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Traducido por Martín Alonso
Los Toronto Blue Jays envían al R Gabriel Moreno y J Lourdes Gurriel Jr. a Arizona Diamondbacks a cambio del R/J Daulton Varsho.
Con algunas notables excepciones en las esquinas extremas del noroeste y sudoeste de Estados Unidos, los equipos de MLB no intercambian muy a menudo. En los viejos días, había básicamente dos tipos de intercambios: el intercambio para “cambiar el escenario” y el intercambio para “retar”. En ambos casos, el intercambio era esencialmente un repudio del jugador en juego, algo que el equipo estaba obligado a hacer, sea por una pésima actuación, o insubordinación, o por su inexistente carisma. De ahí, los acuerdos en la fecha límite se hicieron muy populares, y eventualmente los equipos comenzaron a aceptar que los intercambios podían hacerse para mejorar al club y no solo para cortar relaciones.
Aun así, el estigma de haber sido intercambiado – de no ser querido por un equipo que te conoce bien, y de ser querido por un equipo que no te es familiar – te afecta. Pero a medida que el individualismo de los equipos en el aspecto de la cultura moderna, homogénea que es construir el plantel, se asienta en los programas de desarrollo de jugadores, tiene sentido que los desperfectos sean propensos a aparecer. Si un equipo es bueno identificando y entrenado una habilidad en particular o una serie de habilidades, pueden enseñar un lanzamiento específico o maximizar un tipo de swing, vas a querer ver equipos intercambiar jugadores no porque sean decepciones, sino porque son muy valiosos para que sean guardados o sentados en el banco o en Triple A.
Los equipos no ganan intercambios. Quizás haya una forma perfecta de maximizar el valor, una pareja perfecta para hacer intercambios o un momento perfecto para cada uno. Pero muchas veces, son solo dos equipos tratando de ganar juntos, a comparación de 28 equipos que no estaban involucrados. Claro, cada cierto tiempo tienes uno de esos intercambios que involucran a varios equipos que parece una pelea como las de nube de polvo de los dibujos animados, y al final los Brewers y Braves se han desvanecido y los A’s están mordiendo su propia pierna. Pero la mayor parte del tiempo, el equipo que pierde el intercambio es el que no participó.
Tal es el caso con este intercambio. Los Blue Jays, famosamente, tenían tanto talento en su cuerpo de receptores como el resto de la división este combinada, con tres receptores calibres en Moreno, Alejandro Kirk, y Danny Jansen. Los Diamondbacks, con la aparición de Jake McCarthy, de pronto se encontraron con más jardineros de calidad de lo esperado. Con Carson Kelly como el receptor del future, pero no un future que Arizona quería, y con los Blue Jays faltándoles un Teoscar Hernández después de un intercambio anterior, esto pasa a ser uno de los intercambios recientes más convenientes.
Lo gracioso, claro, es que los Blue Jays recibieron otro receptor en el acuerdo, pero no realmente. Varsho fue receptor en la universidad y las menores, pero nunca se aclimató a la posición a medida que progresaba en la organización, y se adaptó a los jardines al alcanzar la cima. Va de muy bueno a excelente en las esquinas, lo cual, al añadir a Kevin Kiermaier y los días en los cuales George Springer esté presente, le da a Toronto su mejor jardín defensivo en años. La versatilidad de Varsho es valiosa, y no es una pérdida total detrás del plato, porque ya nadie lo es. Pero los Blue Jays no lo adquirieron para que reciba, lo consiguieron para que los fanáticos se puedan olvidar que Raimel Tapia estaba en el equipo, y le debería tomar, generosamente, hasta fines de abril.
Ofensivamente, a pesar de pegar 27 jonrones en 2022, no va a ser un reemplazo perfecto de Hernández. Jala bastante la pelota y sufre contra lanzadores zurdos, y sufre a veces en hacer contacto limpio, llevándolo a tener una alta variación tanto en sus ángulos y velocidad de salida. Sin embargo, no es un tipo como Adam Dunn, ya que muestra una disciplina mejor que el promedio, así que no se verán grandes altibajos. Ahora mismo es un bateador promedio y un excelente defensor, la clase de jugador que no juega en el Juego de las Estrellas pero que vende camisetas. Puede parecer un retorno difícil de aceptar por parte de los fanáticos de los Blue Jays, por lo menos mientras que extrapolan sus sueños más profundos sobre uno de sus mejores prospectos.
Técnicamente, Moreno ya no es un prospecto, habiendo superado su estado como novato debido a su edad, pero con tan solo 79 apariciones al plato a su nombre, se te puede perdonar si lo considerabas uno. Tiene una velocidad de bate impresionante que mayormente se traduce en contacto duro, incluyendo láseres hacia los jardines cuando levanta la bola. Desafortunadamente, con un ángulo de salida de -6 grados, eso no sucede muy a menudo – su tasa de roletazos en su corta experiencia de grandes ligas es de por encima del 57 por ciento. Su apetito por hacer contacto frecuente incrementó al momento que llego a las mayores, ya que ponía la bola en juego bastante y mostraba poca paciencia al plato. Lograba balancear eso en las menores, pero ese es el perfil de bateador que esperamos de él.
Es bastante atlético para un receptor y corre mejor que la mayoría de los receptores, y los Jays incluso pensaron en ocasiones en jugarlo como tercera base, y jugó algunos partidos ahí en Doble A. No es Daulton Varsho en ese aspecto, pero podría jugar adecuadamente en una esquina del jardín dada la oportunidad. En su verdadera posición defensiva, cumple con la potencial meta ofensiva que se le espera. Era un enmarcador positivo y un defensor capaz en su corta aparición en grandes ligas, pero si pintaron sus números en rojo en Triple A, de acuerdo con nuestras métricas. El reporte de los ojeadores tiende a estar de acuerdo, ya que muestra un buen blanco, pero no es receptor de alta calidad, siendo actualmente un receptor muy promedio. Su atletismo se traduce en buen movimiento al momento de lanzar, y tiene un buen brazo que lo ayuda a controlar a los corredores opuestos. Se ha lesionado con mayor frecuencia cuando está detrás del plato, asi que los D’Backs harían bien en espaciar su tiempo ahí y dejar que Carson Kelly tenga más repeticiones cuando Moreno tenga un día de descanso o juegue como BD.
Moreno, como Varsho, ofrece bastantes puntos positivos y atletismo, pero al igual que Varsho, unas banderas rojas que no se pueden ignorar entrando al 2023.
Y luego está Gurriel, el hombre olvidado en este intercambio. Y uno podría argumentar que era el hombre olvidado por su viejo equipo, el Ken Griffey Sr. de la Máquina Azul Mediana de Toronto. Y, en un sentido, para el cubano, este es un cambio de escenario. A veces un joven y talentoso jugador no llega a ser el talentoso jugador que los fanáticos sabían que podía ser. La defensa de Gurriel es indiferente en sus mejores momentos y pésima en sus peores. Le pega duro a la pelota, pero nunca parece elevarla lo suficiente. Y lo peor de todo, un drenaje cada vez mayor para los supuestos escaso recursos del equipo.
En Arizona, Gurriel puede ser quien es, ahora mismo (es un agente libre después del 2023), en lugar de ser la culminación de un agonizante desarrollo. Es fácil ignorar que, a pesar de tener una tasa de base por bolas baja, su tasa de ponches ha caído constantemente, y su tasa de contacto ha incrementado. Su tasa de abanicos en lanzamientos curvos, la cual solía estar cerca del 40 por ciento, se desplomó a 26.2 por ciento el año pasado. Es un encajo extraño para Arizona, quienes obtuvieron a un buen jardinero izquierdo por un año a pesar de estar a un año dada su situación de lanzadores. Pero es bastante bueno, y merece que se le trate mejor que un vacío salarial al estilo de Eugenio Suárez.
Los Blue Jays ganaron este intercambio. Habiendo escrito eso, creo que los Diamondbacks pueden haberlo ganado un poco más. Pero ambos equipos están mejor preparados para el 2023 habiendo usado su talento para equilibrar las necesidades posicionales que el deporte requiere.
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