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Image credit: Wendell Cruz-USA TODAY Sports

Traducido por Pepe Latorre

Confieso que no soy un gran aficionado a los cuadrangulares. Ver como un lanzador pierde una blanqueada, un marcador favorable o un partido por un mal lanzamiento no parece correcto. Todos hemos visto como un pitcher con una carrera de ventaja da una base por bolas a un tipo porque el árbitro se confunde con un conteo de 2-1. Y al final se lleva la derrota porque el siguiente bateador aprovecha su único mal lanzamiento del juego para mandar la bola a las gradas. Prefiero ver muchos dobles y sencillos.

No estoy loco. Siempre me ha gustado ver béisbol. Es algo que haré siempre. Solo digo que no estoy enamorado de una manera de anotar que gira en torno al home run. Aunque claro, soy consciente de la hazaña física que supone conectar un bambinazo. Lánzame tantos pitcheos de Grandes Ligas como te parezca, te garantizo que no golpearé ni uno uno por encima de la valla. Dudo incluso que pueda sacar uno del cuadro. Un simple contacto me parecería un éxito.

Pero, qué pasa si real y verdaderamente odias los home runs. Si lo que te gusta es ver cómo los equipos manufacturan carreras. No hablo de ninguna de esas estrategias (como el toque o el hit-and-run) que se han probado que son menos efectivas. Me refiero simplemente a encadenar hits, robar bases, lograr outs que permitan el avance de corredores… Para alguien así los cuadrangulares son un anatema.

Alguien así odiaría el béisbol actual.

En este gráfico podemos ver el porcentaje de equipos que no conectaron home runs en un juego en la Era Divisional. Para ser claros, cada partido jugado cuenta como un juego de dos equipos. Si ninguno de los dos conjuntos conecta un home run ese partido cuenta como cero juegos con un home run. Si uno lo hace pero el otro no, se contabiliza como un juego con cuadrangulares y otro sin ellos. Si ambos la mandan a las gradas al menos una vez, cuenta como dos juegos con bambinazos. Los datos para 2021 se recabaron a fecha del 17 de abril.

He agregado una línea de tendencia, pero no hace ni falta. Se ve muy fácilmente. En 1976, teníamos un 57,1% de los juegos sin home run. Los equipos tampoco dieron cuadrangulares en más de la mitad de los juegos que se disputaron en 1972, 1974-75, 1978 y 1980-81. La última vez que esto sucedió fue en 1992. Han pasado casi 30 años desde que los equipos no dieron home runs en la mayoría de sus juegos. Creo que podemos afirmar con confianza que pronto podremos eliminar la palabra casi de la frase anterior. Actualmente llevamos un ritmo en el que menos de un tercio de los juegos de equipo no tienen home runs. Eso no está muy lejos del mínimo histórico de 2019: un 27%.

Hay un par de inferencias claras. Primero, hay muchos más cuadrangulares. La habilidad de los bateadores, las trayectorias del swing, el desarrollo de los jugadores, el diseño del estadio… todo contribuye. Por otro lado, los cambios en el béisbol son claramente visibles. Entre 2012 y 2014, el porcentaje de juegos sin un homer fueron en aumento: 39, 41 y 44%. El valor más alto desde 1992. Luego, como ha sido plenamente demostrado, la pelota fue modificada a mediados de la temporada 2015. La proporción de juegos sin cuadrangulares desde 2016 es menos de un tercio.

Por supuesto, los home runs son buenos para el equipo que los golpea. Siempre anotan un mínimo de una carrera. En consecuencia, los equipos que conectan cuadrangulares mejoran sus probabilidades de ganar. Pero no son un requisito. En 1976, cuando el porcentaje de juegos sin un homer alcanzó su punto máximo, los equipos que no conectaron ninguno ganaron el 41% de sus juegos. Los equipos que no conectaron ninguno lograron ganar al menos un tercio de sus juegos todos los años hasta el 2008. Pero desde entonces… he superpuesto el récord de ganados-perdidos en juegos en los que no se dieron cuadrangulares al gráfico de arriba.

Los homers no solo ayudan a ganar partidos, se han convertido en algo necesario. En 2017, los equipos que no lograron cuadrangulares ganaron solo el 29.7% de sus juegos. Eso aumentó a 31.0% en 2018, cayó a 27.3% en 2019 y aumentó a 31.8% en la temporada acortada del año pasado. Este año, aunque sé que apenas estamos a mitad de abril, los equipos que no dan bambinazos están 36-105, lo que supondría un porcentaje de victorias del .255.

Así que a medida que han proliferado los home runs, su importancia ha crecido. Es cada vez más difícil ganar partidos de la MLB sin su ayuda. Esto contribuye a explicar el juego que estamos viendo. Para los que odian los home runs, estos son tiempos verdaderamente difíciles.

Gracias a Stathead Baseball por los datos.

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