
Traducido por Marco Gamez
Al final de cada temporada, escribo sobre las tendencias que pasaron inadvertidas. El artículo de 2017 habló de algunas evoluciones que creo son interesantes, pero también es una oportunidad para mostrar los que probablemente sean mis dos gráficos favoritos sobre béisbol.
Aquí un gráfico mostrando la frecuencia de toques en la Liga Nacional desde 1955:

Y aquí lo mismo, pero para la Liga Americana desde la implementación del bateador designado:

Hay todo tipo de formas en que la sabermetría y el análisis han afectado el juego. El porcentaje de llegar a base y el porcentaje de slugging se valoran más que el promedio de bateo. La disciplina al plato y el encuadre del receptor son entendidos y recompensados. La elaboración de la alineación y el manejo de los relevistas se han basado más en cifras que en el instinto. Pero para mí, las dos gráficas anteriores representan una de las victorias más claras: los toques de sacrificio a menudo no tienen sentido.
La matemática detrás de esto es bastante clara. Digamos que hay un corredor en primera base sin outs. Utilizando tablas de probabilidad de anotación, observamos que un equipo promedio en esa situación podía esperar anotar 0.8945 carreras en 2017. Esa no es una cifra teórica; se basa en resultados reales de partidos reales. Si el bateador se sacrifica con éxito, el equipo tendrá un out y un corredor en segunda base. Eso cambia las carreras esperadas en la entrada a 0.6899. ¡Eso es una reducción de 0.2046 carreras! ¡Estás en una peor situación! Es mejor dejar que el bateador haga swing libremente.
Esa es la razón para la marcada disminución de sacrificios en ambas ligas. Los analistas han convencido a los mánagers y entrenadores que dejen de tocar. Es por eso por lo que los gráficos parecen precipicios.
Eso no quiere decir que nunca se requiera el toque de sacrificio. Si tu objetivo es anotar solo una carrera, por ejemplo, en la baja de la décima entrada de un juego empatado, entonces, el cálculo cambia. Mover a un corredor 90 pies más cerca del home puede tener sentido, incluso a costa de entregar un out.
Y, lo más importante, las tablas de probabilidad de anotación se basan en los promedios de la liga. Esa reducción de 0.2046 carreras se aplica a situaciones promedio. Cuanto mejor sea el bateador y peor sea el lanzador, más carreras renuncia un equipo cuando sacrifica. Pero lo contrario también es cierto: cuanto peor es el bateador, más atractivo se vuelve el toque para sacrificarse.
Lo que nos lleva a los lanzadores. Como he escrito recientemente, el bateo de los lanzadores está prácticamente en su punto más bajo de la historia, tanto en términos de los promedios generales como del número de lanzadores que son realmente competentes al plato. En general, los lanzadores batearon .124/.156/.161 el año pasado. Solo tres lanzadores tuvieron un OPS que siquiera fue un 50 por ciento peor que el promedio de la liga. No pueden batear.
Entonces, en la situación hipotética de corredor en primera sin outs descrita anteriormente, las probabilidades son bastante altas de que, con un lanzador al plato, la siguiente situación será un corredor todavía en primera, pero con un out. Es una peor probabilidad de anotación (0.5407) que el ridiculizado corredor en segunda con un out, post sacrificio (0.6809).
Si hay un jugador en la alineación para quien está justificado un toque, es el lanzador. El declive en el toque de sacrificio del cuadro anterior debería reflejar menos jugadores de posición tocando. Los toques de sacrificio para los lanzadores todavía tienen sentido. Pero han decaído. Y por mucho.

Durante la mayor parte de este siglo, los lanzadores registraron entre 900-1,000 toques por año. Hubo 807 en 2015, 751 en 2016 y 747 en 2017.
Ahora, eso es un poco engañoso. Como señalé en el artículo vinculado anteriormente, las apariciones al plato por parte de lanzador también han disminuido. Los mánagers se han adaptado a la ineptitud de los lanzadores al plato, trayendo bateadores emergentes y haciendo cambios dobles que eviten las apariciones en el plato de un pitcher. No es una pequeña diferencia; los lanzadores de la Liga Nacional en juegos que no tienen BD presentan alrededor de 100 apariciones por plato menos por equipo por 162 juegos que antes de que se adoptara el BD.
Además, como he discutido, los bateadores están conectando menos sencillos, resultando en menos situaciones de toque de pelota para los lanzadores. En 2017, los bateadores en general tuvieron 10,213 apariciones al plato con un corredor en la primera base sin outs. Una década antes, la cifra era de 10,404.
Entonces, la manera correcta de evaluar si los lanzadores están tocando menos es observando la frecuencia con la que intentan sacrificarse en las tres situaciones tradicionales de toque de pelota:
- Corredor en primera base, menos de dos outs
- Corredores en primera y segunda base, menos de dos outs
- Corredor en segunda base, sin outs
En 2017, 92 por ciento de todos los intentos de sacrificio ocurrieron en una de estas tres situaciones. Así que vamos a examinarlos. Tal vez la reducción en apariciones al plato para los lanzadores, agravada por la disminución de sencillos en los últimos años, significa que los lanzadores están tocando tanto como solían en situaciones de toque.
Corredor en la primera base, menos de dos outs:

Debí haber mencionado que todos los datos en este informe provienen de Baseball-Reference. No solo se rastrean los sacrificios exitosos, sino también los intentos de sacrificio, incluidos los ponches ocurridos al intentar tocar y los toques que no terminan siendo sacrificios. Y la razón por la que estoy comenzando en 2003 es que no estoy enamorado de los datos de pelotas bateadas antes de ese año.
De todos modos, se puede ver que incluso con un punto iluminado en 2017, los tres años en los que los lanzadores tocaron con menos frecuencia con un corredor en la primera base y menos de dos outs fueron 2016 (71 por ciento), 2017 (76 por ciento) y 2015 (77 por ciento). Por la razón que sea, en la que probablemente sea la situación de toque más tradicional de todas, los lanzadores no están intentando tocar tanto como en el pasado.
Corredores en primera y segunda base, menos de dos outs:

Wow. Esto es aún más severo. En cada temporada del 2003 al 2015, los lanzadores tocaron en al menos 75 por ciento de sus apariciones al plato con corredores en primera y segunda base sin outs o con un out, con una excepción (2008, que estuvo cerca, con 73.7 por ciento). Ese registro ahora está fuera de la tabla, bajando a 60 por ciento en 2016 y 69 por ciento en 2017.
Corredor en la segunda base, sin outs:

Una caída a un nuevo mínimo en 2015, una ligera recuperación en 2016 y otra gran inmersión en 2017. Hasta 2015, los lanzadores habían intentado sacrificarse en al menos el 73 por ciento de las apariciones al plato con un corredor en segunda base y sin outs. El año pasado, la proporción cayó a 64 por ciento.
***
Aquí está el resumen:

¿Mi explicación? No tengo idea. Estamos presenciando las apariciones al plato más ineptas por parte de los lanzadores en la historia del béisbol. Sin embargo, en situaciones en las que los lanzadores tienen la oportunidad de mejorar la probabilidad de anotación de su equipo con un toque, lo hacen con menos frecuencia.
Quizás los lanzadores han llegado a ser tan malos tocando que no vale la pena. Tal vez el riesgo de que un lanzador sea golpeado en la mano con una bola rápida en un intento de toque es demasiado grande. Tal vez, en un ambiente de récord de jonrones, los mánagers se contentan con que ellos sean outs y esperan que uno de los siguientes bateadores mande una pelota a los asientos de los jardines. O tal vez – ¿será esto posible? – los equipos leen la frase: ” los sacrificios reducen la probabilidad de anotación en términos generales” al pie del memorando, pero se saltaron la frase: “en promedio, y eso depende, por supuesto, de la habilidad del bateador al plato”.
Honestamente, no lo sé. Lo que sí sé es que, teniendo en cuenta lo que sabemos sobre el toque de sacrificio, si hay una situación en la que se justifica un sacrificio, es cuando un muy mal bateador está al plato. Y, simplemente, no está ocurriendo tanto como se justifica.
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