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Image credit: USA Today Sports

(More information on BP En Espanol.)

Traducido por Carlos Pérez

El engaño viene de muchas maneras. Tradicionalmente, el béisbol, y más específicamente el pitcheo, trabaja con la iteración más obvia de este concepto. (La “Invisiball” de Yusmeiro Petit viene a la mente). Los pitchers son enseñados a esconder la pelota, y refinar sus mecánicas para no dar ventaja a los bateadores. Al iniciar esta temporada, había una gran lista de tareas pendientes cuando Jeff Passan de Yahoo Sports informó que Yu Darvish estaba dando pistas sobre sus lanzamientos de manera inadvertida. Darvish confirmó esto y trató de arreglar el problema.

Es precisamente este tipo de engaño lo que la aplicación más popular de Baseball Prospectus, la data de túneles de pitcheo, explora. Para lanzadores como Kyle Hendricks y Dallas Keuchel —y Greg Maddux antes que ellos— la gracia del juego consiste en que todos tus lanzamientos parezcan el mismo. Forzar al bateador a adivinar, e inclinar su inhabilidad para distinguir tus lanzamientos a tu favor. Estas pequeñas ventajas —un 2% extra podríamos decir— se combinan para otorgar una ventaja significativa al lanzador.

El engaño, naturalmente, es engañosamente complejo. Tomemos un momento para mirar la imagen inferior, sacada de un libro con el que estarán familiarizados aquellos con hijos:

La escena representada parece simple a primera vista pero cuando intentas encontrar el reloj —el primer elemento que se menciona al final de la página— la trampa de la sencillez se evapora rápidamente. En realidad, la escena está compuesta de un complejo grupo de piezas que hace la fácil tarea de identificar el reloj mucho más difícil.

Esto es un engaño en su sentido más tradicional. Para el propósito de esta exploración, no estoy particularmente interesado en eso. Estoy interesado en ver si usted puede encontrar el tee de golf en la imagen de arriba, sin embargo.

El cerebro humano es una cosa divertida. Le gustan los patrones. Quiero decir, realmente le gustan. Hagamos otro experimento. Eche un vistazo a estos dos conjuntos:

¿Cuál de estos, en su opinión, es más aleatorio?

Mientras considera esto, tomemos un momento para pensar sobre la aleatoriedad. A veces escuchará que un lanzador debería mantener a los bateadores alertas, o que deberían evitar caer en patrones. La idea es que la pura aleatoriedad es importante. Al fin y al cabo, los pitchers son terriblemente malos en cuanto a la aleatoriedad de sus lanzamientos. ¿Por qué? Bueno, porque detectar la aleatoriedad es muy, muy difícil.

Tome por ejemplo esta cita de Steve Jobs sobre la característica de mezclado de los iPods originales: “Hemos estado haciéndolos menos aleatorios para que parezcan más aleatorios”. Los usuarios estaban molestos cuando tres canciones del mismo artista sonaban a la vez, incluso cuando eso es inherentemente más aleatorio que muchas canciones diferentes.

Volvamos a nuestros conjuntos de puntos. ¿Lo ha averiguado ya? Si ha escogido la imagen de la derecha, enhorabuena. Es usted perfectamente normal. También está perfectamente equivocado.

La aleatoriedad por naturaleza implica montones, puñados de cosas machacadas juntas, y grandes áreas de espacio abierto. La imagen de la derecha muestra una distribución aproximadamente uniforme de puntos, una que no es aleatoria. Este ejemplo proviene de un libro de Steven Pinker, y la imagen de la derecha es en realidad un mapa de luciérnagas colgando de un techo en una cueva de Nueva Zelanda. Las luciérnagas, compitiendo por comida, se distribuyen entre sí tan lejos de sus vecinas como pueden –lo que resulta en una distribución relativamente regular de luciérnagas en el techo de la cueva.

Si este concepto es fascinante para usted, le indicaré con gusto esta herramienta donde si refresca la página se producen dos conjuntos de puntos: uno perfectamente aleatorio y otro perfectamente no aleatorio. Podría escribir miles de palabras desgranando este concepto, pero esto es una web de béisbol. Si está interesado en más ejemplos, incluyendo más detalles sobre el ejemplo de Pinker, Wired tiene un artículo excelente en el que se puede profundizar.

Así que hemos establecido que a los humanos le gustan los patrones y que somos muy malos en detectar la aleatoriedad. Hay otro concepto que querría presentarles antes de volver al béisbol. Vi recientemente una presentación de Amy Herman, una mujer verdaderamente admirable que explicaba el concepto de inteligencia visual. Un aspecto de la presentación de Herman nos retrotrae a la idea del engaño, pero a través del prisma de la persona que ve. En su mente, nuestras percepciones y expectativas configuran la manera en la que vemos e interpretamos el mundo. ¿Recuerda ese tee de golf de arriba? ¿Llegó a encontrarlo?

Si nos encontráramos en una habitación llena de gente mirando un cuadro, cada uno podría destacar un aspecto diferente de dicho cuadro. Hagamos otro experimento. Eche un vistazo a la siguiente foto, tomada en el Bronx:

¿Cómo podría describir esta fotografía a otra persona al otro lado del teléfono? Hay una mujer caminando, mirando a su teléfono o algo parecido. Hay un banco y una valla. Algunos árboles.

¿Podría creer que la mitad de la gente a la que Herman pide describir esta foto omite la “C” gigante de color blanco en su descripción? Está ahí, obviamente, y para la mitad de nosotros no lo está.

La percepción de las cosas es algo divertido. Lo que usted percibe como real y verdadero y correcto quizá no sea lo mismo para la persona que se sienta a su lado.

***

Mencioné antes que casi siempre que hablamos de engaños a través de la lente del béisbol, usamos la definición tradicional del término. Honestamente, la gran mayoría del debate sobre cómo el engaño se relaciona con cualquier cosa parte desde este supuesto.

Pero hoy no, amigos. Hablemos sobre el tipo del engaño que parece una “C” blanca gigante en medio de una fotografía. El tipo de engaño que se manifiesta como un tee de golf de dos pies de alto, erguido como una torreta o algún tipo de detalle estructural.

Cuando Clayton Kershaw se abalanza para lanzar con el brazo extendido desde una posición de tres cuartos, o los lanzamientos rápidos de Marcus Stroman, o cuando Johnny Cueto nos da ese bailecito de hombros que hace que los bat boys y las bat girls se vuelvan locos, están practicando el engaño. No es un tipo de engaño que nuestros cerebros pueden procesar bien. Es una combinación devastadora – el tipo de cosa que observamos y obviamos porque francamente no encaja en el bonito modelo de lo que esperamos en nuestros cerebros.

Los bateadores saben que Clayton Edward Kershaw lanza una bola rápida que cae hacia abajo. Saben que Stroman lanza rápido. Saben que a Cueto le encanta disfrutar de su Jason Derulo interior y darnos ese bailecito.

También saben que más veces que no, Kershaw va a lanzar de manera genial con su brazo extendido. Saben que Stroman va a llegar al plate con un tempo normal. Saben que el bailecito de Cueto está reservado para ocasiones especiales. Estas rarezas no encajan en los modelos en nuestras cabezas, no cumplen nuestras expectativas. Nuestra percepción es que estas cosas suceden, pero seguro que no me suceden a mí.

Eso pensó el pobre Josh Reddick, seguro.

Hay algo visceral sobre la reacción de batear o huir que usa el cerebro humano. Es ese botón rojo en la pared del laboratorio de química de un instituto que amenaza con cortar el suministro de gas a cada mechero Bunsen en un radio de 50 millas. Cuando un lanzamiento es dirigido directamente a la cabeza de un bateador, no hay tiempo para decidir si es una bola curva o una rápida. Solo hay tiempo para escapar de ahí. Lo siento, Buster Posey.

Esa reacción de batear o huir puede sobrecargar nuestros cerebros y causarnos dudas, o mejor aún alejarnos de la “amenaza”. ¿Sabe por qué un ciervo queda “atrapado entre los faros” de autos en la carretera? Es porque sus ojos están diseñados para ver mejor con poca luz, y el flash brillante de los faros los ciega temporalmente. Su cerebro se apaga por completo – mejor no moverse del todo hasta que sus ojos puedan ver qué está sucediendo.

Al final, esa es una estrategia pobre para el ciervo, igual que para los bateadores de ligas mayores. La eficacia de la estrategia es irrelevante, por supuesto, porque el cerebro toma las decisiones cuando se trata de habilidades motrices y su posición por defecto cuando se sobrecarga con información que no puede evitar ser cauto.

Así es cómo se obtiene una reacción como la de Reddick en el Juego 1 de la Serie Mundial contra Kershaw.

Si quiere entender este lanzamiento en el contexto del juego -y usted quiere- debería leer el análisis de la aparición al plato de Kate Morrison. No vamos a mirarlo desde ese ángulo. En su lugar, vamos a mirarlo desde la perspectiva del engaño y la débil mente humana.

Aclaremos algo ya mismo: Reddick, con una cuenta de 0-2, iba a abanicar. En realidad, él estaba buscando algo que le permitiera no abanicar. Algún tipo de información que dijera, “Hey, esto no es un strike, no abaniques ahora”. Esto generalmente es cierto para cualquier bateador que no se llame Joey Votto en todas las cuentas que no sean 3-0. Los bateadores batean, y eso es lo que tratan de hacer.

Reddick comienza su swing contra ese lanzamiento, pero en algún punto, mientras todos sus músculos comienzan a mover su bate hacia el plato, algo sucede. Las sinapsis se encienden mientras su cerebro procesa el hecho de que el brazo de Kershaw hizo cosas que normalmente no hace. La pelota salió disparada desde un punto de salida inferior que Kershaw bajó porque, como el as de los Dodgers reveló después del partido, “parece una buena idea”.

La señal emitida desde el cerebro le dice a los músculos de Reddick que se detengan. Algo no está bien. No sé qué era eso, pero no era un lanzamiento normal de Kershaw. No encaja en el patrón o modelo en el subconsciente de Reddick. Él detiene su lanzamiento, y mira esa bola rápida de 94 mph entrar por el corazón de la zona de strike para un strike tres cantado.

No es un secreto que Kershaw ocasionalmente baja y lanza desde ese punto de lanzamiento. No suele ser un gran lanzamiento – como Morrison indica, los bateadores rivales suelen batear bien esos lanzamientos de lado de Kershaw durante la temporada regular. En este momento, sin embargo, eso era irrelevante. Ese punto de lanzamiento de tres cuartos debería haber hecho obvio lo que venía a continuación. En su lugar, era tan diferente a lo que Reddick esperaba que no pudo decidir qué hacer. Kershaw le dio posiblemente uno de los lanzamientos más fáciles para batear, cuando lo tenía en su punto más vulnerable. De acuerdo con los datos, era un error. Una pobre elección por parte del as que ha hecho tantas buenas elecciones durante el transcurso del partido. En realidad, era todo salvo eso.

Es fácil mirar un partido de béisbol y criticar la selección de pitcheo, las secuencias y el enfoque de los lanzadores. Es fácil sugerir que un jugador de béisbol profesional debería ser capaz de batear una bola de 94 mph – ligeramente más rápida que el promedio de la liga – que iba básicamente al centro. Es fácil olvidar que a veces encontrar el tee de golf es realmente difícil, incluso si es el objeto más grande de la imagen. El arte del engaño, al parecer, es engañosamente complejo.

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