Traducido por Carlos José Lugo
Quizás lanzar para contacto tiene un poco de mala reputación.
No es difícil de explicar el empinado y prolongado ascenso en la proporción de ponches en grandes ligas que ha estado ocurriendo ya por más de una década, y que continúa esta temporada. (La proporción de ponches en MLB ha rebasado ahora el 23 por ciento, una cifra asombrosa que coloca al pitcher promedio en 8.7 ponches por cada nueve entradas). Los bateadores necesitan intercambiar un ocasional rodado por la oportunidad de batear para más poder y el chance de trabajar una base por bolas. Los pitchers, por otro lado, desean limitar el contacto tanto como sea posible.
Las tendencias en el uso de los lanzadores a través de la liga apuntan a apariciones más cortas y de mayor intensidad, alejándose de cualquier necesidad de mantener algo de energía en reserva, y por tanto alejándose de los incentivos que hacían atractivo para los lanzadores el buscar un contacto débil y temprano, en vez de pensar en los ponches. Aun así, el principio subyacente en la filosofía de lanzar para contacto no ha sido invalidado. Como lanzadores desde Cy Young y Walter Johnson a Greg Maddux y Corey Kluber han creído, un lanzamiento bien planeado y bien ejecutado genera un out casi todo el tiempo. Para conseguir un ponche, sin embargo, un lanzador tiene que planear y ejecutar apropiadamente al menos tres pitcheos, y en el proceso de intentar conseguir ese resultado, muchas cosas pueden salir mal.
Por otro lado, un simple lanzamiento puede inducir contacto débil y ganarle un out fácil al equipo del pitcher. Nos enfocamos mucho en las cosas que pueden salir mal una vez que la pelota es puesta en juego, pero quizás hablamos muy poco acerca de cuánto puede salir mal si un lanzador está tratando de vencer a un bateador tres veces dentro de una aparición al plato, en lugar de una sola. No es por coincidencia, después de todo, que nuestra tabla de líderes en Run Values de DRA muestre a los mejores artistas del ponche en el béisbol como los peores previniendo hits en pelotas en juego. Cuando los pitchers ponchadores no consiguen sus strikeouts, estos tienden a permitir más pelotas bateadas de contacto fuerte.
El lanzar que busca evitar el contacto, lo cual es una forma justa de caracterizar la manera de abordar lo que es el pitcheo en el 2018, nace de esta verdad: los bateadores destruyen los errores. Cuarenta años atrás, había en cada alineación al menos un bateador que estaba condenado a tener un promedio de slugging de .350 o más bajo en cada temporada. Frecuentemente podía haber dos o tres bateadores similares en un equipo, y a veces uno o dos de esos jugadores bateaban casi en el tope de la alineación, tomando más apariciones al plato que cualquier otro en esas alineaciones. Eso ya no es así.
Los pitchers solo pueden darse el lujo de lanzar para contacto si su control es tan bueno que pueden desconcertar aun los esfuerzos cada vez más centrados de los bateadores para golpear la pelota, o si sus lanzamientos son tan buenos que aun aquellos bateadores que son retados temprano en el conteo no pueden conseguir conectar la madera con la bola. Puede que cada vez más, tal vez, la habilidad para tener éxito mientras se lanza al contacto sea una señal de dominio. Es un talento escaso, y tenemos la tendencia a desconfiar en el mismo aun cuando alguien demuestra que lo tiene, pero quizás es tan valioso como siempre.
Entra Jordan Hicks. El novato lanzallamas de los Cardinals ha sido uno de los relevistas más efectivos de la liga en lo que va del año, permitiendo solo 1.56 carreras por cada nueve entradas. Solo otros 13 lanzadores tienen al menos 15 entradas y un RA9 más bajo. Sin embargo, de acuerdo a la opinión de DRA, eso es enteramente una cortina de humo. El DRA de Hicks es un horripilante 9.75, con una desviación estándar de 1.16. Esa es la diferencia más grande entre el DRA y RA9 para cualquier lanzador que haya aparecido más de una entrada este año.
El problema es claro: Hicks no falla bates. De hecho, hasta el jueves pasado, había abanicado a solo siete de los 74 bateadores que había enfrentado. Había caminado a 13, golpeado a tres bateadores y permitido nueve hits. Sería virtualmente imposible tener éxito en una forma menos sostenible que esa. Y aun así, ¿le da la impresión a alguien de que la liga está a punto de descifrar a Hicks?
Hablando en términos generales, ya ellos lo han descifrado. De los 205 lanzadores que han tirado al menos 50 sliders este año, Hicks ha obtenido la sexta más baja proporción de swings con el suyo. Cuando los bateadores se van a pescar su slider, ellos pueden aun hacer contacto en una proporción por encima del promedio. Ese slider tiene un montón de movimiento, pero porque él no lo tira desde el mismo punto de soltura de la pelota, y por la enorme brecha en velocidad entre los dos lanzamientos, los bateadores identifican el slider muy rápidamente. Hicks no consigue muchos swings fuera de la zona de strike, independientemente del tipo de lanzamiento.
El éxito de Hicks no se ha basado en engañar a nadie. Se ha basado en el hecho de que lanza un sinker que promedia 100.0 millas por hora y se mueve como un sinker real. Esa combinación simplemente no se había dado, nunca. En la era del PITCHf/x (desde el 2007), los únicos lanzadores que han tirado un sinker tantas veces como lo ha hecho Hicks y que han promediado siquiera 98 mph con el mismo son Kelvin Herrera (un puñado de veces), Nate Jones y Noah Syndergaard.
Herrera es el comparable más claro con Hicks, no solo porque ha tenido éxito por varios años, de hecho, convirtiéndose en uno de los relevistas de elite del béisbol del 2012 en adelante, a pesar de unas proporciones de ponches decepcionantes. Poder hacer contacto solido a ese lanzamiento de manera consistente, y especialmente hacerlo al tiempo de elevar la pelota, es algo cercano a lo imposible. Hicks solo tiene que vencer a sus oponentes una vez en cada turno al bate, lanzando ese strike hasta que ellos hagan contacto (de poco valor).
Hicks lanza el sinker más duro de la historia del béisbol, y cuando el monstruo de la regresión venga en búsqueda de él, obtendrá una carga de ese pitcheo y llevará su proporción de ponches hacia arriba, dejando su proporción de prevención de carreras intacta. Aun cuando esta ruta específica de éxito con bajas proporciones de ponches es difícil de emular, Hicks podría estar a la vanguardia de una revolución en el béisbol. Es un hombre sobre el cual DRA está equivocado, porque DRA está diseñado bajo la suposición fundamental del pitcheo moderno en su esencia, y esa suposición no es sostenible en casos como el de Hicks.
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