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Image credit: © Jeff Le-USA TODAY Sports

Traducido por Fernando Battaglini

Los Cardinals están de regreso. Están lejos de haber recuperado completamente su antigua gloria, pero no van a desaparecer en la carrera por la corona de la División Central de la Liga Nacional. Una vez que se encontraron nueve juegos detrás de los Brewers, que estaban a la cabeza, redujeron esa ventaja a la mitad en los últimos dos meses y se deslizaron hasta el segundo puesto de Comodín en la Liga Nacional. Desde el 1 de junio, tienen marca de 23-18 y están anotando 4.5 carreras por partido, frente a 3.9 hasta finales de mayo. La magia diabólica vive y, para los equipos rivales, debe resultar muy familiar. Los Cardinals no pueden dominarte, ni en el plato ni en el montículo, pero simplemente no ceden.

Como equipo, St. Louis ocupa apenas el puesto 21 en DRC+, y no ha aumentado mucho ni siquiera durante el último mes y medio. No jalan la bola con autoridad y con mucha frecuencia, ni generan un gran poder. Sin embargo, ponen la bola en juego. Ningún equipo en el béisbol altera más su enfoque que los Cardinals cuando llegan a dos strikes. Su tasa de swing de dos strikes es 21.5 puntos porcentuales más alta que la misma tasa cuando tienen cero o un strike, la mayor diferencia de este tipo en la MLB. De los 331 bateadores con al menos 150 apariciones en el plato en lo que va de la temporada, tres de los ocho primeros en diferencial de swing de dos strikes son Cardinals: Nolan Arenado, Lars Nootbaar, y Masyn Winn. Cada miembro de ese trío abanica en más del 60% de los lanzamientos que ven en esos conteos. Winn ha subido al 71.1%.

Adoptar un enfoque paciente hasta los dos strikes y un enfoque defensivo e intransigente una vez que llegaron allí ha impedido que los Cardinals bateen por poder al mismo ritmo que el resto de la Liga. Están notablemente por debajo del promedio tanto en slugging como en poder aislado desde que comenzó junio, pero están en el noveno lugar en promedio de bateo y hasta el puesto 14 en carreras por juego, de los cinco últimos de toda la liga antes de eso. Winn se siente la encarnación de este enfoque y el jugador emblemático de este tipo de equipo. Él es quien evoca más vibras de los Cardinals de la década del 2010, y quien parece el mejor candidato para conseguir grandes hits debido a su negativa a poncharse y su sensibilidad para usar el medio del campo. De hecho, se ha refrescado a medida que el clima se ha vuelto más cálido. Estaba bateando .297/.349/.432 hasta finales de mayo, pero desde entonces ha bajado a .263/.308/.375. Su tasa de ponches ha aumentado y Oli Marmol dijo que ha estado lidiando con dolor de espalda durante gran parte de la temporada.

En cambio, ha sido el viejo toletero Arenado cuyo enfoque de batear para contacto sobre poder ha impulsado el equipo. Batalló mucho durante el primer mes y la segunda quincena de mayo, pero desde que el calendario pasó a junio, está bateando .290, con un OBP de .342. Todavía tiene muy poco poder, con la friolera de siete extrabases en 152 apariciones en el plato durante ese lapso, pero solo se ha ponchado 20 veces en esos viajes al plato. Está elevando la pelota menos que al principio de la temporada, y menos que cuando era una amenaza de poder de élite, pero lo está haciendo centrándose más en la cobertura del plato y manteniéndose con vida con dos strikes. Está logrando más contacto y bateando menos elevados débiles cuando los pone en juego, incluso cuando su poder disminuye. El primer gráfico, que muestra la velocidad de salida y el ángulo de lanzamiento, es hasta el 31 de mayo, el segundo desde el 1 de junio. Naranja=sencillo, azul=doble, rojo=jonrón, gris=fuera, blanco=error.

Su enfoque es realmente claro, en la forma en que evoluciona a lo largo de un turno al bate. Compare sus tasas de swing por ubicación con un strike (primer gráfico) con el mismo gráfico con dos (segundo), y podrá ver cuán drásticamente Arenado activa un interruptor para volverse más agresivo al poner la pelota en juego una vez que está en peligro de poncharse. 

En el vacío, no es genial ver a un bateador de mitad de la alineación  adoptar este tipo de enfoque. Generalmente quieres que un jugador como Arenado se centre más en el daño. Una vez más, es a Winn a quien un equipo normalmente le pediría que adoptara este tipo de táctica, favoreciendo el contacto y la paciencia en el conteo temprano sobre el poder. Sin embargo, cuando todo un equipo implementa el mismo enfoque, la propuesta se vuelve más peligrosa. Es una alineación llena de outs difíciles, lo que impulsa ese reciente aumento en el promedio de bateo y produce muchos sencillos anotadores, para disgusto de las defensas contrarias.

De los 10 Cardinals que han tenido al menos 150 apariciones en el plato este año, ocho tienen un diferencial de swing superior al promedio basado en el conteo. Además de Nootbaar, Arenado y Winn, están Brendan Donovan, Alec Burleson, Paul Goldschmidt, Iván Herrera, y Michael Siani. Las únicas excepciones entre los habituales del equipo son Willson Contreras y Nolan Gormany, para ser justos, los dos son responsables de producir gran parte del poder en esta alineación.

Como se ha señalado en muchos sectores esta primavera y verano, la revolución del elevado todavía está en plena vigencia. Sin embargo, estamos empezando a entenderlo mejor, no sólo como una función de la velocidad de salida maximizada o los ángulos de lanzamiento optimizados, sino como resultado de luchar contra lanzadores que producen abanicados, levantando la pelota consistentemente hacia la banda. Es el tipo de enfoque que aprovecha cuando los lanzadores cometen errores, pero, por otro lado, viene con el entendimiento de que los ponches se acumularán cuando los lanzadores ejecuten bien. Durante la última media década, los Cardinals han sido uno de los equipos que más asiduamente se esforzó por crear esa elevación lateral. Arenado fue, él mismo, uno de los arquetipos de este enfoque.

No es así esta temporada. Los Cardinals están en el puesto 29 en tasa de jalar la bola (pull rate) y en el 28 en el porcentaje de todas las apariciones al plato que terminan en elevados bien bateados. Están bateando la pelota al jardín central al décimo ritmo más alto de la Liga, y al campo opuesto al tercero más alto. Es en parte porque tienen más jugadores como Donovan y Winn, cuyas especialidades se encuentran en otros lugares, pero también es en gran medida producto de su enfoque. Esperar y ser disciplinado, para luego encontrar formas de cubrir y proteger el plato con dos strikes, significa utilizar la mayor parte del campo, incluso para jugadores como Arenado y Goldschmidt.

No es lo que hace un gigante, pero estos Cardinals no son un gigante. Vivirán o morirán, una vez más, en lo que parecerá magia diabólica para aquellos que están fuera de la experiencia diaria del equipo. Su picheo ha mejorado constantemente a medida que avanza la temporada y tienen una ventana para mejorar antes de la fecha límite de intercambios. El éxito o el fracaso de su temporada dependerá de encontrar formas de compensar el hecho de que sus mejores bateadores ya pasaron su mejor momento y que sus jóvenes todavía se están desarrollando, incluso en el nivel de las Grandes Ligas. El enfoque moderno de moda es ser agresivo al principio de los conteos, buscando el lanzamiento en el que uno pueda conectar con el barril  la pelota, pero los Cardinals han cambiado las cosas. Están siendo pacientes desde el principio, trabajando para conseguir bases por bolas y obligando al cuerpo de lanzadores contrario a acumular lanzamientos, incluso sabiendo que les exigirá luchar desde una posición defensiva una vez que el conteo sea profundo.

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