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Traducido por José M. Hernández Lagunes
Teniendo en cuenta que sé todo sobre Darren Reed, podrías pensar que mi juicio sería cabal.
Para aquellos quienes no centraron sus juventudes al rededor de los Mets de finales de los 80s, quizás Darren Reed sea simplemente un nombre irreconocible del pasado. Sin embargo, para los que sí lo hicimos, Reed es menos un jardinero que un cuento con moraleja. Aplastó a los lanzadores rutinariamente durante toda la porción del calendario de Port St. Lucie. Pero nunca se mantuvo en las Grandes Ligas, bateando .183/.240/.366 en su carrera cuando los juegos contaban.
Ya sabemos, ¿verdad? La primavera no tiene valor alguno. La producción en Florida o Arizona en marzo es simplemente el equivalente a las primeras flores que asoman del suelo aquí en el noreste del continente. Y sabemos lo que les pasa a esas flores en abril: una helada golpea, y se mueren.
Sin embargo, de alguna manera, mi opinión más controversial se centra casi por completo en los entrenamientos de primavera. Se basa en lo que hemos visto desde febrero, cuando los lanzadores y receptores se presentaron por primera vez, hasta el día de hoy. Porque si vuelves del futuro—y si lo haces, amigo, tengo muchas preguntas para ti—no hay ninguna estadística que puedas darme que me sorprenda en relación con Shohei Ohtani. Me apunto a todo. En la caja de bateo y en el montículo, Ohtani será uno de los 25 mejores, lo mires por donde lo mires.
Ya he escrito aquí sobre Ohtani, pero de una manera muy limitada. En el frío del mes de febrero, escribí lo siguiente: “Es un giro fortuito del destino que el futuro inmediato de Ohtani esté en manos de Maddon, quien es un veterano del béisbol que ha cultivado una larga y exitosa carrera como mánager a través de la incorporación y adopción de la analítica. Pero, al mismo tiempo, ha rechazado implacablemente la idea de que sus equipos sean automatizados. Se basa en las relaciones personales que han llevado a historias de éxito en Tampa y Chicago, y ahora espera poder replicar esos éxitos también en el sur de California”.
Hay una combinación de factores que me lleva a creer que Ohtani puede maximizar lo que aporta a los Angels en 2021. Ohtani tiene 26 años, no 21 ni 33. Ohtani está atado a un contrato de dos años y $8.5 millones de dólares, sin una garantía masiva a largo plazo que a menudo inspira a los equipos a ser conservadores en el uso. Por último, Ohtani juega para una organización que lo necesita imperiosamente tanto como bateador y lanzador.
Aun así, estamos hablando de un lanzador con dos juegos y un ERA de 37.80 (¡37.80!) a su nombre desde 2018. Estamos hablando de un bateador cuyo DRC+ en 2020 fue de 88, con una línea de bateo de .190/.291/.366, la cual parece sacada directamente de la tarjeta de colección de Darren Reed.
Pero permíteme ser honesto por un momento. Si este es un espacio seguro para revelar nuestros secretos más íntimos, la mayor razón para mi completa convicción es simple: la forma en que ha estado dominando toda la primavera.
Hay demasiado “ahí está” para ignorarlo. No estoy hablando sólo de los números, que importan tan poco como los pensamientos y oraciones de un político quien planea bloquear completamente cualquier proyecto de ley de control de armas. Sin embargo, su OPS de 1.836 es bastante decente, por supuesto, y ha ponchado a 14 bateadores en ocho innings lanzados hasta ahora.
Sin embargo, los resultados son secundarios al proceso. El 3 de marzo, Ohtani no sólo pegó un cuadrangular. Bateó la pelota por encima del ojo del bateador en el jardín central, a más de 460 pies (140 m).
Fue un toletazo de esos que ocurren una vez en la vida, lo cual lo hizo todavía más especial cuando lo repitió 13 días después.
Ohtani incrementó la intriga esta primavera con su aparición el 21 de marzo, en la que actuó como primer bat y lanzador abridor. Esto es importante sobre todo porque incluso los porristas de Ohtani se preguntan cómo el hecho de jugar regularmente como bateador designado limitará el picheo de Ohtani, y viceversa; los malditos límites que sirven como una carga doble en su producción general. Pero no pareció que hacer ambas cosas en el mismo partido tuviese un efecto negativo en él.
Al finalizar, Ohtani había ponchado a cinco, y conectó dos hits con una base por bolas, antes de salir tras de cuatro innings.”Realmente excepcional. Jugó un partido completo”, dijo su mánager—sonando muy alegre—a los periodistas en Zoom tras el partido. “Grandes apariciones en la caja, y estuvo realmente bien en el montículo… Pensé que la velocidad fue buena, su control fue bueno. Sus otros lanzamientos fueron buenos, la curva, el slider, la bola cortante fueron realmente buenos. Todo funcionó hoy”.
Las proyecciones del percentil 99 de Ohtani en PECOTA son de un ERA de 2.81 y 13.7 K/9 en el montículo, con una línea de bateo de .327/.431/.647 al plato. Eso es un Pedro Martínez en sus 20s como lanzador y un Ted Williams en sus 20s como bateador. En algún lugar de ese gran ordenador que vive en el sótano de Craig Goldstein (supongo que así es como funciona PECOTA), existe una temporada sin precedentes, una que haría que Shohei Ohtani fuera el centro de toda la forma en que pensamos en la temporada 2021 ahora y en el futuro.
Estoy aquí para decirte que incluso una temporada del 99% no me sorprenderá. Tampoco parece que vaya a sorprender a Ohtani. Incluso dejó abierta la idea de no jugar en ambos lados del juego una vez que comience la temporada. “Me encantaría hacerlo también durante la temporada”, dijo Ohtani en Zoom. “Si puedo anotar para mí, me dará la confianza para ser más agresivo en el montículo”.
Mis disculpas a Darren Reed, pero Shohei Ohtani no es Darren Reed. Shohei Ohtani está a punto de arrasar el béisbol. Es mi opinión más controversial que creo que ocurrirá.
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