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Image credit: Rick Osentoski-USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Puede que no lo parezca en octubre, cuando el estilo de juego de las series cortas significa que los contendientes marginales destronan regularmente a los dominantes ganadores divisionales, pero la Liga está cada vez más polarizada. El aumento de los propietarios quienes no se molestan en amasar plantillas competitivas ha hecho que la parte inferior de la Liga sea cada vez menos competitiva. Mientras tanto, los equipos que han invertido mucho en su producto sobre el campo—ya sea a través de gastos de investigación y desarrollo o, más directamente, gastando en su plantilla—están registrando totales de victorias obscenos y navegando hacia la postemporada sin emoción. El resultado de esta Liga cada vez más dividida es que menos partidos de la temporada regular tienen un impacto significativo en las probabilidades de la postemporada, lo que podría estar promoviendo asistencias aún más bajas.

Una de las historias más destacadas de la temporada 2022 fue la histórica cabalgata de los aparentemente imparables Dodgers. Los Ángeles terminó la temporada con la mayor cantidad de victorias de cualquier equipo de la Liga, y la mayor cantidad en una temporada desde los Mariners de 2001. No fue por suerte, ya que también acumularon el mayor diferencial de carreras de cualquier equipo desde la Segunda Guerra Mundial.

Al tratarse de los Dodgers, su boleto para la postemporada estaba sellado de antemano el Día de Apertura, pero no fueron los únicos. Un número poco común de equipos estaban fuera de la contienda o prácticamente garantizados con un lugar desde el principio. Esta cantidad se puede medir con las probabilidades de postemporada de BP, que se calculan diariamente desde 2012. Para facilitar la interpretación, he calculado la fracción de equipos en un día cualquiera a los que se les asignó una probabilidad de desempate por encima del 95% (casi certeza de desempate) o por debajo del 5% (certeza en la dirección opuesta). La mayoría de las veces, las probabilidades asignadas estaban sustancialmente por encima o por debajo del límite:

Año Porcentaje de equipos <5% o >95% de probabilidad de postemporada
2012 0.45
2013 0.46
2014 0.37
2015 0.40
2016 0.43
2017 0.42
2018 0.53
2019 0.50
2020* 0.38*
2021 0.49
2022 0.54

*Temporada corta debido a la pandemia

 Allá por 2014, solo un tercio de los equipos en un día cualquiera tenían certeza sobre su destino en postemporada. Pero hay un momento muy claro en el que la paridad pareció desaparecer: 2018, cuando más de la mitad de la Liga tenía su boleto perforado o esperaba definitivamente al año siguiente. Hay un ligero descenso en 2020, debido a la temporada acortada por la pandemia que sacudió las probabilidades de postemporada de todos, pero las dos últimas temporadas han sido de las peores.

Pero es un poco engañoso, porque durante el periodo de tiempo de la tabla, el formato de la postemporada ha cambiado. En concreto, este año se registró el nivel más alto de equipos no competitivos a pesar de que se añadieron dos participantes adicionales a la oferta, lo que en teoría debería haber abierto octubre a una gama más amplia de contendientes que las potencias como los Dodgers y los Braves. Lo que sucedió en realidad fue la variedad de equipos de postemporada más estable en una década.

No necesitamos nada tan complejo (o sujeto a cambios de reglas) como las probabilidades de postemporada para ver la tendencia hacia una Liga de los que tienen y los que no tienen. Es visible con las estadísticas más simples que cuantifican la fuerza de los equipos, desde los totales de victorias hasta los diferenciales de carreras. Ya he mencionado el dominio histórico de los Dodgers. Otros tres equipos alcanzaron la marca del siglo en victorias, con los Yankees justo por debajo, con 99. En el otro lado de la clasificación, los desventurados Reds, Athletics, Pirates y Nationals perdieron cada uno cien partidos o más, un número bonito y redondo que ha llegado a representar un hito de desesperanza. Siete equipos, aproximadamente una cuarta parte de la Liga, rozaron así los totales de victorias antes reservados a las mejores y peores plantillas de cada año.

Es aún más vívido con los diferenciales de carreras. Solíamos considerar a los Astros de 2011-2013 como uno de los peores equipos de todos los tiempos. Antes de entrar en su actual forma de contendiente perenne, este fue un período de perder adrede profundo, oscuro y miserable que el mexicano Jeff Luhnow utilizó para llevarlos a contención. Ese equipo de 2013 fue el peor del grupo, perdiendo 111 partidos y registrando un diferencial de carreras por partido de -1.5.

Los Nationals de este año fueron posiblemente peores. Después de intercambiar a Juan Soto, los Nationals fueron superados por 1.6 carreras por partido, y aunque ganaron unos cuantos juegos más que los Astros, fueron, por cualquier medida, absolutamente pútridos.

La temporada 2013 es un buen punto de referencia porque es cuando el concepto de perder adrede o abandono intencional de la competitividad era relativamente nuevo e inexplorado. En ese momento, nadie sabía si la estrategia de los Astros daría sus frutos. Ese año, dos equipos fueron superados por una carrera o más por partido: los Astros y los Twins. Tres equipos en el otro extremo de la escala superaron a sus oponentes por una carrera o más por partido.

Este año, un sorprendente número de equipos con un diferencial de carreras igual o inferior a -1 carreras por partido; cada uno de esos siete equipos, excepto los Reds, había pronosticado unas probabilidades de postemporada inferiores al 5% desde el principio del año. Otros cinco equipos, liderados por los Dodgers, tenían un diferencial de carreras superior a una carrera por partido y BP consideró a cuatro de ellos como seguros para la postemporada el 1 de junio. Esto significa que más de un tercio de la Liga (12 equipos) estaba básicamente libre de dramas: o bien estaba casi establecido en un puesto de postemporada y esperaba a que comenzara octubre, o bien estaba tan fuera de competitividad en un año perdido. (No todos los equipos que están en postemporada lo consiguen, por supuesto: los Brewers parecían seguros hasta su colapso en la segunda mitad).

Para los aficionados de los equipos de la parte superior, probablemente haya un cierto placer en ver a su equipo apalear al resto de la Liga cada noche (incluso si ese placer se evapora pronto una vez que llega octubre—con mis disculpas, aficionados de los Mets). Para los aficionados de los equipos que están en la parte baja, también pueden desconectarse y esperar a que el propietario dirija su gerencia a empezar a intentarlo de nuevo (y financie a su equipo adecuadamente para hacerlo).

Ya he escrito antes sobre el efecto del perder adrede o la competitividad en la asistencia. En resumen, la gente paga para ver béisbol competitivo. Si el producto en el campo en una noche determinada es más o menos una conclusión previsible, o en el mejor de los casos un concurso sin sentido para los equipos con minúsculas probabilidades de postemporada, es lógico que simplemente no vayan, y un análisis de la asistencia por partido apoya esa idea. Y este año, continuando con los problemas de asistencia de la MLB durante una década, los aficionados simplemente no han aparecido. Una vez superados algunos de los efectos de la pandemia que deprimen la asistencia, todavía hubo un 6% menos de aficionados que atravesaron las puertas de entrada que en 2019.

Otras ligas, como la NFL y la NBA, vieron efectos menos graves en la asistencia en 2022, a pesar de jugar antes en el año y siempre o a menudo en interiores. También culmina una larga tendencia anterior a la pandemia. Puede que la MLB haya pretendido que el cambio en el formato de postemporada haga que haya más equipos en la disputa de un banderín, pero los resultados parecen ser que el destino de más de la mitad la Liga está sellado al principio de la temporada.

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