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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos José Lugo

¿Ha muerto el Rey? Para Félix Hernández las pasadas dos temporadas han estado muy apartadas de la realeza. Por una década, el Rey Félix fue el ancla de equipos de ligas de fantasía, así como también de la rotación de los Mariners.

Entre 2008 y 2015, lanzó más de 200 entradas cada año, nunca colocando un ERA por encima de 3.53. En tres ocasiones, ese ERA estuvo por debajo de 2.50 y Hernández ponchó además bien por encima de 200 bateadores por seis temporadas consecutivas desde el 2009 al 2014. Cuando no estaba ponchando bateadores, Hernández estaba consiguiendo una proporción de rodados sobre el 50 por ciento. En síntesis, él era el as ideal.

Félix hizo todo esto mientras sufría una disminución gradual de su velocidad. Por un largo tiempo, eso no pareció afectarlo. Sea lanzando 96 y llevándolo hasta los triples dígitos o promediando 93, Hernández seguía siendo un as. La habilidad de comandar un arsenal de lanzamientos y poder mezclarlos a tu antojo te puede llevar muy lejos, especialmente cuando ese arsenal de pitcheos incluye un fuerte y explosivo cambio de velocidad y una curva fenomenal. Sin embargo tras frenar ese declive en velocidad por un par de años, el mismo ha continuado en las últimas dos temporadas.

Es posible quizás que todas esas entradas lanzadas – actualmente 2,502 ⅓ y contando – finalmente hayan alcanzado al Rey. La velocidad no lo es todo, por supuesto; Félix nos ha enseñado eso repetidas veces a lo largo de los años. Si ese fuera el único problema, entonces quizá las pasadas dos temporadas han debido ser mejores de lo que fueron. En 2016, una lesión en la pantorrilla evitó que Hernández alcanzara 30 aperturas por primera vez desde su temporada de novato. El control se convirtió en un problema, resultando en una proporción de bases por bolas del 9.9 por ciento, la más alta de su carrera y probablemente contribuyendo a una proporción de jonrones que fue también la más alta de su carrera.

En un 2017 que parecía demasiado predecible, los dueños de fantasía decidieron echarse a un lado, apartándose de él temiendo que el 2016 haya sido un presagio de lo peor, y Hernández validó esos temores. Los problemas de lesiones afloraron en un área mucho más preocupante que su pantorrilla, pues una bursitis en el hombro mantuvo fuera al baluarte de los Mariners por media temporada. Cuando pudo lanzar, los resultados no fueron nada hermosos: 17 jonrones en solo 86 entradas y dos tercios condenaron a Félix a su peor efectividad desde su segunda temporada. Solo dos de sus aperturas llegaron a siete entradas y, en siete de sus 16 aperturas, ni siquiera alcanzó a completar seis entradas.

El punto de soltura de su cambio de velocidad se ha ido diferenciando del que usa para sus bolas rápidas, lo cual parece estar afectando más al cambio de lo que está afectando sus bolas rápidas.

Los bateadores promediaron .338 contra su bola rápida de cuatro costuras en el 2017, con un ISO de .265 e incluso han colocado un ISO más alto contra su sinker las pasadas dos temporadas. Es difícil hacer buen contacto en contra de un lanzamiento cuando no estás seguro de si lo que viene es una bola rápida a 95 mph o un cambio de velocidad a 89 mph al soltar la bola desde un mismo punto. Cuando esos números son 91 y 86, y existe una clara separación al soltar la bola, la tarea no es ya tan dificil.

Quizás como producto del alto pedestal del cual ha caído, toda esta fatalidad y pesimismo alrededor de Félix puede que sean un tanto desproporcionadas. cFIP está de acuerdo con que Félix ha estado peor las últimas dos temporadas, pero al mismo tiempo, sugiere que él todavía es un lanzador promedio en la liga. Su DRA ha estado 15% mejor que el promedio de la liga durante el mismo periodo. Hernández además sigue induciendo rodados alrededor de la mitad del tiempo, y no ha experimentado un cambio notable en su proporción de abanicos.  Su porcentaje de ponches menos bases por bolas rebotó al 14.1 por ciento en el 2017, apenas un par de puntos por debajo que en algunas de sus mejores temporadas.

Las preocupaciones por las lesiones no se pueden ahuyentar tan fácilmente. Perder media temporada con problemas en el hombro nunca es una buena señal. Los Mariners específicamente agregaron una clausula en el contrato de Félix que les otorga una opción de $1 millón en el 2020 si él necesita cirugía en el codo, a raíz de su preocupación por sus exámenes médicos. Ya estamos a varios años de distancia de ese acuerdo, pero es un recordatorio de que aun en el pico de su carrera, el riesgo de una lesión pendía sobre su cabeza. Incluso los Entrenamientos de Primavera no han iniciado bien y ya Hernández está fuera de acción después de ser golpeado por un batazo, aunque parece haberse escapado de una lesión seria. Hay muchas millas acumuladas en ese brazo y ya no podemos apuntar a una cadena continua de temporadas de gran trabajo como evidencia de durabilidad.

Por mucho que el uso y desgaste pueda reducir la efectividad de un lanzador, no todo lo que Félix tuvo se ha perdido. Todavía, por no decirlo de otra manera, sabe cómo lanzar. Ese aspecto mental del juego aún está presumiblemente intacto. Pocos abridores han sido tan consistentemente efectivos como Hernández. Justin Verlander ha mostrado recientemente que los lanzadores de elite pueden pasar por periodos de lesiones e inefectividad y aun retornar a ser inmensamente valiosos. Hernández ha perdido mucho más que lo que Verlander jamás perdió de su bola rápida, pero él no necesita regresar a ser un as para retornar un valor entre los últimos lugares de los mejores 300 jugadores.

El Rey ha muerto.  Larga vida al Rey.

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