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Image credit: Brad Penner-USA TODAY Sports

Traducido por Rohanna Pacheco

Los Mets de Nueva York extienden al 2B Jeff McNeil con un contrato por cuatro años, $50 millones y una opción de club para un quinto año que incrementaría el valor del contrato a $63.75 millones.

En el 2017, los Mets mandaron a Jeff McNeil—en ese entonces un jugador de 25 años que acababa de perderse una temporada por lesión—de regreso a Clase Alta A, el nivel donde jugaría la mitad del 2014 y la mayoría del 2015. En su primer rodeo, era un prospecto bajo el radar interesante, pero tenía el tiempo y el desarrollo en su contra pues jugadores de utilidad de 25 años que son devueltos a Clase A son jugadores organizacionales, no prospectos. Allí batallaría aún más lesiones hasta agosto, bloqueado por Luis Guillorme en Doble-A y otro montón de jugadores de los que nunca has escuchado, a quienes los Mets ranqueaban un poco mejor en ese momento.

Eventualmente, se abrió un puesto en el infield en Triple-A Las Vegas cuando Amed Rosario y Gavin Cecchini fueron llamados a las mayores. En vez de adelantar a Guillorme en su progresión de desarrollo, los Mets saltaron a McNeil dos niveles porque su desarrollo era menos importante. Después de todo, él era un jugador organizacional a sus 20-medios, y un jugador organizacional bateando .254 en Triple-A como lo hizo McNeil es parte del negocio. Si las limitaciones de roster actuales estuvieran en efecto en el 2017, es posible que lo hubiesen cortado del equipo, Freddie Freeman sería el campeón de bateo reinante en la Liga Nacional, y McNeil sería pro en un club de golf, un coach de beisbol colegial o un miembro de la guardia forestal.

Pero aquí en el planeta Tierra, no existía esa presión en el roster, así que McNeil se convirtió en un jugador organizacional de 26 años en Doble-A. Después de todo, alguien tenía que jugar infield y batear detrás de Tim Tebow en Binghamton. Pero algo muy extraño ocurrió temprano en el 2018. McNeil siempre tuvo habilidad de contacto, pero hizo un ajuste a su swing para darle más profundidad sin sacrificar ese contacto, y empezó a batear más bolas medio duro y en el aire. Casi que todas las bolas, todo el tiempo, y muchísimas líneas empezaron a caer donde no había ningún jardinero. Bateó .327/.402/.626 en el transcurso de unos meses, y todo se vio tan bien que un amigable escritor de prospectos de esta cuadra coqueteó públicamente llamándolo un prospecto con nota general de 60 y un potencial futuro prospecto (OFP)—en lenguaje de prospectos, un “seis”, y el tipo de prospecto que ranquearíamos en la lista del Top 101 de Prospectos—a pesar de que era un jugador de 26 años en Doble-A, a quien habían pasado en Regla 5. Esta absurdidad continuó aun después de haber forzado su promoción a Triple-A, donde bateó .368/.427/.600, aunque fue en Las Vegas donde el ambiente de bateo parece béisbol con fuerza de gravedad en cero.

Los Mets fueron vendedores a mitad de temporada ese año y llamaron a McNeil a las mayores a jugar segunda base cuando se abrió un puesto en el roster de 40. Él bateó .329 en la recta final. El equipo desechó la actuación como si fuera una ilusión y adquirió no sólo uno sino dos segunda base estelares para bloquearlo, trayendo a Robinson Canó—en un acuerdo en el que se rumoraba que incluía a McNeil—y luego firmando a Jed Lowrie. Parecía que McNeil le tocaría el banco como jugador de utilidad…y luego terminó participando en el Juego de las Estrellas, mientras saltaba entre segunda, tercera, jardín izquierdo y derecho, demostrando ser un jugador defensivo competente casi en cualquier lado, tanto en la tierra como en la grama. Pasaría unos dos años más incluido en rumores de intercambio; siendo un tema recurrente en su carrera que los Mets nunca de verdad han parecido creer que vale la pena, por lo menos hasta hace poco. Pero los hits seguían viniendo y el cambio nunca se dio. Fue uno de los mejores jugadores en un equipo con 101 victorias el año pasado, actuando como segunda base y cuarto jardinero, moviéndose con frecuencia al jardín para darle espacio a Guillorme en segunda.

McNeil es un jugador extraño, a veces haciendo mucho más contacto del que le conviene. Por varias razones, está obviamente equipado para el juego moderno; maneja consistentemente tasas de contacto en la zona alrededor del 90%, que no es un número para liderar la liga, pero no está tan lejos de serlo, y cuando está caliente, riega la bola en todas las direcciones lo que lo hace difícil de defender. Muchos, pero un montón de estos puntos rojos denotan la enorme cantidad de líneas que cayeron como sencillos y dobles (verde = roletazos, azul = fly, morado = bombo), que fueron suficientes para ganarse el título de bateo, y tiene más poder jalando la bola del que le otorgan:

Pero porque raramente batea la bola bien, pero bien duro—su tasa de contacto duro y de barril caen rutinariamente en la parte baja de la liga—muchas de las estadísticas públicas no lo ven como una verdadera estrella. A lo largo de su carrera, McNeil tiene un promedio de bateo de .307 pero sólo un .275 en xBA, .458 en porcentaje de slugging, pero solamente .414 xSLG, .357 wOBA con sólo .330 en xWOBA, y .131 wRC+ con tan solo 112 DRC+. Si lees la parte de atrás de su barajita de Topps, parece una super estrella. Si lees su perfil de jugador en Baseball Prospectus o en cualquier otro lado, parece más un bateador sólido, por encima del promedio de la liga.

Este contrato le paga más como un bateador sólido, honestamente, a pesar de que parece tener una habilidad atípica de bateo. Es fácil ver porqué aceptó el contrato—va a cumplir 31 unos días después del inicio de la temporada, ha seguido batallando lesiones intermitentemente en las mayores, llegaría a agencia libre en su temporada teniendo 33 años, y todavía no ha hecho buen dinero. Cincuenta millones en una cantidad de dinero que te cambia la vida, no sólo para McNeil sino para las generaciones de su familia que están por venir.

Pero también es algo absurdo que el campeón de bateo del 2022 de 30 años con un average de carrera que empieza con un tres acaba de firmar una extensión que sólo le garantiza $50 millones. El florecimiento tardío de McNeil combinado con un sistema de agencia libre donde los años de servicio importan, pero la edad no es un factor relevante, casi que garantizan que nunca haga verdaderamente buena plata. Llegar a un sistema económico más justo para jugadores que florecen tarde como McNeil puede ser algo que los custodios del béisbol quieran discutir en la próxima ronda del contrato colectivo.

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