Traducido por José M. Hernández Lagunes
Algunas Series Mundiales son más memorables que otras. Las que se celebran en años que terminan con el número 1, como la de este año, son algunas de las más recordadas. Al seguir su historia, podemos revivir glorias pasadas y trazar la trayectoria del propio juego. En mi último artículo, describí las Series Mundiales de hace 10, 20, 30, 40, 50, 60 y 70 años y te puse muchos números. Ahora tocan muchas gráficas.
La mayoría de ellos son poco notables. Por ejemplo, aquí están los OPS generales en las Series Mundiales de 1951, 1961, 1971, 1981, 1991, 2001, 2011 y 2021.
Algunos años, los bateadores lo hacen mejor que otros. Lo mismo ocurre con las carreras por partido.
Los ponches han aumentado constantemente, lo cual no es sorprendente, aunque este gráfico hace parecer que los ponches no se convirtieron realmente en un problema hasta el siglo XXI.
Gran parte de esto está dictado por quién llega al baile final. En 2011, los Rangers y los Cardinals fueron los dos equipos más difíciles de vencer en las Ligas Mayores. En 2001, los lanzadores de los Diamondbacks y de los Yankees se situaron en el puesto 2-3 de las Mayores en ponches. Este año, los Astros fueron el segundo equipo con menos ponches y los Braves el 11º con más.
Esta discrepancia se refleja en la relación K/BB.
El porcentaje de carreras anotadas por cuadrangular—el Número Guillén—se ha mantenido sorprendentemente constante.
A pesar de todas las quejas que se oyen en la postemporada sobre el bateo de contacto y los enfoques para conectar cuadrangulares, el hecho es que contra los mejores lanzamientos, es mucho más fácil anotar una carrera golpeando la bola por encima de la valla que encadenando una caminata y un par de sencillos.
Esta es una tendencia que no le sorprenderá.
Aparte de la caída en 2001 (culpa de Schilling, Johnson, Clemens, Mussina y Pettitte), hemos visto un aumento constante en el número de lanzadores que los equipos necesitan para terminar un partido. La cifra subió a un nuevo máximo en 2021, aunque el salto en 2011 fue mayor.
Esto tampoco te sorprenderá, pero te desafío a que localices una tendencia anterior a este año.
Para ser justos, la razón por la que este gráfico no tiene tendencia antes de este año es la cifra de 1981. Puede ser que los managers Tommy Lasorda y Bob Lemon fueran reacios a forzar a sus abridores debido a la pausa de casi dos meses por huelga en la mitad de la temporada. Los lanzadores abridores promediaron 6.38 entradas por salida en 1980 y 6.24 en 1982, pero sólo 6.06 en la segunda mitad de 1981.
Si se elimina el año 1981, se obtiene una línea suavemente descendente hasta que cae en picada en 2021. Queda por ver si los patrones de uso extremo de los lanzadores en la Serie Mundial de este año son una señal de lo que vendrá o una reacción a las cargas de trabajo post-COVID y una serie de lesiones clave (Soroka y Verlander todo el año; Morton y McCullers durante la postemporada).
Aquí está el promedio de tiempo de juego. Voy a mostrarlo de dos maneras. La línea roja con puntos es el tiempo promedio de juego para cada partido de la Serie. La línea negra con cuadrados es la cifra por cada 18 entradas lanzadas, por lo que las Series Mundiales con muchas entradas extra (por ejemplo, 1991: promedio de 56.9 outs por partido) están en igualdad de condiciones con las Series Mundiales en las que el equipo local ganó mucho y no tuvo que batear en la baja de la novena (por ejemplo, 1981: promedio de 51.5 outs por partido).
En cualquier caso, puedes ver lo que está pasando. Los partidos tardan más en completarse. Si has pasado más de 30 segundos en Twitter esta postemporada, habrás oído hablar de esto, y de cómo las horas de inicio tardías y los partidos largos significan que los niños—los futuros aficionados al deporte—no pueden ver el evento más importante del juego.
Pero resulta que eso no es cierto. Como señaló Murray Brown, de Forbes, John Durand, de Sports Business Journal, observó en un artículo de 2007 que—cito a Durand: ”cuanto más tarde empiezan y terminan los partidos, mayor es la audiencia en todos los grupos demográficos, excepto en los adultos de 55 años o más”. En aquel momento, resultaba chocante observar que el grupo demográfico de 6 a 17 años constituía el mismo porcentaje de espectadores a las 8 de la tarde que a medianoche”.
Durand volvió a comprobarlo en 2016 “para ver si esas cifras seguían siendo válidas. No lo hacen. Parece que incluso hay más jóvenes que ven los partidos más tarde que antes.” Conclusión: sí, los partidos tardan más, pero no hay base para el cuento de preocuparse por los niños que viven en la zona horaria del Este.
***
Basándonos en esta muestra altamente selectiva de ocho Series Mundiales, no hay muchas conclusiones que sacar. Más ponchados, sí, pero eso ya lo sabíamos. La ofensiva ha tenido altibajos, incluso en términos de dependencia en toletazos de vuelta entera. Los equipos están utilizando más lanzadores, en parte porque confían menos en los abridores. Y aunque los partidos son más largos, el sesgo de la Costa Este exagera su impacto.
Que esto requiera un arreglo al juego es cuestión de gustos. A mí me parece bien una repetición de 1971, 1991, 2001 o 2011, en cualquier momento.
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