Traducido por José M. Hernández Lagunes
Impuestos
Si preguntáramos a los economistas en qué se equivoca la gente cuando evalúa contratos a largo plazo como éste, dirían que en el descuento y los impuestos. La mayoría de los buenos analistas profundizan en los tipos de descuento y el valor actual neto. Tienden a ignorar los impuestos.
Hay una buena razón para ello: los impuestos estatales para los atletas profesionales son un auténtico enjambre. No tributan, como tu y yo, en función de su lugar de residencia. No tributan en función de la sede de su equipo. Son gravados en base a donde juegan. En 2024, los Dodgers jugarán 80 partidos en el Dodger Stadium; 7 en Arizona y Colorado; 6 en Chicago, San Francisco y Nueva York; 5 en San Diego; 4 en Atlanta y Milwaukee, y 3 en Minnesota, Washington, Toronto, Cincinnati, Pittsburgh, Filadelfia, Detroit, Houston, Oakland, San Luis y Miami; y dos en Anaheim. (Sí, lo sé, 160. También juegan dos partidos contra los Padres en Corea del Sur). Eso significa pagar impuestos en 14 estados (no hay impuesto sobre la renta en Texas o Florida), varios municipios y Canadá. Por eso contratan contadores.
Específicamente, en un año en el que no hay partidos en Corea, los Dodgers juegan 81 partidos en casa, 6 ó 7 en San Francisco y San Diego, 2 en Anaheim y 3 en Oakland cada dos años. Es decir, una media de 97.5 partidos al año, o el 60% de su calendario, en California.
Ohtani ganará $2 millones de dólares. Supongamos que $1.2 millones son en California. Ignorando los impuestos locales, son $132,131 que debe al Estado Dorado, el 11% de sus ingresos en California. En 10 años, son $1,321,307.
Una vez finalizado su contrato, supongamos que regresa a Japón, de donde es ciudadano. Todavía tendrá que pagar a Hacienda por sus ganancias de los Dodgers, pero como extranjero no residente, como sería clasificado, no pagará ningún impuesto estatal sobre la renta. (Ten en cuenta que nada de esto es tan simple como lo estoy haciendo sonar, y yo no soy un contador, pero las líneas generales aquí son correctas. Cualquier especialista fiscal que lea esto, no dude en reprenderme en la sección de comentarios).
Digamos que, en lugar de eso, hubiera optado por recibir aquí los $700 millones durante 10 años, $70 millones al año. Su factura fiscal en California sería de $5,558,531 anuales, el 13.2% de sus ingresos en California. En 10 años, son $55,585,307.
En ambos casos tiene que pagar impuestos federales. Con $2 millones de ganancias le debería al Tío Sam $698,185. El total de $70 millones le supondría un gravamen de $25,858,185. La factura por $68 millones es de $25,118,185. También pagaría $45,200 de impuestos de seguridad médica por $2 millones, $1,643,200 por $70 millones, $1,596,200 por $68 millones y $10,453 al año de Seguridad Social.
Así que volvamos a hacer nuestros cálculos. En lugar de $2 millones, restaremos $698,185 de impuestos federales, $132,131 de impuestos de California y $55,653 de Seguridad Social y Medicare, y otro 3% de otros impuestos estatales y locales. Eso le deja con $1,054,031 después de impuestos. Después de 10 años, suponiendo que vuelva a casa, recibirá $68 millones menos $25.1 millones de impuestos federales y $1.6 millones de Seguridad Social y Medicare, lo que supone $41,275,162 dólares al año.
Si introducimos esos valores en nuestra fórmula, sus $423.3 millones de ganancias después de impuestos valen $244.1 descontados al 4% anual, frente a $404.4 millones antes de impuestos.
Si hubiera obtenido $70 millones al año durante 10 años, su ingreso antes de impuestos sería, como se ha dicho, de $590.5 millones. Pero si lo gravamos con impuestos—se llevaría a casa menos de la mitad de sus $70 millones cada año—el ingreso baja a $293.8 millones. Sigue siendo más de lo que obtendría aplazando casi todo, pero sólo $49.7 millones más. La diferencia antes de impuestos era de $186.1 millones. Esos $49.7 millones son, ¿qué, un par de años de Tyler Glasnow? (Y si la diferencia entre $700 millones con y sin aplazamientos es tan mínima, considera cómo se habría comparado con lo que sea que le ofrecieran realmente a Ohtani por un pago directo durante los próximos 10 años).
Tipo de cambio
La discusión sobre los impuestos ignora los impuestos que Ohtani tendrá que pagar en Japón. Hay una buena razón para ello. No tengo ni idea de qué tipo de impuestos tendrá que pagar en Japón. Obviamente, recibirá muchos pagos por publicidad de empresas estadounidenses, pagados en dólares. Y recibirá muchos pagos publicitarios de empresas japonesas, pagados en yenes. No sé cómo afectarán los pagos japoneses a sus impuestos. Los impuestos japoneses sobre la renta son más elevados que los nuestros—su tasa máxima es del 45% sobre los ingresos superiores a ¥40 millones, unos $275,000, mientras que el estadounidense es del 37% sobre los ingresos superiores a $609,350—pero no sé cómo puede afectar la residencia de Ohtani a sus pagos.
Sin embargo, cuando salga a comprar McDonald’s en Japón, tendrá que pagar en yenes. Espera que el yen pierda valor con respecto al dólar, para poder comprar cada vez más yenes con sus dólares de los Dodgers.
Por desgracia, no parece que esta parte de la ecuación vaya a favorecer a Ohtani, al menos a corto plazo. El yen se ha debilitado frente al dólar en los últimos meses, en gran parte debido a los tipos de interés en Estados Unidos. No preguntes por qué; las divisas son impenetrables. Pero lo más probable es que el yen se fortalezca en los próximos años, lo que significa que los dólares comprarán menos yenes. Sin embargo, eso es sólo en los próximos años. Para cuando llegue 2034, quién sabe.
Se mire como se mire, $700 millones es, como escribió Daniel Epstein, mucho dinero (aunque en este caso sea ficticio). Al aplazar la mayor parte, Ohtani va a dejar que la inflación erosione su valor mucho más que si se le pagara todo a lo largo de los 10 años del contrato. Pero si tenemos en cuenta los impuestos, la diferencia se reduce considerablemente. Y puede que el tipo de cambio entre el dólar y el yen haga que desaparezca por completo.
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