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Image credit: © Raj Mehta-USA TODAY Sports

Traducido por Carlos Pérez

Tenemos una gran cantidad de datos en las menores de las capacidades cada vez mayores de los sensores de Statcast. Aunque la medición comenzó midiendo métricas de lanzamiento, quizá algunas de las estadísticas más importantes y valiosas que han llegado del sistema miden los resultados del bateo: la velocidad de salida y el ángulo de lanzamiento, en particular, han arrojado nueva luz sobre las estrategias óptimas de bateo en la MLB.

Los equipos han tenido acceso desde hace tiempo a números similares en las menores. Pero hasta hace poco, nada de esa información era pública. Un volcado reciente de información de MLBAM muestra que hay grandes diferencias sobre cómo los bateadores de ligas menores hacen contacto comparados con sus colegas de ligas mayores. Le pegan a la pelota menos fuerte, menos alto, y gracias a una pelota menos aerodinámica, menos lejos.

Los nuevos datos vienen principalmente de un puñado de parques de Clase A. En un artículo anterior, eché un vistazo a métricas de lanzamientos del mismo volcado de datos, y encontré que los lanzadores de MLB (como era previsible) tienen velocidades de bolas rápidas mucho más veloces. Había más de 100,000 lanzamientos con datos para examinar, pero hay un tamaño muestral mucho más restringido para pelotas bateadas: unas 4,000 con los datos de velocidad de salida y ángulo de lanzamiento.

Al igual que con los números de velocidad de lanzamiento sobre los que escribí anteriormente, hay muchas cuestiones técnicas para las que no tenemos todavía una respuesta en lo que a números se refiere. Aunque vienen de los mismos sistemas de ojo de halcón usados en las mayores, esos sistemas quizá no estén tan bien calibrados o instalados en ligas menores. Sin muchos parques que comparar, es difícil saber qué tipo de efectos de parque existen.

Las iteraciones de sistemas de medida pasados han tenido problemas a veces para capturar todas las trayectorias de pelotas bateadas, fallando a menudo en ángulos de bateo muy altos o bajos, aunque el ojo de halcón en las mayores raramente tiene este problema. Hay evidencia de este problema en los datos de ligas menores: comparando las clasificaciones de pelotas bateadas (línea, elevado, rodado, etc.) los datos de las menores parecen tener la cobertura más completa en líneas, y comparativamente menos información en elevados y toques.

Una vez sabiendo eso, y enfocándonos principalmente en el tipo de trayectoria mejor medida (las líneas), los datos disponibles dibujan un cuadro interesante. Como con la velocidad de lanzamiento, hay una brecha de talento significativa entre las menores y las mayores, hasta el punto de dos millas completas por hora de velocidad de salida, en promedio. Si el jugador de ligas menores bajas promedio fuera un jugador de la MLB, tendría una velocidad de salida en la línea similar a Lourdes Gurriel Jr., cuyo perfil ofensivo esta temporada no ha sido especialmente inspirador. (No hay duda de que producirán mucha menos velocidad del bate contra lanzadores de calibre MLB, claro).

La diferencia se pronuncia más cuanto más subes en el espectro de contacto. La velocidad de salida máxima de una línea de drive en las menores registrada este año parece ser 116; en las mayores, es 120. Un juego típico en Clase A presenta una velocidad de bateo máxima de unas 108.5 mph, por 111 en las mayores. Los niveles más bajos no tienen el calibre de los bateadores, algo común en las mayores, que pueden sin problemas destrozar el cuero de la pelota.

Este mismo patrón se mantiene a nivel de jugadores individuales. En las menores más bajas, alrededor del 41% de los bateadores tienen velocidades de salida máximas de más de 105 millas por hora. En las mayores, por el contrario, es el 51%. Los jugadores de ligas mayores no siempre le pegan fuerte a la pelota, pero cuando lo hacen, generan un contacto más duro del que casi pueden conseguir los jugadores de ligas menores.

La velocidad de salida no significa nada, por supuesto, sin el ángulo de lanzamiento apropiado. Debido a las dificultades en las menores para medir elevados, el ángulo de lanzamiento no es tan fácil de cuantificar. Pero los investigadores capturan información sobre la trayectoria incluso cuando las máquinas no lo hacen, y esa información sugiere que los bateadores de Clase A son mucho más propensos a elevaditos y rodados, y mucho menos propensos a batear líneas que sus homólogos de la MLB. Las líneas tienden a caracterizar el enfoque de ligas mayores.

Estos datos también sugieren otra gran diferencia en el béisbol entre las ligas menores y las mayores: la propia pelota. Aunque las menores más altas ahora utilizan el diseño de la pelota de la MLB, las menores más bajas utilizan un modelo diferente, uno construido por una máquina en China. Esta pelota, al parecer, viaja mucho menos por una combinación dada de velocidad de salida y ángulo de lanzamiento que su equivalente en ligas mayores. Por ejemplo, un elevado típico de 23 grados y 97 millas por hora en las mayores viaja unos 346 pies. En los datos de las menores, viaja 342 pies, o sea, cuatro pies menos. Es una diferencia pequeña, pero suficiente para que importe mucho para que la bola termine o no sobre la verja.

La pelota también puede ayudar a explicar algo de los números de velocidad de salida tan dispares. Cuando a los jugadores de grandes ligas se les han medido las bolas bateadas en las menores con este conjunto de datos, tienden a registrar velocidades de bateo significativamente más bajas que cuando estaban en las mayores. Por un lado, algunos estaban ahí por asignaciones de rehabilitación, así que tiene sentido que no abaniquen con tanta fuerza; por otro, la reducción sistemática en la velocidad de salida puede apuntar a un error de medición o a una pelota que está menos alterada en las menores inferiores.

De hecho, cuando la Triple-A cambió a la versión MLB de la pelota en 2019, los jonrones explotaron súbitamente en esos juegos. En efecto, el cambio a la misma pelota suaviza el camino para los jugadores de ligas menores que necesitan aclimatarse al estilo de juego de la MLB, que parece estar mucho más enfocado en jonrones (velocidades de lanzamiento más grandes, líneas y elevados más potentes).

Aunque el salto de Triple-A a las mayores pueda ser más fácil, todavía hay una gran dificultad; es solo que el salto es ahora más fácil en su proceso que cuando los prospectos suben de Doble a Triple A. Probablemente tener ese filtro en niveles más bajos es mejor para los equipos, porque ayuda a eliminar a los jugadores que no pueden sobrevivir el cambio a una pelota más aerodinámica antes de que hagan apariciones en juegos de MLB.

La llegada de estos datos va a crear probablemente una herramienta prematura y más acertada para eliminar las pretensiones menos realistas de los jugadores de ligas menores de competir en las ligas mayores. Algunos bateadores de las ligas más bajas (aquellos que no pueden igualar las velocidades de salida máximas comunes en la MLB) van a tener menos esperanzas realistas de llegar al show, al menos como bateadores. Cuantos más datos proliferen en las menores y cuanto más acertados se vuelvan, el proceso de las oficinas generales de filtrar jugadores que simplemente no tienen opciones de competir será más rápido. Esta lógica (y la búsqueda de más beneficio económico) puede evidenciar algunos de los empujes entre los empleados de las gerencias para reducir las menores, un plan que es perjudicial por muchas otras razones.

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