Traducido por Pepe Latorre
He escrito varios artículos (este, este, este y este) sobre la penalización que supone para los lanzadores enfrentarse a un lineup en una tercera ocasión, es decir, la tendencia de los lanzadores a tener un desempeño notablemente inferior la tercera vez que se ven con los bateadores. Todo esto empezó con Kevin Cash y la polémica sustitución de Blake Snell en el último juego de la Serie Mundial del año pasado. Jon Crate, uno de nuestros brilantes suscriptores, ha sugerido que en lugar de referirnos a ello como “la penalización que supone para los lanzadores enfrentarse a una alineación en una tercera ocasión (quince palabras)”, simplemente deberíamos llamarlo Escenario Snell.
Si no has leído toda la serie, estos son los tres puntos importantes:
- Para medir con precisión la penalización se debe considerar cómo rinden los lanzadores ante cada posición del orden al bate. Un lanzador que es sacado del juego después de enfrentarse a los primeros cuatro bateadores no puede compararse de una manera justa con uno que en otra época se enfrentó a los nueve, ya que presumiblemente los mejores bateadores están en la parte alta del orden.
- No todos los comentaristas están de acuerdo conmigo, pero también creo que al analizar la situación de Snell, debemos considerar solo a los lanzadores que duraron lo suficiente como para enfrentar al orden al bate una tercera vez. La comparación de todos los lanzadores que enfrentan el orden por tercera vez con todos los lanzadores que lo enfrentan una o dos veces incluye muchas malas actuaciones en las dos últimas categorías. Eso hace que la diferencia entre las dos primeras veces y la tercera sea más pequeña de lo que es para un lanzador que lo está haciendo lo suficientemente bien como para enfrentar a más de 18 bateadores.
- Medido de esta manera, por el orden del bateador en el orden al bate e incluyendo solo a los lanzadores que enfrentan al menos a 19 bateadores, vemos que la penalización es peor de lo que se tiende a decir normalmente y fue peor hace años que en la actualidad.
Sabiendo lo anterior, estas son algunas preguntas pendientes.
Si la penalización fue mayor en el pasado de lo que lo es hoy, ¿cómo de mal lo estaban haciendo los mánagers?
Dejo por aquí, a modo de recordatorio, el último gráfico de mi informe anterior. Nos muestra el OPS permitido por los lanzadores frente a los nueve bateadores del orden de bateo al enfrentarlos tres veces en los años 2012-2020 y 1969-1976. El OPS de la primera vez es 100.
Como se puede ver, para cada posición en el orden de bateo, el OPS permitido la tercera vez en relación con la primera fue más alto hace 50 años que en la actualidad (no merece la pena prestar mucha atención al noveno bateador; el rendimiento está inflados por la entrada de bateadores emergentes).
Entonces, ¿en aquellos momentos en que el bateador designado era algo nuevo estaban los mánagers administrando mal sus recursos?
Diría que no. Entre 1969 y 1976 varios managers que acabaron en el Salón de la Fama llegaron hasta en 10 ocasiones a las Series Mundiales: Earl Weaver en 1969, 1970 y 1971; Sparky Anderson en 1970, 1972, 1975 y 1976; Dick Williams en 1972 y 1973 y Walter Alston en 1974. No eran estúpidos. Estos fueron los líderes de salvados de cada uno de aquellos equipos:
Equipo | Lanzador | Salvamentos |
1969 Orioles | Eddie Watt | 16 |
1970 Orioles | Pete Richert | 13 |
1970 Reds | Wayne Granger | 35 |
1971 Orioles | Eddie Watt | 11 |
1972 Reds | Clay Carroll | 37 |
1972 A’s | Rollie Fingers | 21 |
1973 A’s | Rollie Fingers | 22 |
1974 Dodgers | Mike Marshall | 21 |
1975 Reds | Rawly Eastwick | 22 |
1976 Reds | Rawly Eastwick | 26 |
La utilización del bullpen era muy diferente por aquel entonces. Fingers lanzó 111 y ⅓ entradas en 1972 y 126 y ⅔ en 1973. Marshall lanzó 208 y ⅓ en 1974. Los Reds fueron un caso atípico que le valió a Anderson ganarse el apodo de “Capitán Garfio”. Pero cada uno de estos lanzadores acumuló al menos 90 entradas. La excepción es Granger en 1970, acumuló 84 y ⅔ innings siendo el segundo en el club detrás de Carroll, que lanzó 104 y ⅓. Los bullpens no eran tan profundos como ahora, por lo que confiaban mucho en uno o dos lanzadores. Y tampoco fueron tan buenos:
Estamos acostumbrados a que los relevistas pongan mejores números que los abridores. Lanzan, generalmente, a menos bateadores y a menudo tienen emparejamientos favorables. Lanzan unos 20 lanzamientos a tope por aparición y terminan.
Ese no fue el caso en el período que va de 1969 a 1976. Los relevistas eran a menudo lanzadores veteranos que ya no rendían en la rotación o lanzadores jóvenes que se estaban preparando para unirse a ella. De los lanzadores enumerados anteriormente solo los relevistas de Anderson comenzaron su carrera en el bullpen.
Además, los relevistas duraron más. Entre 1969 y 1976, el relevista promedio lanzó casi 1 y ⅔ innings por aparición y se enfrentó a poco más de siete bateadores. Hubo 1.47 relevistas por partido. Entre 2012 y 2020, el promedio fue de 1.05 entradas y 4.47 bateadores, con 3.16 relevistas por juego.
En el pasado los mánagers contaban con menos relevistas y estos no eran tan buenos. Es esta situación la que les obligaba a arrojar a sus abridores contra el lineup en una tercera ocasión.
Esto nos da otra diferencia entre el béisbol de 1969-76 y de 2012-2020. El siguiente gráfico muestra el porcentaje de juegos en los que el equipo ganador dio la vuelta al marcador después de la cuarta (línea continua), la quinta (línea discontinua) y la sexta (línea de puntos) entrada.
En el pasado, el 21.5% de los equipos que perdían después de cuatro entradas ganaban. Durante los últimos nueve años, el promedio es del 21,0%. No es una gran disminución. Para los equipos que van detrás después de cinco episodios, el porcentaje de remontadas ha caído del 18.2% al 17.3%. Y después de seis entradas, se ha vuelto todavía más difícil, pasando del 14.4%, (superior a una vez de cada siete) al 12.6% (apenas una de cada ocho).
En la manera de jugar de hoy en día, al evitar que un abridor sufra al enfrentarse por tercera vez al orden al bate, se están evitando también las remontadas.
¿Significa esto que Kevin Cash lo hizo bien?
Las terceras veces contra un orden al bate no siempre son iguales. Por ejemplo, en los 32 juegos de 2019 en los que Jacob deGrom se enfrentó al tercer bate de un orden al bate en tres ocasiones, permitió un OPS de .385 la primera vez, un .496 la segunda y un .700 la tercera. ¿Fue mucho peor la tercera vez que las dos primeras? Si. ¿Fue malo? No en una liga en la que el OPS promedio del tercer bateador fue .832.
Es razonable afirmar que un lanzador lo va a hacer peor en su tercera vez contra el orden al bate. No obstante, los resultados pueden ser igualmente buenos. Vamos a detenernos en esto más adelante.
¿Hay otros momentos en el orden que valga la pena investigar?
Estoy bastante seguro de que el procedimiento utilizado para ver el rendimiento de los lanzadores la tercera vez contra el orden al bate, serviría, a su vez, para encontrar que la brecha entre la primera y la segunda vez en el orden es mayor de lo que se cree actualmente, dado que el grupo de la primera vez incluye a los abridores que salen a tope. Sí, lo sé, Openers, pero están perdiendo popularidad.
Dicho esto, ¿a quién le importa? Lo que quiero decir es que si el béisbol llega al punto en que los mánagers retiran lanzadores para evitar que se enfrenten al orden por segunda vez, estaremos ante un juego muy diferente.
Por otro lado, tengo la intención de ver la penalización de enfrentarse a un orden en una cuarta ocasión. Eli Ben-Porat ya lo estudió a principio de año. Sospecho que estaremos ante un clarísimo ejemplo del Escenario Snell, simplemente porque para que un lanzador pase por el orden tres veces, tiene que estar haciéndolo muy bien. Y para citar a Joe Sheehan por tercera vez en esta serie, todos los lanzadores están haciéndolo muy bien hasta que dejan de hacerlo bien.
Sin embargo, hay un problema con la penalización de enfrentarse a un orden al bate en una cuarta ocasión. Las aperturas que duran lo suficiente como para ver a los bateadores una cuarta vez están desapareciendo. Esto muestra el porcentaje de aperturas en las que el lanzador enfrentó a más de 27 bateadores.
En cuanto a más enfrentamientos de un lanzador contra un lineup voy a cerrar con lo que pasó el viernes 14 de junio de 1974. Boston jugaba en California. En la lomita Luis Tiant contra Nolan Ryan:
Ocasionesen que
se enfrentaron al orden |
OPS permitido por Tiant | OPS permitido por Ryan |
1 | .000, K | .476, 1B, 2 BB, 4 K |
2 | 1.181, 3 1B, 2B, BB, 3 R | .444, 4 BB, 4 K, 1 R |
3 | .111, BB, 2K | .236, 1B, BB, 4 K |
4 | .444, 2 1B | .667, 3 1B, BB, 2 K |
5 | .508, 2 1B, 2 BB | 1.389, 1B, HR, 2 BB, 2 K, 2 R |
6 | .250, 1B, 2K | .222, 1B, 2 K |
7 | 2 BF: 2.500, 1B, 2B, 1 R | 4 BF: .000, K |
*nota del traductor: BF=bateadores enfrentados en esa entrada.
Tiant se llevó la derrota después de lanzar 14 entradas y un tercio en las que permitió 11 hits, cuatro bases por bolas y cuatro carreras a los 56 bateadores que enfrentó. Ryan se fue sin decisión (el relevista Barry Raziano consiguió la única victoria de su carrera lanzando dos entradas perfectas en la 14ª y 15ª) después de 13 episodios en los que cedió diez bases por bolas, ocho hits y tres carreras a los 58 bateadores que enfrentó. Ponchó a 19. ¿Piensa en el número de lanzamientos? Tuvo que estar alrededor de los 200.
Tomando esto como referencia, podríamos decir que no hay evidencia de que exista una penalización por enfrentarse a un orden al bate en una séptima ocasión.
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