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Traducido por Martin Alonso

Solo me quiero sentar

Por: Meg Rowley

Estoy a favor del ejercicio, pero es importante sentarse. El mundo nos cansa, y debemos ser capaces de descansar. No ser capaz de sentarme es la razón por la cual me cansé de vivir en Nueva York. Estás constantemente luchando contra las personas—en el subterráneo, en el pavimento, en línea para una promoción en el trabajo. Luchas, te zarandean, y luego sales con tus amigos para relajarte, solo para seguir estando parado. Esperas por una mesa, y tienes que esperar parado junto a la puerta. Decides tomar un trago en la barra mientras esperas, y nuevamente estás parado, sosteniendo tu abrigo, aferrado a tu tarjeta de crédito. Sigues siendo empujado por la camarera, lo cual molesta a ambas. Sólo quieres sentarte, pero no puedes, y estás cansada. Además, hace mucha bulla. Estás gritando. Tomamos decisiones terribles en nuestros veinte.

El mundo debería dejarnos sentarnos. Es parte de la razón por la que me gusta el béisbol. Es relajante. Si el estadio no está lleno, puedes levantar tus pies. La acción es lenta; puedes relajarte pero aun ser conmovido. Solo tienes que pararte a celebrar cuando tu equipo conecta un home run, o gana, o si es tarde y es un partido ajustado, y a veces ni así. Los demás fanáticos también quieren sentarse, y han acordado no bloquearse la vista. Tienen un contrato social. Han creado cortes.

Excepto este sujeto. Este es Chip. Chip es de lo peor. Sonriente – vivimos en un mundo sobre litigado – pero de lo peor. Alto, pero de lo peor. Chip cree que es el Leviatán.

Es la quinta entrada, Chip. Sé que es la Serie Mundial, y estás emocionado porque es un partido 1-0. Crees que pararte para cada lanzamiento del turno al plato de Joc Pederson es algo que los fanáticos normales hacen. Pero te olvidas de Bob. Ahí está Bob.

Mira la cara de Bob. Bob no puede ver sin mover el cuello. ¡Marlins Man puede ver mejor! Chp se ha olvidado de Bob, pero realmente, nos ignora a todos. Ha roto una promesa. Ha obligado a Bob a tomar decisiones. Bob puede refunfuñar, y avisarle a Chip que se siente. Bob puede hacer eso, pero Bob está siendo necio. Un pésimo deportista. Quizás, Chip diría, un pésimo fan. Bob puede quejarse con el acomodador, pero ahí se vuelve un delatador al igual que un pusilánime. O, Bob también se podría parar. Bob se puede parar, obligando que los que estén detrás de él también se paren hasta que todos estén parados. Chip se ha vuelto un vaso enorme o un cómico sombrero de frutas. Ha impuesto sobre Bob la obligación de tomar una mala decisión. Y todo por un par de elevados y un ponche mirado.

Hay muchas cosas que hacemos para tener una civilización; cosechamos, votamos, nos enamoramos. Escribimos libros y nos peleamos con otros, y alentamos a nuestros equipos. Hacemos todo eso. Pero nos convendría recordar que dentro de todas las cosas que hacemos, permitimos a los demás sentarse y descansar un rato. Después de todo, el mundo te puede cansar.


El Estilo del Libro de Reglas del Béisbol

Por: Emma Baccellieri

Comenzando con la edición del 2015 del Libro Oficial de Reglas de la MLB, la primera página del libro designa un editor. En cada uno de los tres libros publicados desde entonces, ese editor ha sido el mismo: Tom Lepperd. Lepperd es un supervisor de umpires que antes servía como director de la administración de umpires, y desde entonces ha trabajado en el béisbol profesional por más de cuatro décadas, aunque, hasta donde puedo determinar, en ningún cargo como escritor o editor. (Su diploma universitario es en educación matemática, y fue un profesor de secundaria de matemática en Illinois antes de ir a la escuela de umpires en los 70.)

No parece haber ninguna información pública sobre por qué la MLB creó está posición de editor o para qué, exactamente, significa; no es claro si Lepperd edita el estilo o la gramática del manual o simplemente para mantener la consistencia de los principios del béisbol. Para este ejercicio, sin embargo, eso no importa—estoy interesada en esas preguntas, pero, por ahora, me interesa específicamente algunas de las decisiones de estilo.

El uso de signos de exclamación: Hay poco de ello. Las reglas oficiales del béisbol son cosa seria, la ley del universo, no un lugar para dudas o emociones. Hay exactamente dos signos de exclamación, la primera en la Regla 5.01.

(Nota, si estás interesado en cosas menores y probablemente insignificantes: el encabezado dice aquí específicamente y entusiásticamente: “¡Play Ball!” mientras que el resto de esta sección simplemente dice “Play.” Si la frase es realmente importante que utiliza solo uno de los dos signos de exclamación en este manual de cientos de páginas, ¿no merece ser usado en todo su resplandor en su propia sección?)

El segundo y último signo de exclamación se encuentra en una de las últimas secciones del libro, “Instrucciones Generales a los Umpires.” Se puede encontrar en la ante-penúltima instrucción general: “¡Pero recuerde! El primer requisito es tomar las decisiones correctas. Si en duda, no dude de preguntar a sus asociados. La dignidad del umpire es importante pero nunca tan importante como ‘estar correcto.’” Probablemente sea un indicador de que quien haya sido el miembro encargado del comité de reglas en escribir esa sección hace cuántos años haya sido tenía sentimientos muy fuertes sobre este punto, pero quizás un comentario sobre cómo expresar lo que está bien—con cuanta emoción sea necesaria—vale más que tu dignidad.

La coma serial: La guía de estilo de SABR es sumamente explicita sobre su apoyo a favor de la coma serial. Literalmente, es la primera cosa de la que habla. Las Reglas Oficiales del Béisbol no tiene la misma opinión. Al principio, no usa la coma serial, y luego, cerca del final del libro, comienza a trabajarla, y luego es un menjunje. Inconsistente. Parece que las Reglas Oficiales del Béisbol no le importa esto. Eso…está bien. Supongo. [Nota de editor: no está bien. La coma serial es terrible, artificial, y valioso por una sola cosa: claridad. La claridad es sumamente importante para un libro de reglas.]

Uso de números: Este también es inconsistente. La mayoría de números por encima del 10 parecen estar escritos numéricamente, en vez de deletreados, como en el estilo de SABR (al igual que el estilo de muchos sistemas). ¡Pero no siempre! “El cátcher puede usar un guante de cuero con una circunferencia no mayor de treinta y ocho pulgadas, y con una longitud no mayor a quince y una pulgada y media.” “Las bancas deben estar a menos de veinticinco pies de las líneas de la base.” Esto no le compete a las Reglas Oficiales del Béisbol, lo cual no es lo peor del mundo, pero uno debe cuestionar la falta de orden en un documente creado para mantenerlo.

Lenguaje descriptivo: Las Reglas Oficiales del Béisbol son, en mayor grado, secas. Muy así. No son algo que se lea por diversión. Pero hay algunas gemas a lo largo: el hecho de que los umpires deben evitar “familiaridad inconsciente” con empleados de los equipos. La frase “pulgar de entrepierna”, para describir…una parte del guante. Las advertencias sobre la palabra advertencia, al referirse a un pitcher lanzando intencionalmente a un bateador: “Si, a juicio del umpire, las circunstancias lo ameritan, ambos equipos pueden ser oficialmente ‘advertidos’ antes del partido o en cualquier momento durante el partido.” El uso de la palabra expectorar al describir lo que un pitcher no puede hacer con la pelota. La frase “trampa de tipo de red,” como en “el bolsillo del guante no puede ser construido de cordones trabajados de tal manera que produzcan una trampa de tipo de red.” Es muy hilarante—muy inconsistente con la voz de un editor, quizás, pero mejor por ello.


A veces no hay béisbol

Por: Patrick Dubuque

A veces no hay béisbol. A veces te encuentras sentado en una silla de plástica en un mini-centro comercial afuera de un estudio de artes marciales mientras que tu hija está adentro pateando objetos inflables, y creciendo, y el cielo tiene ese color oscuro justo después del atardecer pero antes de la noche, oscuro excepto por la luz generada por los carros manejando por la calle como un zootropo. Te sientas ahí no escuchando béisbol. Te olvidaste un lápiz, pero está bien porque no tienes papel, así que le susurras a tu teléfono, aleatorias frases inelegantes, con miedo a cómo suene tu voz grabada.

A veces no hay béisbol, y con nada que hacer, y nunca te dijeron cuánto tiempo pasarías sin hacer nada, mientras que no tienes tiempo. Hay luces navideñas para colgar y ya es diciembre y ya es oscuro y si esperas más tiempo para colgar esas luces navideñas será muy tarde y tendrás que quitarlas. No llegaste a hacerlo el año pasado. Probablemente no lo harás este año. Vives una vida donde las luces navideñas están fuera de tu alcance, como una persona: no eres digno de ellas. Y aquí estás, pensando de nuevas formas de describir el cielo, y no hay nada de béisbol.

Pero la alternativa: podrías colgar las luces navideñas, y acabar con eso, y luego habría algo más, igualmente importante, igualmente olvidable. Podrías vivir todo el tiempo, dormir cuatro horas por noche no porque tu hijo ha estado luchando con el mismo diente desde que los Angels estuvieron en contención por última vez pero porque hay tanto por hacer y lograr. Podrías escuchar béisbol todo el tiempo, preocupándote por el próximo partido y las decisiones de tu equipo favorito, hasta el momento que mueras.

Puedes escuchar la risa de tu hija; la suya es la única que rompe las barreras de la pared. Quizás no sea buena señal, quizás lo sea. No lo sabes. Estás cansado. Si hubiese béisbol, quizás no lo hubieras escuchado. La vida es mejor cuando no se te permite vivirla en todo momento, y te quedas esperándola por un momento.

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