Traducido por José M. Hernández Lagunes
Hace un año, Miguel Sanó bateaba .292/.391/.589 para los Twins y se colocaba en quinto lugar en bateo de la Liga Americana en porcentaje de slugging. Tres semanas después, el tercera base de 24 años conseguía formar parte del Juego de las Estrellas, saliendo de la banca para producir la primera carrera del Clásico Veraniego con un sencillo productor. Sanó parecía estar a la altura de las altas expectativas como una contratación internacional de alto calibre y uno de los 25 mejores prospectos durante mucho tiempo.
Desde la pausa para el Juego de las Estrellas del año pasado, Sanó batea .218/.289/.417, y se ha visto mucho peor de lo que esos números indican. Durante estos 11 meses, sufrió una lesión en su pierna que acabó con su temporada y rquirió intervención quirúrgica para insertar una barra de titanio, además de ser sometido a una larga investigación por parte de la Liga debido a un alegato de acoso sexual, y también fue el foco de amplias críticas por parecer estar fuera de forma. El jueves pasado, los Twins le enviaron a las ligas menores, y hasta abajo, a Liga A-sencilla.
Cuando a un jugador establecido se le envía a Liga A-sencilla en lugar de a Triple A o a Doble A, causa sorpresa y facilita la presunción de que tiene naturaleza punitiva. La gerencia de los Twins niega esto, al menos de manera pública, insistiendo que mandan a Sanó a Fort Myers, Florida, ya que ahí se aloja su complejo de entrenamiento primaveral e infraestructura permanente, además de a su afiliado de Liga A-sencilla. Fort Myers es básicamente la sede de los Twins fuera de Minnesota y es ahí donde frecuentemente mandan a sus jugadores veteranos a rehabilitarse de sus lesiones.
“Podemos hacer muchas cosas en las instalaciones que tenemos allá, entorno a la fuerza y acondicionamiento y realizar el trabajo desde ese aspecto”, dijo el oficial en jefe de béisbol de los Twins Derek Falvey a Phil Miller del diario Minneapolis Star-Tribune. “Creemos que es el mejor ambiente de ayuda para lo que queremos lograr”.
Desde luego, ambas cosas pueden ser verdad. Las dificultades que enfrenta Sanó no serán curadas con dos semanas enfrentando lanzadores de Triple-A, y si los Twins creen que necesita un símil de “reinicio de sistema”, entonces Fort Myers es el mejor lugar para realizarlo—sin importar los encabezados amarillistas que anuncian su “democión a Liga A-Sencilla”; pero esto no significa que los Twins no estén frustrados con Sanó, dentro y fuera del campo de juego. Por su parte, Sanó dijo las cosas correctas cuando habló con los medios presentes, asegurando que no estaba molesto, sino lo contrario.
La explicación de moda para las dificultades de Sanó es que “está gordo”, pero yo sigo pensando que es muy simplista y que no cuenta una historia completa y fidedigna. Para empezar, la lesión del año pasado fue resultado de una bola de foul a la espinilla, algo que muchos jugadores en mejor forma batallan para superar. Más allá, el tamaño de Sanó no es nada nuevo. Ya era enorme cuando firmó con los Twins en 2009, era enorme cuando debutó en 2014, y era enorme cuando fue al Juego de las Estrellas el año pasado.
Definitivamente anda con más peso en su cuerpo de 1.93m de lo que los Twins quisieran, pero nadie va a discutir que ponerse en forma es una buena idea, pero en cuanto a tipos de cuerpos, Sanó no se parece en nada a Bartolo Colón, Pablo Sandoval, o su coequipero Lance Lynn. La historia del béisbol está plagada de jugadores gordos y/o fuera de forma con carreras largas y exitosas, y a cada uno de ellos se le achacó su tamaño cada vez que se lesionaron o batallaron. De todas las fanaticadas que deberían de entender esto, debe ser la que disfrutó de Kirby Puckett y Kent Hrbek, y la que odió perder a David Ortiz.
Es un blanco fácil y no totalmente sin méritos, pero la noción de que bajar 12 kilos arreglará los problemas de Sanó me parece fallida. Sería fenomenal si una dieta más sana y un poco de ejercicio arreglara a Sanó, pero desafortunadamente para los Twins, esto no será tan fácil. Sanó tiene que hacer todo lo que esté en sus manos para ponerse en forma, pero también tiene que hacer todo lo posible para demostrar que está recuperado completamente de su cirugía en la pierna. Hasta para el observador más casual, es claro que Sanó cambió su posición en la caja de bateo y la mecánica de su swing, dependiendo menos en sus piernas y más en su torso. Pero más que nada, parece que necesita una reconstrucción de pies a cabeza—literalmente.
Sanó sufrió su lesión en la pierna el pasado 19 de agosto. Una semana antes, como parte de la Noche de Baseball Prospectus en Target Field, le pregunté al gerente general de los Twins, Thad Levine, sobre Sanó. Diez meses después, su respuesta parece que la dio hace 10 años.
Tengo fe en Miguel Sanó… Y déjame decirte que él quiere ser un grande. Es un tipo lleno de energía, que ama el juego, con una sonrisa de oreja a oreja. Los líderes toman muchas formas, pero desde el punto de vista de la energía, el amor al juego de Sanó es palpable y nos llevará de la mano durante cualquier temporada de 162 partidos. También, el hecho de que puede batear una pelota muy, muy lejos.
Este tipo de elogio ha sido, de manera comprensible, difícil de encontrar esta temporada.
Debo recalcar que incluso cuando todo le salía bien a Sanó—cuando estaba sano, jugando como Estrella, y cuando a nadie le importaban los kilitos de más—sus talentos naturales prendieron focos rojos sobre su techo a largo plazo. Sanó llegó a las Ligas Mayores como uno de los bateadores de Tres Resultados Verdaderos más extremos de todos los tiempos, peleando cuentas profundas—y acumulando impresionantes totales de ponches y bases por bolas—en su búsqueda de largos cuadrangulares. Sin embargo, al tiempo en que su tasa de ponches sube, alcanzando 40% esta temporada, su tasa de bases por bolas ha caído al punto de que no puede ser considerado como un bateador particularmente paciente.
Su tasa de swings en lanzamientos fuera de la zona de strike subió 25% tanto en 2015 como en 2016, hasta 30% en 2017 y 31% esta temporada. Su tasa de swings global en lanzamientos sin importar su colocación subió de 40% en 2015-2016 a 47% en 2017-2018, a pesar de no ver cambios cuantitativos en la frecuencia en la que los oponentes le lanzan strikes. No es sorprendente que su tasa de bases por bolas bajó de 16% en 2015 a 11% en 2016-2017 y esta temporada es 8.7%.
Puede que sea una diferencia sutil. Sanó se va a ponchar muchísimo sin importar que pase, y esto resulta insufrible para mucha gente, sin importar qué otros cambios pueda lograr. Sin embargo, lo que hace que un bateador de poder sea una pieza clave para la construcción de un equipo a su alrededor es su habilidad de dejar pasar los lanzamientos malos, trabajar cuentas a tu favor, abalanzarse sobre los lanzadores que cometen errores y aceptar las bases por bolas cuando ellos no se rinden. No son sólo los ponches lo que preocupa más—sólo son un tipo de out, después de todo—es el número de outs que se realizan y, por extensión, el número de bases por bolas que no se obtienen.
Cuando la disciplina al plato desaparece, no es suficiente abanicar fuertemente y golpear la pelota sobre la barda 30 veces por temporada, particularmente en una época en donde el poder por sí solo tiene tan poco valor. En algún momento, las bases por bolas desaparecieron para Sanó, dejándole nada más los ponches y los cuadrangulares, y esos dos talentos no son difíciles de encontrar estos días. Son especialmente fáciles de encontrar en primera base o como bateador designado, donde siempre se supuso que Sanó acabaría, incluso al permanecer jugando la tercera base durante mucho más tiempo de lo que se esperaba.
Quizás era inevitable que el enfoque tan extremo de los Tres Resultados Verdaderos terminaría, permitiéndole florecer una vez que los lanzadores hiciesen sus ajustes. Quizás su incapacidad y/o renuencia para hacer ajustes fue útil para los lanzadores. Y quizás su poca condición física exacerbó la situación. O tal vez se encontraba en un camino perfectamente bueno y sostenible, evidenciado por su estelar primera mitad de 2017 y selección al Juego de las Estrellas, antes de que una lesión le sacara de ese camino.
Desenrollar los detalles de la subida y la decadencia de Sanó es increíblemente delicado y puede que nunca consigamos encontrar la respuesta “correcta”. Todo esto es por qué se encuentra hoy en Fort Myers, Florida en vez de Minneapolis, Minnesota, y por qué los Twins tienen esperanzas de reconstruirle 11 meses después de que estuviese en la cima del mundo.
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