
Traducido por Carlos Pérez
El infielder de los Pirates Josh Harrison no es un tipo grande, pero es un tipo duro y sin miedo, como muestran no solo sus carreras en las bases, pero también su manera de jugar—y las cosas que está dispuesto a decir públicamente sobre eso.
Sin embargo, últimamente ha soltado algunas declaraciones afiladas que no han cortado a nadie. Exigió ser traspasado en invierno después de que los Pirates se desprendieran de iconos de la franquicia como Andrew McCutchen y Gerrit Cole, y reiteró esa preferencia cuando llegó al campamento de primavera. Y luego, este sábado, una pieza de Rob Biertempfel, de The Athletic, citó a Harrison sobre el hecho de que fuera golpeado 23 veces por un lanzamiento la pasada temporada. Quizás llegue a “tomarse la justicia por [su] propia mano” si esa tendencia continúa.
Mientras sus palabras se mantengan sólo de forma retórica, no hay nada malo al expresar su malestar. Lo mismo sucede con sus peticiones de traspaso. Llegó al campamento de primavera a tiempo y ha sido un buen compañero de equipo, así que una declaración pública aquí y allá no es ningún crimen. Sin embargo, si Harrison cree que puede asustar a los lanzadores para que no le tiren cerca, se equivoca, y si planea violentarse, será el único en equivocarse.
Como ya documenté la pasada temporada, los bateadores están siendo golpeados por lanzamientos más que nunca. Solo cinco temporadas en la historia del béisbol han visto tasas de bateadores golpeados superiores que en 2017, cuando ocurrió el 0.95% de las veces: en 2001, y en 2003-2006. En ese momento, el juego se encontraba en su momento cumbre de poder, y en 2017, alcanzó ese nivel otra vez.
¿Por qué lleva eso a más golpes? Aquí están los porcentajes de slugging anuales en toda la MLB por bateadores derechos sobre lanzamientos en el tercio exterior del plato y la zona exterior de la zona de strike, desde 2008 a 2017:
Season | SLG |
2008-2014 | .352 |
2015 | .361 |
2016 | .366 |
2017 | .380 |
Parte de esto es que los bateadores se benefician de la pelota alterada; vuela mejor, incluso cuando se golpea con la punta del bate. En parte es porque los bateadores hacen un esfuerzo consciente para extender sus brazos, para generar más daño. Otra parte es que la mayoría de los bateadores que se colocan un poco más cerca del plato para distinguir mejor entre bolas y strikes, ya que los pitchers los bombardean con una injusta selección de lanzamientos y de manera más inteligente que nunca.
Harrison dice que no invade el plato—nunca lo ha hecho y no se ha acercado recientemente. Quizá eso es verdad. A pesar de ese dudoso comentario, el hecho de que fue golpeado 23 veces la temporada anterior no tiene nada que ver con intimidación, hiper-agresividad, o bravado. Los lanzadores trabajan en la parte interior del plato a los bateadores más que nunca porque los bateadores realizan más daño que nunca contra lanzamientos afuera. Los lanzadores tratan de romper bates y forzar contacto débil lanzando adentro, al mango del bat.
El propio equipo de Harrison, bajo la dirección del coach de pitcheo Ray Searage, fue pionero en la utilización del movimiento horizontal para maximizar la tasa de rodadas. A la vez, la liga selecciona lanzadores por su repertorio (más que nunca), antes que por su control. Los mejores lanzadores se distinguen (quizás ahora más que nunca) por su control, pero el típico relevista medio o abridor no-estelar tienen tres millas por hora (5 kph) extra en su bola rápida, un lanzamiento extra, y seis pulgadas (15 cm) extra de movimiento en sliders o sinkers que un lanzador del mismo nivel en 1998.
Cada tendencia importante, cada viento evolutivo relativo a la manera de jugar, nos lleva a más bateadores golpeados, o al menos a más decisiones dudosas. La única excepción notable a esa regla, de hecho, es que comparado con otro punto en la historia del béisbol, muchos menos lanzadores están lanzando con la intención de golpear o asustar. La frustración de Harrison es entendible, pero su indignación es dudosa, y deberá hacer todo lo posible para sofocarla, en lugar de meter a los Pirates en guerras de golpes durante esta temporada, quienes han hecho eso demasiadas veces durante los últimos cinco años, algunas veces a expensas de un enfoque más serio en ganar partidos. Además, Harrison fue golpeado solo cinco veces en 2016, y su porcentaje de embasado (OBP) ese año fue un irrelevante .311. Bien podría usar un pasaporte ocasional a primera base, incluso si duele.
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