Traducido por Marco Gamez
Una de las cosas bellas del béisbol, especialmente en un momento del año en el que tenemos tan poco de él, es la cantidad de facetas que proporciona. Claro, uno puede interesarse en ganar partidos y cómo su equipo favorito arma y optimiza su alineación para conquistar sus ansiadas victorias. Incluso puede suscribirse a un sitio web de análisis de béisbol para conocer mejor cómo se consiguen estas victorias. Pero, en medio de lo que es la propia competencia del deporte existen otros factores. Están las consideraciones estéticas, los elementos que definen el estilo del beisbol: Puig lanzando su bate, las trenzas de Syndergaard, las rutas de Aoki. Están las situaciones fuera del terreno de juego, el negocio y la marca y la creación del estrellato. En medio de todo, en nuestra visión sobre cada lanzamiento, hay un elemento siempre relacionado: la ley.
Y si hay algo en común con todas estas características del béisbol, es que puedes apostar por ellas. Uno de mis descubrimientos recientes favoritos es el UEFL, o Liga de Fantasía de las Expulsiones de Umpires (por sus siglas en inglés), donde los participantes predicen y diseccionan cada expulsión en el transcurso de un año. La sección de comentarios está llena de árbitros profesionales y semiprofesionales que no solo se quejan de las sentencias correctas o incorrectas de la forma en que lo harían la mayoría de los fanáticos (aunque esto también suceda); sino que también analizan cada situación desde una perspectiva del arbitraje, cómo se manejó la situación, si se manejó bien o se manejó mal. Es como escuchar a los viejos maestros sustitutos tratando de cumplir su tarea, excepto que estos lo hacen sobre un tema que te apasiona.
El interés principal de la UEFL es naturalmente las expulsiones. El béisbol tuvo 187 expulsados entre el Día Inaugural y el último out de la Serie Mundial-104 mánagers y coaches, y 83 jugadores. Se guardó el video de cada expulsión, se documentó el estado del juego, la causa y si la sentencia en cuestión fue correcta, incorrecta o a discreción del árbitro. Es una gran cantidad de datos. Empleando estas cifras, podemos analizar datos no predictivos sobre cómo los seres humanos se ven obligados a no seguir participando en ese juego de béisbol. Haga clic en cada una de las miniaturas que se muestran a continuación para obtener una imagen más grande, ya que la información es divertida de ver, si es que no la considera particularmente pertinente:
¿Qué equipos vieron más y menos expulsiones?
¿Cuántas expulsiones de jugador ocurrieron en cada entrada?
¿Cuál fue el hecho que condujo a la expulsión?
¿Fue esa sentencia, el detonante, decretada correcta o incorrectamente?
Esta última interrogante es un poco más importante, porque es sorprendente: dada la cantidad de sentencias equivocadas que los fanáticos ven (o creen ver), viendo béisbol diariamente, la mayoría de los conflictos surgen en situaciones donde el jugador está equivocado. A menudo, las llamas no se avivan debido a la sentencia del árbitro, sino a la tensión con el otro equipo, a una reacción brusca o a palabras duras. Aquí es donde la verdadera habilidad del árbitro, algo que nunca podrán tener los potenciales robots sustitutos en el futuro, se convierte en la clave: El manejo del salón de clase. Aunque sus descripciones de trabajo no se superponen demasiado, hay momentos en que un árbitro tiene que actuar como un maestro de secundaria.
Como cualquiera que haya recibido una habitación llena de niños de 13 años sabe, impartir conocimientos puede ser el resultado deseado, pero antes de eso, debe tener lugar una transacción diferente: Controlar el grupo. Los árbitros de hoy son los herederos de 150 años de lucha contra los jugadores para imponer su autoridad, y hay situaciones en las que el control debe aprovecharse, si no es por esa situación en específico, se hace para que sirva como precedente para cuando se repita. Es por eso que hay ciertas actuaciones desencadenantes que son expulsiones automáticas: la palabra mágica, el contacto físico, el golpe del bate en el plato de home.
El límite entre la emoción y el comportamiento es lo que lo convierte, a veces, en un escenario fascinante. Nick Franklin fue expulsado de un partido por gritarle al árbitro que el otro equipo había usado más de 30 segundos para solicitar una revisión de jugada…en una jugada en la que aquellos no pidieron revisión. Chase Utley fue expulsado por el árbitro de la segunda base por permanecer parado en su camino y bloquear su vista. Peter Moylan fue castigado y luego expulsado del partido después de que ya había sido reemplazado, mientras estaba saliendo del montículo. Y, por supuesto, estaba la obra maestra de la rebelión abierta de Adrián Beltré.
A veces, un manager sale con la intención de que lo expulsen, estilo Earl Weaver, para intentar encender los ánimos. Otras veces, el árbitro necesita controlarse al máximo:
Una de las cualidades más beneficiosas del maestro sustituto es la invisibilidad. El alumno está en su propio entorno, se mueve de un aula a otra según la rutina de su horario. Lo único que no debes hacer como sustituto, por tu propia salud mental, es atraer la atención hacia ti mismo. La enseñanza sustituta es manipulación a través del carisma silencioso; su objetivo es hacer que los alumnos aprendan, haciendo lo que se supone que deben hacer, sin hacerles pensar demasiado sobre por qué están haciendo lo que se supone que deben hacer. Una vez que estás en su cabeza, una vez que se dan cuenta de que eres el intruso, el resultado casi siempre es el conflicto y la ruina.
A pesar de la popularización de la frase “El espectáculo de los árbitros”, la mayoría de los árbitros no quiere eso; están ahi para trabajar, y como maestros sustitutos, solo quieren hacer un trabajo decente y llegar a casa a tiempo. Las expulsiones para ambos son opciones extremas, una señal de que han sido derrotados, que han sido puestos de cabeza. Hubo un momento en que el arbitraje era el peor trabajo en el béisbol, cuando la tripulación tenía que huir en la oscuridad a escondidas de una furiosa multitud local. Las cosas están mejor ahora, o al menos no son tan peligrosas desde el punto de vista de integridad física, pero el mejor árbitro sigue siendo el anónimo: el que controla el juego sin que pareciera que lo controla.
Con eso en mente, me tomé un momento para calcular las situaciones en las que los árbitros, con el movimiento de un dedo, tienen el mayor impacto en un partido. Dejando de lado a los managers, los 83 jugadores encontraron una variedad de formas de pulir sus hachas, pero las bolas y los strikes fueron claramente el tema de controversia favorito. Las expulsiones derivadas de las peleas incluyen aquellas en la categoría HBP y sin acción de juego, dependiendo de si fueron catalizadores activos o primeros en responder. Miré esto desde dos puntos de vista: en el momento de partido, en términos del talento del jugador expulsado en comparación con su reemplazo, y en retrospectiva, comparando el porcentaje de victorias del sustituto con la contribución esperada del expulsado.
Los calculé cada uno de la siguiente manera:
TALENTO PERDIDO
[(WARP 2017 del jugador expulsado / PA 2017) * PA restantes]
menos
[(WARP 2017 del jugador de reemplazo / 2017 PA) * PAs restantes]
RESULTADO REAL
[(2017 WPA / 2017 PA) * PAs restantes]
menos
[WPA del jugador de reemplazo]
Las siguientes son las cinco expulsiones que más cambiaron el partido durante 2017:
Una de las cosas agradables del béisbol es que las expulsiones en realidad no afectan demasiado un partido. Los Marlins perdieron a uno de sus mejores jugadores en la primera entrada, lo reemplazaron con un hombre de 44 años, y la diferencia en WARP fue de apenas 1.5 por ciento de un partido. Hay otros elementos que, por supuesto, son imposibles de cuantificar aquí: la menor flexibilidad de la banca de los Marlins en un lado, los efectos psicológicos de la expulsión, tan a menudo probados por los managers, por el otro. Pero es bueno saber que, a pesar de lo flagrante que pueda parecer el “Espectáculo Arbitral”, especialmente cuando está dirigido contra tu equipo, el daño es relativamente pequeño.
(Al menos, mientras que sea un bateador. Los lanzadores son más difíciles de calcular, es mucho más difícil estimar cuánto se pierde del valor inicial potencial cuando son expulsados, por lo que es bastante afortunado, desde el punto de vista de este autor, que solo un abridor fue expulsado de un partido cerrado en 2017, y ese abridor fue Kevin Gausman, quien ya tenía media derrota a cuestas.)
Aunque no parezca, hubo un equipo que en realidad se benefició, en cuanto a talento disponible, de una expulsión: los Tigers, que se vieron obligados a recurrir al sorprendentemente decente John Hicks después de que James McCann fuera expulsado por protestar debido a propias fallas de control.
Y aquí están 10 de los giros más dramáticos en los resultados reales:
Tomé tantos granos como sean necesarios para alimentar una estadística como xWPA, que asume que el jugador expulsado debería tener el partido más promedio de su vida. Pero lo que podemos sacar de esto es que cuando Kevin Pillar fue expulsado por discutir un strike, sus reemplazos lograron agregar -20 por ciento de probabilidades de ganar en tres turnos al bate. Ese es el mayor daño que hizo un árbitro, en retrospectiva, al colocarle al jugador el gancho de salida.
Ese pecado es redimido por la oportunidad que el árbitro D.J. Reyburn le dio a Chris Herrmann, quien recibió boleto y conectó sencillo en dos apariciones al plato cuando los Diamondbacks se quedaron cortos en su intento de voltear el marcador.
En realidad, no hay nada que pueda sacarse en concreto de esto, ningún valor predictivo que pueda forjarse. Todo el mundo odia al árbitro, y continuará haciéndolo mucho después de que la tecnología y los circuitos electrónicos hayan reemplazado la carne y hueso. Pero, tal vez, este es el momento adecuado para apreciar el tan difamado trabajo de los pobres árbitros, quienes tienen que trabajar en temperaturas extremas, están expuestos a ser golpeados por bolas lanzadas sin puntería y bates que salen errantes, son molestados por las multitudes y revisados en cámara lenta, y que aun así decretan la sentencia correcta casi todo el tiempo.
Arbitrar, como la enseñanza sustituta, es un trabajo ingrato y anónimo, y lo realizan personas reales que pierden los estribos, a menudo después de ser gritados por hombres jóvenes que ya han perdido los estribos. Y como resultado, la razón por la cual los odiamos es por ver sus huellas dactilares en algo que debía ser puramente deportivo como lo es el resultado del partido, aunque en verdad los árbitros casi nunca deciden los encuentros.
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