Traducido por José M. Hernández Lagunes
Cuando Mike Maroth subió a la lomita del Skydome el 5 de septiembre de 2003, apenas un par de semanas después de su 26º cumpleaños, lo hizo sabiendo el precipicio en el que se encontraba. En 28 salidas anteriores de esa temporada, Maroth había perdido 19 de ellas. El zurdo, que por lo demás había tenido una carrera discreta en las Grandes Ligas, llevaba una ventaja de 2-0 antes de siquiera subir al montículo, gracias a un cuadrangular de dos carreras de Craig Monroe en la parte alta de la primera entrada. Después de que Eric Hinske empatara el partido con un cuadrangular de dos carreras en la parte baja de la segunda, la ofensiva de Maroth se recuperó para lograr tres más en la tercera, gracias al sencillo productor de Monroe y a un batazo productor de dos carreras de Carlos Peña, quien fue atrapado tratando de estirar un sencillo.
No fue suficiente. Los Jays recuperaron dos en la parte baja y luego anotaron cuatro más en la cuarta. Maroth no logró salir del inning, y su equipo nunca niveló el marcador en una derrota de 8-6. Se convertiría en el primer lanzador en 23 años en perder 20 partidos, y el último desde entonces en hacerlo.
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Es probable que hayas leído alguna columna en los últimos años de cierto tipo de columnista de béisbol lamentando la desaparición de los ganadores de 20 partidos. La hazaña se ha vuelto cada vez más infrecuente en las últimas temporadas, aunque su muerte ha sido quizás exagerada. Mientras que nadie ha ganado tantos como 25 juegos desde que Bob Welch ganó 27 en 1990, solo una vez desde 2010 la Liga no ha contado con al menos un lanzador que gane 20 o más (2017, cuando ambos líderes de la Liga terminaron con 18). Mucho, mucho más infrecuente es el perdedor de 20 juegos.
A pesar de que 20 derrotas son mucho más fáciles de lograr que 20 victorias, no hemos visto una temporada así desde aquella fatídica campaña de Maroth hace casi 20 años. Y la de Maroth fue la primera desde que Brian Kingman perdió exactamente 20 con los A’s de Oakland en 1980. Entre los años 50s y 70s, hubo 41 campañas de 20 derrotas. En caso de que seas demasiado joven para recordar a Bob Welch, nadie ha perdido 25 partidos desde que Red Ruffing, miembro del Salón de la Fama, lo hiciera en 1928.
Sin duda, nunca amenazaremos al inmortal John Coleman, que perdió la friolera de 48 partidos mientras completaba 59 de sus 65 salidas en 1880 con los Quakers de Filadelfia. Pero por primera vez desde aquellos Tigres rastreros, hay una posibilidad real no sólo de uno, sino de varios perdedores de 20 partidos este año. Y ambos lanzan para el mismo equipo.
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Después de su reciente paliza a manos de los Marlins de Miami, el lanzador de los Nationals, Joan Adon, se encuentra con un sorprendente 1-10 en sus primeras 12 salidas de 2022, un récord idéntico al de Maroth en 12 salidas en 2003. Suponiendo que Adon se mantenga en el camino para realizar 32 aperturas, eso lo pondría por encima del ritmo de 26 derrotas. Escribí las dos frases anteriores el miércoles por la mañana, justo horas antes de que los Nationals enviaran a Adon a Triple-A Rochester, donde se supone que se quedará hasta que muestre signos de mejoría en la forma que lo llevó a ser el peor de la Liga en ERA, caminatas y wild pitches. Pero al igual que aquella escuadra liderada por el gran Alan Trammell, la cual vio a Jeremy Bonderman terminar con marca de 6-19, los Nats tienen otro lanzador que amenaza potencialmente la historia.
Con 2-8 en sus primeras 12 salidas, Patrick Corbin puede parecer que está en un lugar más seguro que Adon. Pero hay varias razones que pueden no ser el caso. El regreso programado para el jueves de Stephen Strasburg, junto con la potencial promoción eventual del mejor prospecto Cade Cavalli, podría mantener a Adon en las menores, incluso si mejora, impidiéndole comenzar cerca de una temporada completa. Corbin no se enfrenta a esa perspectiva. También es básicamente intratable, dados los dólares restantes de su contrato. Es un caso, como señala este artículo de SABR, de un “as” de la plantilla que a menudo se enfrenta a otros lanzadores de primer nivel, lanzando para un equipo muy malo.
Los Nats (103 OPS+ de equipo) no son ni de lejos tan anémicos ofensivamente como lo fueron los Tigers de 2003 (83 OPS+ de equipo). Pero es muy probable que la ofensiva empeore si los Nats se deshacen de algún bate útil que pronto será agente libre, como Nelson Cruz o Josh Bell, antes de la fecha límite de intercambios.
Corbin tampoco ha sido que digamos un “buen” perdedor. Ha permitido cinco o más carreras en seis de sus ocho derrotas hasta ahora (permitió dos y tres carreras en las otras dos). Adon, por su parte, ha sufrido cuatro derrotas al permitir tres carreras o menos. ¿Recuerdan a Bonderman? También tuvo marca de 2-8 en sus primeras 12 salidas y necesitó seis no-decisiones en sus últimas siete salidas para evitar que se uniera a Maroth como perdedor de 20 partidos.
El FIP de Corbin (4.23) es notablemente inferior a su ERA (6.71). Pero también ha lanzado con un ERA peor que su FIP en cada una de las últimas tres temporadas, durante las cuales ha sido fácilmente el peor lanzador del béisbol. De todos los lanzadores que han lanzado al menos 200 entradas, Corbin es el único con un ERA superior a cinco y medio (5.72); el único con un WHIP superior a 1.500 (1.549). Ambos números son peores este año (6.71, 1.757) a pesar de que Corbin ha permitido sólo siete cuadrangulares hasta ahora. Tal vez una bola más muerta ayude a mantener esa cifra bajo control contra el inminente calor y la humedad del verano de Washington.
El regreso de Strasburg y el eventual ascenso de Cavalli pueden reforzar la rotación de los Nationals, pero a menos que el equipo lo aleje de enfrentarse a los ases de otros equipos, la presencia de estos brazos no ayudará mucho a Corbin, quien está alineado para enfrentarse a los Brewers y los Braves en sus dos próximas salidas. Esos equipos le han dado una de sus derrotas este año, Atlanta le marcó seis carreras en 2 y ⅔ el 12 de abril y Milwaukee le hizo cinco carreras en los mismos outs el 21 de mayo. Con la regla de limitación del personal de lanzadores que entrará en vigor a mediados de junio, habrá mucha más presión sobre los veteranos del staff como Corbin para lanzar mucho más profundamente en los partidos.
Aparte de las apariciones de Juan Soto, no hay mucho que esperar en el campo para el Distrito Nueve este verano. Pero incluso los equipos malos pueden dar a los aficionados algo por lo que animarse. Aquellos Tigers de Detroit de 2003 fueron un dechado de inutilidad moderna, amenazando los niveles de récord de los Mets de 1962 con resultados desastrosos hasta la última semana de la temporada. Con marca de 38-118, los Tigres ganaron cinco de sus últimos seis partidos—dos de ellos en últimas apariciones al plato—para cerrar la campaña con marca de 43-119. Maroth fue decisivo para ayudar a su equipo a salvar cara, al cerrar la racha con un par de victorias, incluyendo un 9-4 sobre los Twins en el último día de la temporada. Cuando tu equipo se encuentra en esta situación, tienes que tomar lo que puedas, y los Nats bien podrían aparecer en dos ocasiones en septiembre.
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