
Hace poco terminé una serie de cuatro artículos sobre los abridores. En ellos resaltaba que los lanzadores acumulan menos entradas por apertura, más descanso entre salidas y que está tendencia parece no tener vuelta atrás. El resultado es que el valor de los abridores se ha trasladado a unos bullpens más profundos. Esto ha provocado una serie de cambios en el juego, entre ellos, los salarios.
¿Es esto cierto?
Una herramienta tan maravillosa como Cot’s Contracts nos permite comprobarlo. Miré las nóminas del Día de Apertura desde 2003. No es una medida perfecta ya que las nóminas incluyen tanto la lista activa de los equipos (25 hasta 2019, 26 a partir de este año) como a cualquier pelotero en la lista de lesionados. Si un equipo tiene varios jugadores lesionados el Día de Apertura, su nómina puede ser más alta que en una fecha posterior cuando los jugadores lesionados regresen y sus reemplazos se eliminen de la lista. Pero es realmente lo mejor que podemos hacer. Por ejemplo, es una tontería averiguar quién en los Astros está sustituyendo a Justin Verlander. Tampoco tiene sentido eliminar el salario de $33 millones de Verlander en 2021.
Aquí tenemos desglosado el salario de bateadores y lanzadores, así como las nóminas totales de la MLB. Vamos a ver el promedio por equipo y en todos los casos he excluido el 2020.

Se puede ver por qué está preocupada la Asociación de Jugadores. Las nóminas en el Día de Apertura alcanzaron su punto máximo en 2017, con $136 millones por equipo. Han estado en declive desde entonces. Este año estaban en $127 millones, una disminución del 7% con respecto al 2017 a pesar de la ampliación de un jugador que se ha hecho en los rosters (si todo fuera proporcional las nóminas habrían aumentado en un 4%, lo que refleja la expansión de un 4% que se ha hecho en los rosters).
Pero en vez de fijarnos en la línea de puntos que indica el total de los salarios, vamos a centrarnos en el color negro y el rojo que representan a bateadores y lanzadores respectivamente. Mi tesis era que a más lanzadores menores salarios. No parece que eso sea lo que está sucediendo. Desde 2012, por cada dólar que los equipos gastan en bateadores gastan 0.83 en lanzadores. Esto no ha cambiado.
Pero la composición de las plantillas sí que lo ha hecho.

Los peloteros en la lista de lesionados ensombrecen un poco este análisis. Había 802 jugadores en los rosters en el Día de Apertura de 2003 y 905, un 13% más, en 2020. Pero la cifra se ha mantenido estable durante la última década. De 2012 a 2021 los equipos promediaron entre 29.0 y 30.2 jugadores inscritos para el Día de Apertura. No es una variación grande.
Lo que sí ha cambiado es la manera de confeccionar los rosters. En 2013, no hace mucho, los equipos contaban con más bateadores que lanzadores. En 2017 había exactamente 446 de cada. Este año nos encontramos con que el número de brazos excedía al de bates en un 20%. Algo sin precedentes.
Si hay más lanzadores en relación con los bateadores y los salarios de los lanzadores y bateadores no han cambiado, esperaríamos que los lanzadores percibieran una parte cada vez mayor de las nóminas totales. No es así.

Durante algunos años la proporción de nóminas de los lanzadores se registró con la línea roja, que muestra el total de lanzadores en las nóminas en el Día de Apertura. Es lo que vemos en el gráfico anterior. Pero la curva se ha aplanado. Y probablemente puedes adivinar por qué.


El crecimiento salarial de todos los jugadores se ha estancado, pero aún más en el caso de los lanzadores. Según la mediana el salario de un lanzador este año es de 925.000 dólares, el más bajo desde 2009.
Y aquí el último gráfico. Así es como los salarios de los lanzadores se han relacionado con los de los bateadores.

La mediana, como se puede ver, oscila mucho. Pero la tendencia general es obvia. A principios de este siglo los lanzadores ganaban casi tanto como los bateadores. Ahora ganan mucho menos y la brecha se ha ido ampliando gradualmente.
Creo que hay dos conclusiones claras. La primera es que el aumento del número de lanzadores por equipo es un factor importante para la disminución de las nóminas generales de MLB. Esto es por dos razones. La primera es que los lanzadores, en general, ganan menos que los bateadores. La segunda es que, como señalé en el último artículo de la serie, el valor individual que suponen los lanzadores para las victorias del equipo está en declive. Los abridores están lanzando menos entradas, 18 lanzadores registraron al menos 220 entradas en 2011, esto es 18 más de lo parece que va a suceder este año, lo que limita su contribución. Y las cargas de trabajo de los relevistas no aumentan en consecuencia. Si en conjunto, pero no para relevistas individuales. En 2011 los relevistas promediaron 1.02 entradas por aparición, y eso ha aumentado solo a 1.09 este año. Si un lanzador tiene un papel menor en las victorias de su equipo parece lógico que se le debería pagar menos. Como resultado tenemos más lanzadores, pero esos lanzadores ganan, en conjunto, menos dinero.
La segunda conclusión es que esto es, al menos a mi parecer, un subproducto de la estrategia moderna en lugar de un plan para pagar menos a los jugadores. Sí, reducir la carga de trabajo de los lanzadores conduce a más lanzadores en las listas, pero ganan menos dinero que los bateadores. También supone menos dinero para los lanzadores a nivel individual ya que asumen menos responsabilidad en las victorias del equipo. Como resultado la compensación de los jugadores disminuye y la rentabilidad del equipo aumenta.
Pero esta estrategia también conduce a mejores resultados. Es bien conocido el castigo que supone para los abridores enfrentarse varias veces al mismo lineup así como el impacto negativo que las cargas de trabajo pesadas tiene en los relevistas. Una estrategia para maximizar las ganancias implica repartir entradas entre un número cada vez mayor de lanzadores. Para las gerencias el impacto de esto en las nóminas es lo opuesto al daño colateral… ¿Beneficio colateral? ¿Existe algo así? Llámalo como quieras, pero es lo que está sucediendo (y llegados a este punto, propongo, por enésima vez, limitar el tamaño del cuerpo de lanzadores).
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