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Image credit: © Stan Szeto-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Los juicios de bolas y strikes cantados se encuentran entre los impactos más tensos y notables de los umpires en el juego. En teoría, hacerlos parece una cuestión de veracidad simple y objetiva: ¿la pelota atravesó el rectángulo flotante de la transmisión televisiva o no? En realidad, es mucho más complicado, y hay mil factores minúsculos que influyen en que el lanzador reciba o no una decisión favorable, desde la cuenta hasta la ventaja de campo, pasando por la postura del bateador inmediatamente antes de ver el lanzamiento. Estos factores complican los actuales argumentos a favor de sustituirles por robots en esta función vital.

Pero, independientemente de lo que pienses sobre los umpires robot, un factor muy importante en el que todos deberíamos estar de acuerdo en que no debería formar parte de la decisión de bolas o strikes es la raza del lanzador o del bateador. Y sin embargo, un nuevo estudio sugiere que los umpires conceden miles de strikes a los lanzadores blancos, y miles menos a jugadores no-blancos, específicamente negros e hispanos. Con la mayor y más potente muestra de lanzamientos hasta la fecha, el estudio realizado por Hank Snowdon, estudiante de Claremont McKenna, muestra importantes sesgos raciales en la forma en que los árbitros realizan los lanzamientos.

Los estudios anteriores sobre los prejuicios en el béisbol han arrojado resultados algo contradictorios, especialmente en lo que respecta a las decisiones de los umpires sobre los lanzamientos. Algunos estudios han encontrado efectos significativos, otros han encontrado que esos efectos dependen fuertemente de cómo se especifiquen exactamente los modelos, lo que significa que pueden no ser exactamente ciertos. Vale la pena señalar aquí que en otros ámbitos del béisbol—como si las organizaciones promueven por igual a los jugadores no-blancos en ligas menores, o cuando los árbitros deciden expulsar a jugadores—hay pruebas de importantes prejuicios raciales.

Centrarse en las llamadas de bolas y strikes ofrece una forma interesante de medir el prejuicio por dos razones: en primer lugar, hay cientos de miles de estos juicios al año; en segundo lugar, gracias a Statcast y PitchF/X, sabemos una cantidad asombrosa sobre si un lanzamiento dado debe ser cantado bola o strike para empezar. Esto hace que la cuantificación de los errores sea mucho más fácil.

Para su estudio, Snowdon toma la totalidad de los datos de la era del seguimiento de lanzamientos, que asciende a millones de lanzamientos con datos entre 2008 y 2020. Estudios anteriores han tenido datos menos precisos y menos numerosos en los que basarse. Es un poco como ir a la caza de algo microscópico utilizando una lupa: es posible que no lo veas aunque esté ahí. Snowdon se acerca al problema con un microscopio de gran potencia y enseguida encuentra pruebas de que las llamadas son prejuiciosas.

Entonces desglosa esas decisiones de varias maneras, incluyendo si fueron llamadas bolas-como-strikes o strikes-como-bolas, y basándose en si el lanzador o el bateador comparten una categoría racial con el umpire. (Aproximadamente el 90% de los umpires eran blancos durante el período de tiempo estudiado, una grave falta de diversidad en relación con la plantilla de jugadores de la Liga). Pero, sea como sea, descubre que los árbitros tienden a tomar decisiones más ventajosas cuando comparten la misma raza que la persona que se vería favorecida.

Estos efectos son pequeños, pero también lo suficientemente grandes como para ser notables. Según el estudio, es más probable que las decisiones erróneas se deban a la raza en un 0.3%. Snowdon calcula que los umpires cantaron de forma diferente unos 18,000 lanzamientos durante los 13 años que duró el estudio debido a los prejuicios raciales, lo que significa que cambiaron algo más de 1,000 cantadas al año. Cualquier jugador individual podría recibir sólo un puñado de ellas en una temporada, pero para los jugadores negros de la Liga—quienes ya luchan contra la discriminación en otros aspectos—cualquier barrera adicional es un problema significativo.

Uno de los aspectos más polémicos y difíciles de cualquier estudio sobre la discriminación racial (en el béisbol y en otros ámbitos) es que, en realidad, las identidades raciales son mucho más complejas de lo que puede indicarse en una sola descripción de una palabra (en términos estadísticos, una variable categórica: “blanco” vs. “negro” vs. “latino” vs. “asiático”). La verdad de la identidad racial es que las personas pueden ser tratadas de forma muy diferente dependiendo de las circunstancias y los prejuicios de la gente que les rodea, y muchas personas tienen múltiples orígenes que se intersectan y se cruzan. Este problema es especialmente pronunciado en el béisbol, donde muchos jugadores son afrolatinos, algunos procedentes (o con antepasados) del Caribe.

El estudio de Snowdon no puede resolver este problema, pero su estudio se reduce, en última instancia, a encontrar una poderosa diferencia en el tratamiento de los jugadores blancos frente a los no-blancos, independientemente de si son negros, latinos o ambos. Dado que la principal variable de interés es si el umpire es de la misma raza que el lanzador o el bateador, no importa tanto para estas estadísticas el origen demográfico que tengan, siempre que no sea el mismo que el del umpire. Aunque Snowdon recopiló su información a partir de una combinación de páginas de Wikipedia, información sobre el país de origen, inspección manual de fotos y otras fuentes, incluso unos datos demográficos ligeramente inexactos suelen ser suficientes para detectar un prejuicio. De hecho, para que esta discriminación sea un hallazgo falso se requeriría un nivel muy alto de clasificación racial errónea que parece improbable.

Una desventaja del enfoque que se centra en si el umpire y el jugador tienen la misma raza es que hace una suposición implícita de que los umpires latinos serán tan parciales contra los jugadores blancos como los árbitros blancos lo son contra los latinos. (El propio estudio utiliza el término “hispano”, que es una categoría lingüística, mientras que latino es una categoría étnica). Por varias razones—el racismo inherente y estructural que constituye el trasfondo histórico de la sociedad norteamericana, entre otras—es poco probable que eso ocurra. Y, de hecho, en un análisis más profundo, Snowdon descubre que los umpires hispanos muestran un sesgo contra los jugadores no-blancos, no contra los blancos, como supone el planteamiento inicial. Este hallazgo se hace eco de un amplio conjunto de investigaciones en el ámbito policial que demuestran que la contratación de más agentes no-blancos no siempre elimina las disparidades raciales. Existe la presión de hacer el papel, y en el arbitraje, eso puede significar hacer llamadas ligeramente sesgadas.

Una pieza que faltaba en el estudio es que los receptores desempeñan un papel importante en la forma en que se cantan los lanzamientos, y su raza o etnia también pueden ser relevantes. Desgraciadamente, debido a los prejuicios sobre cómo los jugadores de diferentes razas son canalizados a ciertas posiciones, hay una gran escasez de receptores negros y asiáticos (pero no de receptores latinos). Esto hace que el estudio de los prejuicios raciales en la posición sea mucho más difícil, aunque no imposible.

Esta tesis no es la última palabra sobre la existencia o el impacto de la discriminación en la Liga. Sin embargo, a medida que se acumulan más datos con información cada vez más detallada, estamos construyendo un microscopio cada vez más potente para aislar y cuantificar el prejuicio racial. En comparación, los estudios anteriores han sido menos capaces de detectar la discriminación, con datos de peor calidad y en un periodo de tiempo más corto.

El estudio suscita una serie de preguntas de seguimiento, pero también contribuye a la creciente defensa de los árbitros robot. Con la llegada de una tecnología de seguimiento más avanzada, algunos de los problemas técnicos que afectaban a las primeras versiones de Statcast están disminuyendo, y mientras tanto se siguen acumulando pruebas—de este estudio y de otros—de que los umpires reaccionan a variables que no tienen nada que ver con el lanzamiento a la hora de tomar decisiones. Aunque estos errores sean raros, merece la pena invertir en un sistema que no reaccione a la raza, el estatus, la edad o el prestigio de un jugador dentro del juego para conseguir un juego más adecuado para los jugadores con talento, vengan de donde vengan o sean quienes sean.

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