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Traducción por Carlos Pérez

Mientras veía el Juego de Comodines de la Liga Americana el martes, un gran tweet de Mike Axisa, de la CBS, apareció entre mis mensajes: “5.2 entradas sin carrera esta noche para Blake Rutherford”. Resumía un argumento que estaba tratando de hacer sin la misma resonancia: Brian Cashman hizo un gran trabajo creando el tipo de bullpen monstruoso que te permite sobrevivir a un juego de vida o muerte cuando tu as solo te da dos tercios de un inning.

Pero espera un segundo, Blake Rutherford no es un pitcher de relevo y ni siquiera es un Yankee, ¿cómo es que ese tweet tiene sentido? Viajemos en el tiempo a junio del 2016, al Draft 2016 de la MLB. Los Yankees fueron derrotados por Keuchel en el Juego de Comodines de 2015 después de ganar 87 partidos, y al final tuvieron la 18ª elección de la primera ronda. Mientras el draft progresaba, Rutherford —considerado por muchos como uno de los cinco mejores jugadores del draft, y un candidato a ser la primera selección general— seguía cayendo entre rumores de altas demandas de bonos por firmar y un acuerdo pre-draft con un equipo. Los Yankees escogieron a Rutherford y le pagaron una suma por encima de la media, aunque no escandalosa, de $3.282 millones en bonos por firmar.

Un año después, los Yankees se encontraban en medio de una carrera por los irónicamente saturados playoffs de la Liga Americana del 2017. Los Chicago White Sox, sin embargo, eran uno de esos equipos en esa carrera, aunque habían alzado la bandera blanca antes de la temporada cuando traspasaron a Chris Sale, y pulsando el botón de ventas al por mayor en julio al enviar a Jose Quintana a los Cubs. Los White Sox no tenían más piezas del estilo de Sale o Quintana, pero sí tenían una plétora de relevos interesantes, además de los servicios al bate del nativo de Nueva Jersey Todd Frazier. También les gustaba mucho Blake Rutherford. Los Yankees ya tenían a Aroldis Chapman y a Dellin Betances en su bullpen, pero si este siglo de béisbol nos ha enseñado algo, es que nunca puedes tener armas de más en el bullpen una vez que las hojas empiezan a caer de los árboles. Tampoco dolió el hecho que dos de los mejores brazos relevistas de los White Sox —el cerrador David Robertson y un dominante Tommy Kahnle— no solo eran más que alquileres de segunda mitad de temporada (bajo control del equipo hasta 2018 y 2020, respectivamente) sino también antiguos integrantes bien valorados de la organización de los Yankees.

Cuando pensamos en elecciones del draft que suben rápidamente de valor para aquellos equipos contendientes que seleccionan al final de la ronda, suelen ser los temidos relevistas universitarios quienes son cómicamente sobredrafteados por necesidad de la MLB. Una vez cada mil años te toca un Sale o un Brandon Finnegan que puedan contribuir en su año del draft. Pero casi todos los prospectos significativos pueden ser traspasados por buen talento MLB antes de que ellos mismos se conviertan en buen talento MLB —tan pronto como llegue la postemporada posterior al draft gracias a la implementación de la Regla Trea Turner. Blake Rutherfurd tuvo una temporada buena en clase-A Baja en 2017, nada especial, y quizás un poco decepcionante. A partir de ahí, incluso si empieza a destacar inmediatamente, aún está a dos años o más de generar un impacto en la MLB. Pero lo que puedes obtener por Blake Rutherford en el mercado de transferencias puede ayudarte inmediatamente, si sabes comprar de manera tan inteligente como Cashman.

El impacto de Rutherford en los Yankees de 2017—a través del propósito por el que fue traspasado— es innegable. En el momento del traspaso por Rutherford y dinero por Robertson/Kahnle/Frazier, alabé a los Yankees por traspasar sus prospectos de segunda fila para rellenar huecos significativos. La narrativa hizo el resto. Todd Frazier estabilizó una desastrosa tercera base, y fue negado de su propio momento heroico de postemporada a merced de una atrapada de Byron Buxton contra la valla. Pero fueron los dos relevistas los que consiguieron demostrar su valor.

Robertson lanzó para una ERA de 1.03 después de regresar al Bronx, y lo hizo en un rol de setup que recordó a, bueno, David Robertson en los días cuando los Bombarderos tenían a Mariano. En el Juego de Comodines, Robertson entró en un atasco de bases llenas en la tercera entrada, y escapó concediendo solo una carrera, preservando el liderato de los Yankees por 5-4, y lanzando 3 1/3 entradas (máximo de su carrera) sin conceder ni una carrera anotada a su nombre.

Como he debatido en este y otros espacios, los Yankees parecen tener una fábrica en la que producen tipos con bolas rápidas y sliders increíbles, y tienen serios problemas para mantenerlos a todos en la organización durante el paso de los años. Kahnle fue una vez uno de esos tipos, una quinta selección de una universidad de la que probablemente nunca ha oído hablar, que lanzaba un poco más rápido que los demás y que tenía un cambio de velocidad que era mucho mejor que la mayoría de esos tipos. Lo que Kahnle no tenía en su primera etapa con los Yankees era control, y se vio expuesto a la Regla 5 del Draft 2013. Seleccionado por los Rockies, Kahnle se quedó y lanzó en Colorado por dos años sin mucha historia, antes de ser traspasado a los White Sox por el interesante prospecto Yency Almonte. Después de pasar gran parte de la primera mitad del 2016 dominando Triple A —una experiencia que nunca había tenido por ser Regla 5— Kahnle volvió a las mayores para quedarse. En la primera mitad del 2017 se alzó como uno de los mejores relevistas del béisbol, y retuvo su dominio y control después del traspaso. El martes, salió detrás de un fundido Robertson en el sexto inning, lanzó 2 1/3 entradas perfectas, y le entregó la pelota al cerrador Aroldis Chapman para el noveno episodio.

Los Yankees sobrevivieron y ganaron el Juego de Comodines en parte gracias a estas brillantes actuaciones de relevo. Lo que hace eso especialmente valioso es la presión inherente que tiene un partido de eliminación tan apretado—esta estará entre las dos actuaciones de relevo más valiosas de todos los playoffs en el momento en el que todo se acabe. Es posible que con el paso del tiempo los Yankees echen de menos a Blake Rutherford, si es que desafía los obstáculos que hay en su contra y se convierte en una superestrella. Pero tomará tiempo para que ese tipo de circunstancia supere el valor que Robertson y Kahnle han proporcionado, y eso sin contar sus contribuciones futuras, o las contribuciones de Todd Frazier. Los Yankees quizá hayan ganado su parte del traspaso, y todo eso con el potencial para una postemporada completa lista para exhibir sus bullpen de la muerte.

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