Traducido por Pepe Latorre
Justyn-Henry Malloy aprenderá. Al final, todo el mundo lo hace. No se puede batear la pelota a la esquina del jardín derecho del Progressive Field y asumir que se tiene derecho a un doble. Malloy no creyó que hubiera que darse prisa. La bola salió disparada a 90 millas después de su batazo y se dirigió hacia el poste de foul. Estaba decidido a completar una buena jugada y ponerse en posición de anotar.
Había conseguido un doblete. Era la parte alta de la quinta entrada de un partido sin carreras y Matthew Boyd estaba jugando con Malloy de esa manera cruel reservada para los veteranos zurdos y calculadores que se enfrentan a bateadores novatos demasiado ansiosos. Era el tercer turno al bate de Malloy y Boyd le había atacado con sendas curvas a 70 millas en el primer y el tercer lanzamiento de ese at bat. Malloy fue a por la primera y se encontró con un strike. Lo mismo pasó con la segunda y el conteo se quedó en 1-2. El veterano lanzador supuso que Malloy estaba esperando algo lento y lanzó una recta de 92 millas en la parte alta de la zona. Sin embargo, Malloy no esperaba un lanzamiento lento, de hecho no intentó un swing defensivo que habría resultado en un lento elevado, sino que aguantó y conectó un muy buen lineazo. En la mayoría de los parques habría sido un doblete fácil.
Sin embargo, una de las grandes cosas del béisbol de playoffs (y especialmente del béisbol de playoffs cuando se juega en el parque de un equipo que como los Guardians no son unos fijos en octubre) es la importancia del espacio. Los observadores experimentados sabían que Malloy estaba en problemas cuando se lanzó hacía la segunda base. Jhonkensy Noel hizo una jugada tremenda. Corrió hacia su izquierda para recoger la pelota en la zona de foul y mientras se daba la vuelta lanzó a segunda. La corpulencia de Noel oculta unas capacidades atléticas bastante buenas. Pero se ve fácilmente que ese cuerpo puede lanzar duro. Malloy estaba fuera y la posibilidad de empezar algo se convirtió en otra entrada perdida.
Seguramente, los Tigers hablaron de esto en sus reuniones antes de la serie. No hay un jardín derecho en el que sea menos recomendable probar suerte que en ese, y no solo por el brazo de Noel. Es la forma en que funcionan los jardines de Cleveland y la forma en que la pelota corta el aire de Ohio en octubre. A principios de este verano MJ Melendez [sic] aprendió la misma lección durante una visita de los Royals al Progressive Field.
Con un muro totalmente plano detrás de ellos, los Guardians también mueven a sus jardineros derechos de un lado a otro, hacía una posición anticipada. Saben que pueden ser más agresivos al mover al jardinero derecho porque ese jardinero central bajo puede venir y ayudar bastante en el hueco si es necesario. Pueden decirle a su jugador que no se preocupe por retroceder a la pelota, o por acercarse mucho a ella, sino que esté listo para moverse lateralmente. Y eso también significa que pueden poner a más jugadores como Noel ahí sin que ninguna pelota demasiado profunda lo obligue a retroceder y ponerle en problemas. Así es como los Cubs han alineado a sus jardineros este año.
Así es como lo hacen los Yankees (de una manera similar a los Guardians gracias a un jardín derecho corto).
Y aquí los Guardians.
Todas esos laterales superplanos, esa capacidad de manipulación lateral sin los costos de oportunidad habituales, es muy valiosa. Permite a los Guardians alinear a Noel, pero también crea oportunidades adicionales, tanto para los jardineros visitantes como para los locales. Debes estar muy seguro antes de decidir correr 90 pies adicionales cuando la pelota está en la esquina.
También se puede ver en el diagrama de arriba que hay bastante más espacio en el jardín izquierdo. Son los mismos 325 pies hasta esa esquina, y aproximadamente la misma distancia hasta la valla en el callejón, pero la pared cae mucho más profundamente en el jardín central izquierdo que en el derecho. El jardinero central no puede hacer apoyar en ese lado tan fácilmente. El jardinero izquierdo también tiene que lidiar con una pared alta, aunque no tan extrema o problemática como las de Boston o Houston. Necesitas un jardinero izquierdo que realmente pueda ir a buscar la bola. Ahí es donde entra en juego Steven Kwan, como descubrieron los Tigers en la parte alta de la octava.
Las renovaciones han reducido la capacidad de Progressive de una manera nada desdeñable. Los aficionados siguen estando encima de ti, y su intensidad puede ser intimidante, pero la cantidad de espectadores y los decibeles son menores que antes. Aun así, cuando se juega un partido de playoffs en Cleveland se nota que es algo especial. Hay un gran ambiente pero gracias a un batazo de Kerry Carpenter en la novena entrada que desafió a cualquier jardinero no hay garantía de que veamos otro partido allí este otoño. La ventaja de jugar en casa se extiende, en la mayoría de los casos, solo a los bordes del campo de juego, incluso si parte de ella la ejercen personas que están más allá de él.
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