Traducido por Carlos Pérez
Esta es la magia de Shohei Ohtani: en cualquier momento puedes verle hacer algo especial sobre un campo de béisbol. Quizá puedas ver una secuencia de eventos que nadie nunca ha visto. Puede encender los radares a una velocidad solo superada por Jacob deGrom. Puede lanzar splitters sobresalientes cuando quiera, y batea la pelota más fuerte en el aire que cualquier otro jugador de la liga. Tiene un DRA- de 72 esta temporada -eso es prácticamente calidad de as- y si la situación del juego lo requiere, puede trotar al jardín cuando termine de lanzar, ya que los Angels normalmente abandonan el BD cuando él está en el montículo. También lidera la liga en jonrones bateados y, anecdóticamente, sus bambinazos se vuelven virales en Twitter. Es el mejor bateador de poder en el béisbol y uno de los doce mejores lanzadores abridores.
Él es el primer Shohei Ohtani. No ha habido jugadores comparables desde hace muchas décadas. Nuestros nietos lo usarán como unidad de medida de lo que venga después.
Estuve en algo así como la Semana de Ohtani en la MLB la semana pasada. Sabía que iba a ver muchas cosas nunca vistas: un jugador nombrado para el Juego de Estrellas tanto como lanzador como bateador, y un lanzador All-Star en el Derbi de Jonrones. Lo que más me impactó fue que Ohtani, a través de su talento y carisma inconmensurables, está formando una conexión con los fans como las que la Major League Baseball hacía tiempo que no veía.
Fui a Denver a cubrir el Juego de Estrellas Futuras. Pero si soy honesto, me ofrecí voluntario cuando descubrí que estaría acreditado durante los tres días, y los eventos de las ligas mayores contarían con un Ohtani dispuesto a romper el béisbol. ¿Cuándo si no vas a escuchar “bateando primero, el bateador designado y el lanzador abridor” en un evento televisado en todo el país? Quería estar allí cubriéndolo.
Sobre el papel, Ohtani tuvo una semana normalita. Solo lanzó una entrada, y fue una entrada perfectamente buena, pero tampoco hizo nada fuera de lo común. ‘Solo’ llegó a 100 mph en una entrada sin anotación ordinaria. En el plato terminó 0 de 2. Estaba fuera del partido y atendiendo a los medios al final de la tercera entrada. Fue una oportunidad perdida para mostrar sus habilidades únicas durante todo el partido.
Para los aficionados en Coors –y al menos este escriba en la zona de prensa auxiliar- la atracción real fue en realidad la noche antes, en el Derbi de Jonrones, con Ohtani liderando a ocho de los mejores jonroneros del béisbol tratando de romper las leyes de la física en uno de los eventos más destacados de las mayores. Desde la primera vez, Ohtani entró y salió del campo entre vítores durante los entrenamientos de la Liga Americana el lunes por la tarde: era la estrella del espectáculo. Eventualmente agarró un bate y realizó una ronda de práctica de bateo, su primera ronda en exteriores en meses. Rápidamente mandó una bola a las filas más altas de la grada alta del sector derecho, más lejos que nadie en dos días de entrenamientos.
El primer encuentro del Derbi de Ohtani con Juan Soto presentó una de las atmósferas más eléctricas que nunca he visto en un evento deportivo. El público reaccionó más por Ohtani que por Nolan Arenado, el antiguo icono de los Rockies, o Trevor Story, su estrella actual del equipo si es que no lo traspasan pronto. Cantaron “OH-TANI” al unísono como si fuera The Rock hace veinte años en la cúspide de su estrellato en la lucha libre. Vieron magia en un lanzador enviando pelotazos monstruosos por todo Coors, y produjo una de las noches de entusiasmo más grandes que he podido vivir en un estadio de béisbol.
Después de una apertura lenta, Ohtani alcanzó los 22 jonrones con un arreón final espectacular. Empataron de nuevo en el tiempo extra, y a Ohtani se le acabó la gasolina para otro tiempo extra. De todas formas, no habría tenido una oportunidad ante la máquina del Derby, Pete Alonso, en las semifinales. Quizá fue incluso mejor que fuera eliminado en una divertida batalla con uno de los mejores pegadores jóvenes de la liga.
Tan bueno y excitante como es Ohtani, está todavía en un club de segunda división que probablemente se pierda los playoffs por séptima temporada seguida. Sus juegos son frecuentemente ante los aficionados que no están en la oeste que se han ido a dormir. Por supuesto, Major League Baseball no suele sobresalir a la hora de promocionar a sus estrellas incluso cuando se lo ponen fácil.
Sin embargo, los hitos de Ohtani brillan de todas formas. Según Fanatics, Ohtani ha vendido diez veces más productos que cualquier otro de la MLB en julio, y más que cualquier atleta profesional o colegial en cualquier deporte. Las audiencias televisivas subieron mucho para el Derby, con el pico en el encuentro entre Ohtani y Soto.
Estoy muy content de que los aficionados lo vieran. Vieron al mejor showman del béisbol realizar uno de los mejores espectáculos que he visto en un campo de béisbol. No hay mejor publicidad para este deporte.
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