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Image credit: © John Hefti-Imagn Images

Traducido por Pepe Latorre

La postemporada empezó ayer, y si hacemos una comparación en tono de broma podríamos decir que hay tantos equipos del Midwest como nueces había en el café que tomaban tus abuelos (bueno, esa no fue realmente la razón por la que la marca de café se llamó así, pero  se entiende la idea). Al comienzo de esta serie me dí cuenta de que en la corta historia del formato de tres Comodines, ningún equipo de la División Central había logrado siquiera uno de esos lugares, ni siquiera un pase directo a la Serie Divisional. Ninguna de las dos cosas está ya vigente. Los Guardians lograron un pase directo en la Liga Americana y los Brewers se quedaron a un paso de uno en la Liga Nacional. Mientras que Royals y Tigres sufrieron pero acabaron consiguiendo colarse en octubre gracias a las plazas de comodines. Es cierto que solo Milwaukee está jugando sus partidos de la ronda en casa, pero este otoño los conjuntos de las divisiones centrales son una parte mucho más importante de la fiesta.

Es imposible hacer predicciones en el béisbol de postemporada, pero las probabilidades de que un equipo de la División Central llegue lejos (los últimos en llegar a la Serie de Campeonato para ser barridos sin contemplaciones fueron los Cardinals en 2019) son obviamente más altas esta temporada. Cuentan con cuatro equipos en vez de los dos de campañas anteriores y hay uno que lo tiene todo a su favor para plantarse en una Serie de Campeonato en la que no han estado antes. Sin embargo, hay otra razón por la que podríamos esperar más éxitos de esos equipos de la División Central. Algunos dirán que es la ausencia de grandes equipos, pero otra forma de verlo es una renovada igualdad, un caos que hará que todos los choques sean a muerte, algo que no vemos tan habitualmente.

Tradicionalmente Orioles y Padres no han estado entre las escuadras poderosas de las costas, pero han llegado hasta aquí a fuerza de imitar a Yankees, Dodgers, Phillies, Astros, Mets o Braves. Estos son equipos acostumbrados a triunfar y que rara vez se ven peleando en el fango. En cambio, Brewers, Tigers, Royals y Guardians nacieron en el fango. Se moldearon allí. Han pasado toda la temporada, y muchas de las temporadas anteriores, jugando una versión ligeramente desordenada y caótica del juego a la que este año también se han visto arrastrados los equipos más ricos.

“Nuestro plan, por daros un breve adelanto”, dijo A.J. Hinch cuando habló con los periodistas de los Tigers el lunes, “es Tarik Skubal [el martes] y un caos en el picheo el resto de los juegos, es lo que hemos hecho durante los últimos dos meses”.

La frase clave no es “caos en el picheo”, sino el final. Los Tigers están acostumbrados a esto. Lejos de apresurarse, como sí hicieron Orioles y Astros con los traspasos de Zach Eflin, Yusei Kikuchi y Trevor Rogers en la fecha límite, los Tigres han estado viviendo con planes de pitcheo inestables e inciertos día a día a lo largo de la temporada. Es su identidad.

La situación de los Brewers es, en más de un aspecto, muy similar. Los Tigers acumularon 25 entradas menos de sus abridores que cualquier otro equipo, pero sólo ellos, Giants, White Sox y Marlins consiguieron menos que los Brewers. Desde el principio, tanto Detroit como Milwaukee se dieron cuenta de que les faltarían abridores que pudieran tener éxito al ser usados de una manera tradicional. Tuvieron que ser creativos y sabían que su temporada dependería de ello.

“El juego se vuelve muy cruel cuando intentas controlarlo”, dijo el viernes Pat Murphy, mánager de los Brewers a los periodistas. “Sólo puedes enfrentar el juego cara a cara, como viene”.

Pero este no es el mantra de los “hermanos mayores” de estos equipos. Cada año, los Dodgers construyen una plantilla estelar y llena de talento que claramente está destinada a anular cualquier inconveniente potencial generado por el juego. Si te lo puedes permitir, es una mejor manera de vivir. Es cómodo y tiene muchas opciones de acabar siendo exitoso. La forma en que están construidos Brewers y Tigers (y Royals y Guardians) no es así. Milwaukee, Detroit y Cleveland tienen que apoyarse en sus brillantes bullpens y seguir encontrando formas de sacar provecho de ellos sin sobrecargarlos. Kansas City gastó generosamente, según los humildes estándares de estos equipos, para evitar esa situación y ha funcionado. Pero con una manta que no es demasiado larga si se cubre un aspecto del juego otro queda al descubierto. Kansas está haciendo con el corazón de su lineup lo que los otros hacen con los abridores. Tienen a un bateador y luego mucha esperanza e intentos de ser creativos, y aguantar con uñas y dientes hasta que llegue el turno de ese bateador de nuevo.

Comparar la alineación de los Royals con el de los Orioles o el de los Tigers con la de los Astros transmite la idea de una lucha injusta. Si Brewers o Guardians quieren intentar poner fin a las dos sequías de títulos más notables que quedan en el deporte tendrán que sobrevivir a su poca profundidad y vencer a equipos que tiene fortalezas tan notables como las suyas pero sin debilidades tan evidentes. La ventaja es que estos cuatro mánagers han pasado toda la temporada jugando de esta manera. Los cuatro han llegado a conocer a sus equipos y han encontrado los roles específicos en los que sus peloteros clave pueden tener éxito.

​​Los Brewers, el equipo más exitoso en robo de bases que ha llegado a la postemporada, se han vuelto cada vez más agresivos a medida que avanzaba el verano y no mostraron señales de frenar al final de la temporada. Los Tigers han creado una infraestructura de lanzadores con poco nombre que creen que está más que preparada para devorar alineaciones. Stephen Vogt ha encontrado una jerarquía en su bullpen que hace que el camino hacia el out 27 sea menos estresante de lo que solía ser al principio de la temporada, pero que aún es lo suficientemente flexible como para tener algunas opciones disponibles al día siguiente. Kansas City ha maximizado el rendimiento de su cuerpo de lanzadores en la segunda mitad al negarse a lanzarles a los bateadores las bolas rápidas que buscan. Han permitido la segunda velocidad de salida más baja en el béisbol desde el parón.

Nada de lo anterior garantiza que a estos equipos les vaya a ir mejor que a los campeones de la Central que han jugado en las últimas postemporadas. Sin embargo, es innegable que parece uno de esos años en los que uno de esos equipos dará un paso adelante. El conjunto de equipos que, aunque solo sea ligeramente, han cambiado la narrativa de la inferioridad de la Central llegan a sus respectivas postemporadas bien posicionados para seguir superando las expectativas. Se sienten más cómodos que los Astros y compañía en las condiciones que están a punto de enfrentar.

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