como las de los Yankees incluso mejor que los Yankees, comparativamente hablando? Honestamente, parece dudoso. No creo que esta sea la respuesta para cuantificar la profundidad. Es más probable que mi intento no dé en el blanco y que este dilema se quede sin una respuesta firme, al menos por ahora. Tal vez el principio del ejercicio abra un poco más de la madriguera del conejo para alguien más.
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