Traducido por Pepe Latorre
El escenario:
El miércoles pasado, cuando iban perdiendo 5-3 y estábamos en la parte baja de la octava entrada, los Dodgers empezaron a poner corredores en base. De haber completado la remontada se hubieran puesto 2-0 en la serie antes de ir a San Diego. Después de dos outs rápidos, Gavin Lux conectó un sencillo y Bob Melvin decidió que ya había visto suficiente. El mánager de los Padres decidió dar entrada a uno de los principales relevistas del béisbol, aunque es cierto que había tenido ciertos problemas a lo largo de temporada, para proteger la pequeña ventaja de los suyos en el marcador. Estamos hablando de ese zurdo a por el que San Diego fue en la fecha límite del mercado de traspasos pensando exactamente en escenarios como este: Josh Hader. Trayce Thompson consiguió una base por bolas después de ver siete lanzamientos, poniendo a dos hombres en base con dos outs. Dave Roberts decidió reiterar a un bateador zurdo como Cody Bellinger del círculo de espera y buscar una mejor opción en el banquillo: el ex All-Star Chris Taylor y Miguel Vargas, un novato en momento dulce, vienen inmediatamente a la mente de todos. Toma su decisión y envía… ¿al receptor suplente Austin Barnes?
Barnes impactó la bola rápida de Hader y logró un batazo con una velocidad de salida de 97 millas que murió en el guante de Trent Grisham y puso final a la entrada. Hader mantuvo a raya a los Dodgers en la parte baja de la novena y San Diego se hizo con un juego que igualaba la serie. Roberts explicó su elección, aparentemente extraña en la octava entrada, una vez el juego hubo finalizado: “Hader puede dominar a cualquiera, pero sentí que el swing corto y plano de Austin… Hader lanza una recta ascendente, es algo que le hace daño a C.T (Chris Taylor) y Austin había tenido éxito contra Hader”.
Entonces, a pesar de que en términos generales Chris Taylor es un bateador superior a Austin Barnes, Roberts optó por el receptor por razones de enfrentamiento. Su “recorrido de bate corto y plano” coincidía bien con el lugar donde Hader domina a la mayoría de los bateadores, en la parte superior de la zona. El resultado no fue el esperado, pero ¿fue correcto el razonamiento de Roberts? Primero, abordemos su afirmación de que Hader domina la parte superior de la zona con una bola rápida ascendente (que ahora sabemos que técnicamente se lanza con un agarre de sinker). Es completamente cierto, incluso en una mala temporada del lanzador. Este gráfico muestra el porcentaje de lanzamientos planos (eje x) y el porcentaje de fallos por swing (eje y) …
…consideramos como lanzamientos “planos” aquellos que ingresan a la zona en un ángulo de aproximación vertical de 5 grados o menos, también conocido como VAA. Estas son las bolas rápidas que generan fallos en la parte alta de la zona y strikes cantados cuando van a las rodillas de los bateadores. El ángulo bajo del brazo de Hader, la extensión y el giro extremadamente activo de su bola rápida se combinan para darle uno de los lanzamientos más planos de la liga. ¡Y lo utiliza con un efecto devastador! Como se muestra en el gráfico anterior, es capaz de combinar volumen y efectividad a un ritmo que pocos lanzadores igualan. Incluso cuando los bateadores saben que lanzamiento se acerca (casi el 60% del total de sus lanzamientos son bolas rápidas altas) sufren para lograr contacto. Así que esa parte del razonamiento de Roberts era acertada. ¿Qué pasa con la otra mitad?, ¿a cómo rinde Hader en enfrentamientos concretos?
Chris Taylor es un ex All-Star con un OPS+ de 108 en siete temporadas con los Dodgers. Miguel Vargas es uno de los 25 mejores prospectos del béisbol y registró una línea de .300/.400/.500 en Triple-A esta temporada. Austin Barnes… pues bueno, es el capitán, pero tiene un OPS+ de 87 a lo largo de su carrera, es decir, un 13% por debajo del promedio de la liga. ¿Podría su trayectoria realmente suponer una ventaja mayor que la de un All-Star?
Pues es un tema complicado. De alguna manera sí que era más probable que Barnes manejara mejor la bola rápida de Hader que los otros dos diestros disponibles en el banquillo de los Dodgers. Según SwingGraphs, un sitio que rastrea las trayectorias de swing de los jugadores, el ángulo vertical del bate de Barnes, conocido como VBA, es más de 10 grados más plano que los de Taylor y Vargas (aunque la cifra de Vargas viene en una muestra extremadamente pequeña). Una trayectoria de bate más elevada provoca más swing y fallos en la zona alta, ya que la ventana para hacer contacto con la pelota es más corta. Por el contrario, un swing plano juega mejor en la zona, ya que coincide con el ángulo del lanzamiento entrante, y esto se refleja en las tasas de swing y fallo/swing que estos jugadores registraron contra lanzamientos que “suben” a la parte superior de la zona:
vs. <5 VAA Pitches | |||
VBA | Abanicos/Swing (%) | Ponche con dos strikes (%) | |
Chris Taylor | 39.3 | 43.8 | 21.8 |
Austin Barnes | 29.1 | 21.1 | 8.7 |
Miguel Vargas | 39.4 | 34.8 | 25.0 |
Pero en otros sentidos, no fue la mejor de las estrategias. Por ejemplo, estas son las ubicaciones dentro de la zona para los hits de los tres jugadores este año, lo que sugiere que Barnes, aunque puede colocar su bate en la zona alta, no posee una calidad de contacto suficiente como para marcar la diferencia. Hace contacto alto, pero las ganancias son pocas:
Dave Roberts apostó a que su receptor suplente pusiera una pelota en juego y la consiguió, pero Barnes simplemente no suponía una amenaza en el plato. Lograr ese equilibrio es difícil, y Roberts probablemente tenía razones para pensar que, con la opción más lógica, Chris Taylor, no le habría ido mucho mejor, pero había otra solución.
Miguel Vargas es un novato con solo 50 apariciones en el plato en las Mayores, pero sus números de Triple-A contra rectas planas fueron prometedores: un 28.6% de abanicos y una velocidad de salida promedio de 89 mph. Es cierto que esos lanzamientos no procedían de Josh Hader, pero los datos sí indican que no estaría completamente perdido ante la forma en que Hader lanza. Desde una perspectiva que se basase puramente en el enfrentamiento directo, su swing podría haber estado mejor diseñado tanto para hacer contacto como para hacer un buen contacto contra Hader que Barnes o Taylor.
En ese momento del partido las opciones de victoria de los Dodgers eran de solo el 14.9%. Las probabilidades aún estaban en su contra, incluso con corredores en base. Enviar a Barnes al plato fue una decisión calculada y defendible del mánager de los Dodgers, el problema es que llegó en un momento en que su equipo necesitaba un líder inspirado. Los Dodgers tienen sus propios datos disponibles para informar a Roberts sobre el plano de los swings de sus jugadores contra los lanzadores de San Diego, pero desde afuera parece que Vargas hubiera sido una mejor opción, el riesgo era similar, pero las ganancias mayores.
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