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Traducido por José M. Hernández Lagunes

Hablemos de ese gráfico de Yadier Molina. Probablemente has visto alguna versión. Desde 2005, cuando Molina asumió las funciones de receptor titular de los Cardenales, hay una notable diferencia entre la frecuencia con que los equipos roban bases contra San Luis y el resto de la Liga.

Aquí está el gráfico que muestra las tasas de éxito en robos de segunda durante ese tiempo (hasta 2021), por franquicia.

Yadi está en el extremo derecho del gráfico. Molina tiene un caso fuerte—uno que no podemos probar de manera concluyente, pero fuerte—como el mejor receptor defensivo en la historia de la MLB. Aunque no podamos probarlo del todo, una vez que está en la discusión, ese es todo el punto. Es una suerte que Molina haya jugado en una época en la que parte del trabajo invisible que siempre ha hecho un receptor ha salido a la luz. Desde 2005, hemos podido medir conceptos como el encuadre de lanzamientos y el bloqueo, y darnos cuenta de lo importantes que eran… y de lo bueno que fue Yadi en ellos. Y eso es antes de entrar en algunas de las otras cosas que un receptor hace en términos de cantar un juego y actuar como una jirafa de apoyo emocional a un cuerpo de picheo que no tenemos idea de cómo cuantificar, pero del que Molina recibe críticas muy favorables también.

Pero esa tasa de intentos de robo atrapados es una belleza para contemplar. Se puede argumentar que Yadier Molina realmente cambió la forma en que los equipos jugaban contra los Cardenales. De hecho, aquí hay un gráfico, de nuevo desde 2005, de las tasas en las que los equipos intentaron robar la segunda base contra los Cardenales y los otros 29 equipos.

Los equipos estaban tan preocupados por el brazo de Molina que ni siquiera pensaron en correr, y mirando la tabla de porcentaje de éxito, es bastante obvio por qué. ¿Por qué correr sobre de alguien que es tan bueno atrapando a los corredores?

Y ahora, la parte que te sorprenderá. El éxito de Molina para evitar que los equipos siquiera piensen en correr es un problema, lo cual parece algo increíble, pero es cierto. ¿Quieres entender por qué?

¡Advertencia! ¡Detalles matemáticos sangrientos a continuación!

En primer lugar, esos gráficos de Molina son excepcionales en varios aspectos. He estudiado previamente cómo los corredores toman decisiones sobre si van a intentar robar, aprovechando el hecho de que la MLB ha proporcionado datos de “tiempo pop”—o el lapso que le toma a un receptor salir de su posición en cuclillas y lanzar la pelota—promedio para los receptores. Cuando un corredor decide intentar un robo de base, todo lo que sabe es lo rápido que el receptor suele llegar a la segunda base, pero no sabe lo rápido que el receptor llegará a la segunda base esta vez. Resulta que el tiempo de pop del receptor no predice del todo bien los intentos, aunque es (sin sorpresa) un factor bastante fuerte para predecir el éxito. En general, el mejor predictor de si un corredor lo intentará es la velocidad de sprint del corredor.

También sabemos que el mejor predictor del éxito en un intento de robo es si el lanzador ha lanzado a primera para “controlar” al corredor (una práctica que pronto se desaconsejará). Las pruebas apuntan a la idea de que en realidad es el lanzador quien tiene más que ver con el robo de un corredor que el receptor. Aunque el lanzador está íntimamente involucrado en las bases robadas, eso no explica la brillantez de Molina.

Por alguna razón, cuando las cadenas de televisión o los sitios web sacan a relucir ese gráfico, siempre lo muestran a nivel de equipo. Y aunque Molina ha estado haciendo la mayor parte de la recptoría para los Cardenales desde 2005, deja abierta la posibilidad de que hay algún tipo de filosofía de equipo en el trabajo aquí.

Este es un gráfico desde 2003 en adelante (antes del debut de Molina) que muestra las tasas de intentos de robo de segunda, tanto con Molina (línea azul), los Cardenales cuando Molina no estaba atrapando (verde), y el resto de la Liga (amarillo). Evidentemente, los Cardenales han mantenido algún tipo de filosofía organizativa en torno a la búsqueda de receptores que frenen el juego de carrera (o han tenido una extraña suerte con sus receptores de reserva), pero incluso así Molina es otro orden de magnitud mejor a la hora de mantener a los corredores en primera. Y Molina ha sido mucho mejor a la hora de atrapar a los corredores que lo intentan.

También podemos descartar que tal vez Molina sea el beneficiario de una filosofía de lanzamiento de los Cardenales que enfatiza ciertos comportamientos de los lanzadores que facilitan el trabajo de atrapar a los ladrones. Podemos hacerlo de un par de maneras diferentes. Una es este gráfico:

Esa es (de nuevo, año tras año) la frecuencia con la que los lanzadores de San Luis lanzan a primera para controlar al corredor, con Molina detrás del plato, y con otra persona detrás del plato, y luego con el resto de la Liga. Los lanzamientos a primera suprimen las posibilidades de que un corredor robe una base, y los lanzadores de los Cardenales han sido históricamente menos propensos a hacerlo.

También podemos observar lo que ocurre con los lanzadores en pares de años consecutivos en los que se trasladan a San Luis (y Molina) o se alejan de San Luis. En el siguiente gráfico, he mostrado las tasas de intentos de robo de base de segunda. La línea azul representa a los lanzadores en ese año con Molina y luego la línea verde muestra lo que los lanzadores hicieron al año siguiente después de dejar San Luis, pero la línea verde está desplazada hacia atrás para que lo que un lanzador hizo en San Luis en 2006 y luego lejos de San Luis en 2007 estén apilados uno encima del otro para comparar.

Esta es la tasa de éxito:

Lo hice a la inversa con los lanzadores que llegaban a San Luis y encontré el mismo patrón básico. Con Molina detrás del plato, los lanzadores eran menos propensos a ver cómo los corredores se escabullían hacia la segunda base que inmediatamente antes o después con algún otro receptor. Es Molina quien está doblando la curva hacia abajo.


En la siguiente parte exploraremos cómo el éxito de Molina ha afectado a los Cardenales. La respuesta puede sorprenderte.

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