Traducido por José M. Hernández Lagunes
Los Dodgers se merecían mejor suerte.
No por su juego en octubre—los Diamondbacks los superaron ampliamente en la Serie Divisional, Arizona dominó todas las facetas del juego y los Dodgers fueron aplastados de principio a fin. Los Dodgers estuvieron por delante durante exactamente cero entradas en esta serie, y aunque las matemáticas pueden ser un poco quisquillosas algunos días, los análisis más avanzados no son realmente necesarios en esta ocasión para denotar lo mal que le fue al club más seguido en Latinoamérica.
No, los Dodgers se merecían algo mejor porque, a pesar de toda la palabrería sobre la forma adecuada de construir un equipo, parecen los más comprometidos a hacerlo de una manera que no sea una especie de juego a encontrar el hilo negro del juego. Compiten por los mejores agentes libres casi todas las temporadas; si no los consiguen, no es por falta de ganas. Han creado un sistema de ligas menores excelente a pesar de que nunca han hecho una selección del draft especialmente alta, mostrando un compromiso a largo plazo para desarrollar y mantener un sistema que produce prospectos de alto nivel continuamente, que luego asimilan en la estructura del club matriz o negocian con los excedentes para hacer frente a los déficits durante la temporada y maximizar su competitividad.
Los Dodgers no pierden adrede; no entran en “reconstrucciones prolongadas”. A pesar de todo lo que salió mal—y, por Dios, las cosas salieron mal de maneras extrañas para ellos a veces esta temporada—la construcción de plantillas parece ser el menor de todos los problemas en Los Ángeles. Los Dodgers tienen peloteros, un excedente de ellos, y están comprometidos a alinear a un equipo ganador cada año.
Y este año, eso les dio 151 entradas combinadas de Tony Gonsolin y Dustin May y cero apariciones de Walker Buehler. Julio Urías fue suspendido a mediados de año y es posible que nunca vuelva a jugar en Grandes Ligas; eso sería 4/5 de la rotación inicial que Dave Roberts habría tenido a pleno rendimiento y que finalmente no jugó en octubre. Los sustitutos de esos anclas de la rotación fueron un quién es quién de los viejos (Lance Lynn), los jóvenes (Bobby Miller, Emmet Sheehan, Ryan Pepiot), los que se desintegran (Syndergaard), los abridores (Caleb Ferguson) y Michael Grove (Michael Grove). En esta etapa de su carrera, Clayton Kershaw está dando lo que tiene, y eso es alrededor de 25 inicios, incluyendo 4-5 gemas y al menos uno o dos absolutos cerotes; casi por defecto, entró en la postemporada siendo el número 1 de los Dodgers porque ¿quién más estaba allí para desbancarlo realmente?
Por si acaso, el antiguo sustituto de Corey Seager en las paradas cortas, Gavin Lux, no jugó ningún partido en 2023. El retroceso de Lux a Miguel Rojas, de 34 años, parece el estándar de la industria para “significativo”.
Habiendo dicho todo eso, suena como la descripción de un equipo que tendría suerte de ganar entre 85 y 90 juegos. En lugar de eso, los Dodgers terminaron 100-62 y ganaron la División Oeste de la Liga Nacional por 10ª vez en 11 temporadas. A más equipos les gustaría perder el 80% de sus lanzadores abridores y tener estos problemas, si pudieran.
Tuvieron el éxito obtenido gracias a esas adquisiciones de agentes libres de alta gama como Mookie Betts y Freddie Freeman, seguro; tener dos candidatos perennes al MVP en lo alto de la alineación siempre ayuda (al menos en la temporada regular; se combinaron para un espantoso 1 de 21 en la Serie Divisional). También continuaron con una serie de exitosos proyectos de recuperación que comenzaron con Max Muncy hace casi una década; esta temporada, Jason Heyward pasó de no ser invitado al roster a ser el jardinero derecho de todos los días, consiguiendo 42 entradas ligeramente por encima de la media de Shelby Miller, y haciendo retroceder el reloj de Enrique Hernández de aborrecible a simplemente por debajo de la media después de readquirirlo de Boston en un acuerdo a mitad de temporada.
Y, por supuesto, los Dodgers sacaron a relucir algunos nuevos juguetes brillantes recién salidos de la parte superior de su aparentemente interminable colección de prospectos de talento. Este año, Miller y James Outman tuvieron un papel destacado en el éxito de Los Ángeles. En otros años, Outman habría sido considerado para el premio al Novato del Año de la Liga Nacional y Miller habría recibido más de un voto; con Corbin Carroll como candidato indiscutible y una serie de Reds disputándose el puesto, podrían perderse en la confusión, y no debería ser así. Outman fue una de las pocas presencias cotidianas benditas en un equipo en el que parecía que todo el mundo en la organización se perdía dos semanas por una cosa u otra a lo largo del año.
¿Y Miller? ¿Miller, quien no era abridor al arrancar la temporada? Miller fue el abridor en el segundo partido contra Arizona. Una vez que apareció en la rotación a finales de mayo, nunca se fue y ganó fuerza a medida que avanzaba la temporada, destacando su salida a principios de septiembre contra la ofensiva de los Braves que lo vio dispersar tres hits en siete entradas en una victoria.
Todo eso parece genial, y lo es. Ganar 100 partidos es difícil siempre; ganar 100 partidos con un cuerpo de lanzadores destrozado que se mantiene unido con cinta adhesiva y deseos es poco menos que increíble. Que los Dodgers se conviertan en el segundo ganador de 100 partidos en la historia de la postemporada que nunca mantiene una ventaja en la postemporada, uniéndose a los Yankees de 1963, también es increíble, pero del otro tipo.
Los Dodgers entran ahora en otra temporada invernal con muchas preguntas para un equipo que ha dominado su división durante más de una década. Hay/habrá el típico llamado de “¡Despidan a Dave Roberts!”, como es costumbre en octubre (Supongo que esta es la versión de LA de tomar un paseo para ver el follaje de otoño). No tengo ni idea de lo que Roberts se suponía que debía hacer de manera diferente esta postemporada, aparte de darle la pelota a otras personas menos cualificadas que Kershaw, Miller, y Lynn. Ciertamente no esperaba ese 1 de 21 de sus dos mejores jugadores.
(También fue citado diciendo que “no esperaba que Lance Lynn cediera todos esos cuadrangulares”, lo cual… ¡Lynn cedió 44 palos de vuelta entera durante la temporada regular, Dave! Cree en tus chicos, pero quizás ten un poco más de picor en el dedo del gatillo con la temporada en juego).
Los Dodgers volverán a ser jugadores en la agencia libre o en caso de que una estrella esté disponible. Si pasan de Gonsolin, Urías y J.D. Martínez a Miller y Shohei Ohtani, uno sospecha que las protestas serán mínimas. Otra ronda de prospectos están en camino o ya mostraron algún potencial tentador en breves apariciones esta temporada—Michael Busch, Ryan Pepiot, Miguel Vargas y Gavin Stone ya hicieron apariciones en 2023, y tanto Diego Cartaya como Andy Pages—actuación y salud pendiente, respectivamente—deberían estar listos para lucir el próximo año.
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