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Este artículo fue publicado originalmente el 8 de junio.

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Theo Epstein tiene un nuevo trabajo. En lugar de intentar arreglar una franquicia condenada a la irrelevancia, ahora asumió la tarea de reparar la estética del béisbol. Epstein tiene algunos desafíos formidables por delante y los trató en una reciente entrevista con Bob Nightengale, incluyendo la mención del dominio del picheo, las estrategias modernas de los relevistas y los enfoques de los bateadores.

En resumen, Epstein dijo: “Es un poco un círculo vicioso en el que los lanzadores son tan buenos, el posicionamiento defensivo es tan bueno, que los bateadores priorizan los cuadrangulares y no los enfoques con dos strikes o el uso de todo el campo”. De los factores que mencionó, el posicionamiento defensivo puede atraer la menor atención en relación con su impacto masivo en la evolución del juego. Un análisis de las defensivas desde 2016 muestra que las bolas bateadas que solían caer convirtiéndose en hits ahora son outs, gracias a un nuevo posicionamiento que lleva a los jardineros más cerca de la pared. El resultado es que, incluso ignorando por completo el impacto del cambio, la mejora del posicionamiento en la Liga ha quitado cientos de hits de extra bases.

La semana pasada analicé la forma en que el posicionamiento defensivo de la MLB se ha adaptado desde los primeros años de disponibilidad de datos. En general, los jugadores de campo de todas las posiciones se han alejado del plato, un cambio tan generalizado y consistente que es poco probable que se produzca sólo por casualidad. Descubrí que dos posiciones se vieron más afectadas que ninguna otra—los jugadores de tercera base y los jardineros centrales—y que esas dos posiciones, quizás no por casualidad, también han impulsado la mayor parte de la disminución del BABIP desde 2015.

Pero aunque existe una correlación entre las posiciones que más se han movido y las zonas del campo que han experimentado un mayor descenso en los bateos, se necesitan más pruebas para demostrar cómo la eficiencia defensiva ha cambiado el juego. Especialmente en una época en la que los parámetros de la propia pelota de béisbol están cambiando, desde su resistencia al aire hasta su velocidad de salida, es necesario echar un vistazo más granular para ver si las mismas pelotas bateadas se están convirtiendo en hits con menos frecuencia que antes.

El esfuerzo por determinar cómo los equipos están mejorando sus tácticas defensivas se ve obstaculizado por la falta de datos. Statcast genera la posición inicial de cada jardinero para cada jugada; no hay razón para que estas posiciones iniciales no puedan salir como columnas adicionales en los datos de Baseball Savant. Entonces sería posible medir el rendimiento de los diferentes posicionamientos directamente, en lugar de enfocarlo de forma lateral, como he hecho aquí.

Obtenemos un indicador de dónde estaban parados los jardineros simplemente en términos de si se realizó un out en la jugada o no. Si las pelotas que antes no se podían atrapar ahora caen en los guantes, eso sugiere que, o bien los atletas se han vuelto mucho más rápidos que antes, o bien los equipos han optimizado su posicionamiento. (Y basándonos en la velocidad de sprint, no hay pruebas de que los jardineros se hayan vuelto más rápidos desde 2015, aunque no podemos descartar que hayan mejorado sus brazos o su coordinación mano-ojo). Para analizar esta cuestión, desarrollé un modelo que predecía si una determinada bola bateada era un hit o un out, dependiendo del ángulo de salida, la velocidad y el ángulo de aspersión extrapolado, así como el parque donde ocurre el evento. (Excluí los cuadrangulares de los datos, para eliminar el efecto de una pelota más aerodinámica).

Este es el resultado del modelo: un mapa del campo, basado en la posición de aterrizaje de cada bola bateada, coloreado según si la bola es más fácil o más difícil de atrapar en esa zona. Más celdas moradas indican que una bola bateada en esa zona tiene más probabilidades de ser un out en 2021 que en 2016. Más áreas amarillas/naranjas indican lo contrario.

Las áreas más violetas están todas en el cuadro, lo que encaja con nuestro conocimiento de los turnos que deprimen el BABIP. Tres áreas en particular se destacan. De izquierda a derecha: la posición normal del tercera base, que ha retrocedido 10 pies (3 metros) desde 2015; la zona alrededor del parador en corto a la izquierda de la segunda, donde los bateadores con desplazo encuentran una gran cantidad de defensores; y la tercera, justo en el centro, un lugar antes seguro para conseguir un hit que se ha vuelto improductivo.

El jardín también es un mar de color púrpura, lo que sugiere que el posicionamiento defensivo ha mejorado el fildeo. Pero la zona entre el cuadro y el jardín destaca una rara sección de mayor producción ofensiva. Para ver esto mejor, ve una representación unidimensional del gráfico anterior, con la distancia desde el plato (en pies) en el eje x y el cambio en la probabilidad de out (diferencia en BABIP) en el eje y.

Todo lo que esté por debajo de la línea roja indica que las pelotas bateadas a esa distancia son más fáciles de atrapar en 2021; lo que esté por encima indica que las pelotas bateadas son más difíciles de atrapar. La mayor parte del rango de distancias hacia las paredes del campo está por debajo de cero, pero un área en particular—que va desde unos 175 pies a 275 pies (53.3m a 83.8m) del plato—ha visto un BABIP más alto este año.

Esta zona es exactamente la que se podría pensar que se vería afectada por los jardineros que retroceden, como vi en el último artículo. Si los jardineros retroceden unos metros, tienen una mayor distancia que recorrer en los bateos entre el cuadro y el lugar donde se encuentran. Pero también tienen una mayor capacidad de fildeo en las pelotas bateadas más lejos, a partir de unos 275 pies.

La razón por la que los equipos pueden estar de acuerdo con intercambiar algo de BABIP en batazos de hit cortos por una menor producción más allá es que hay mucho más valor ofensivo en las pelotas bateadas más lejos del plato. En total, las pelotas bateadas en el área de 275 pies o más tienen un 60% más de probabilidades de ser dobles, tres veces más probabilidades de ser triples y cinco veces más probabilidades de convertirse en flies de sacrificio que las más cercanas (175-275 pies). Lo que los equipos han hecho es quitar el hit de base extra, a costa de permitir un poco más de sencillos. (La otra razón por la que la compensación funciona es que simplemente hay más pelotas bateadas más lejos: alrededor del 24% de las pelotas bateadas viajan 275 pies o más, en comparación con el 19% de entre 175-275).

Es una opción que tiene sentido en la actual era del ponche y del HR. Los sencillos se vuelven menos valiosos cuanto menor es la probabilidad de mover a un corredor. A medida que el promedio general de bateo disminuye, hace que los sencillos cortos se conviertan en inconvenientes menores para los lanzadores, en lugar de ser el comienzo de entradas con muchas carreras.

Los resultados de este estudio apoyan la idea de que los equipos están retrocediendo conscientemente a sus jardineros para mejorar la eficiencia defensiva general y suprimir el tipo de ofensiva más peligrosa, los hits de extra-base. También muestran el tipo exacto de círculo vicioso al que alude Epstein en su entrevista: al quitar los dobles, triples y sacrificios, los equipos incentivan a los bateadores a no poner la bola en juego. ¿Por qué molestarse en llegar a la base cuando la principal forma de anotar es a través del cuadrangular?

El modelo predice que habría 1000 hits más este año si tuviéramos la misma defensa en 2021 que en 2016. Con 1000 hits más en el campo, estaríamos en camino de tener el BABIP más alto (.314) en muchos años, lo que concuerda con el pico en el contacto duro y la velocidad de salida. Los bateadores están poniendo la bola en juego con fuerza cuando no se ponchan; lo que ocurre es que las defensas son más capaces que nunca de convertir esas batazos fuertes en outs. Prorrateado a lo largo de todo el año, habría unos 3000 hits más en total.

Tendemos a pensar que los reacomodos son la nueva táctica defensiva dominante de la última década. Ya he argumentado antes que este punto de vista es erróneo: los reacomodos en el cuadro son muy visibles, pero los argumentos sobre su eficacia son contradictorios. Probablemente reduzcan el BABIP a veces, pero pueden suponer una penalización compensatoria que hace que el efecto general sobre la ofensiva sea mínimo.

Este análisis sugiere que los reacomodos son más bien la punta de un iceberg de eficiencia defensiva que está aplastando a la ofensiva en toda la Liga. Lo que el nuevo sistema de seguimiento proporcionó fueron datos detallados sobre dónde iba la pelota y dónde se paraban y movían los jardineros: todos los ingredientes necesarios para optimizar el trabajo de campo. Las gerencias de toda la Liga utilizaron esos ingredientes y podemos ver un cambio en el posicionamiento como resultado—y un cambio hacia un BABIP más bajo, acompañado por una compensación que suprime los hits extra-base. Los detalles sobre cuándo, cómo y por qué los equipos posicionan a sus jardineros están oscurecidos por la falta de datos, pero no son menos impactantes.

A medida que el BABIP desciende, está claro que los mismos tipos de hits no están produciendo el mismo valor ofensivo que antes. El béisbol está lidiando con la confluencia de múltiples tendencias impulsadas por la analítica, desde una explosión en detalles pequeños optimizados por la Sabermetría hasta una revolución en el posicionamiento defensivo y una filosofía de bateo cada vez más de todo-o-nada, todo lo cual combinado amenaza con extinguir la vela parpadeante de la ofensiva que los bateadores todavía presentan. Epstein puede ayudar a detener estas tendencias, pero puede ser necesario un enfoque de mano más dura que el que la Liga ha estado dispuesta a aplicar hasta ahora.

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