Traducido por Carlos Pérez
“Siempre hay un pistolero que piensa que puede mejorar su reputación ponchando a Bryce o a quien quiera que sea el mejor. Va a haber algunos ilusos que lo intentan”. – Dusty Baker, abril de 2016
Durante el Gran Pánico de Bases por Bolas de Bryce Harper en 2016, un temor se convirtió en realidad: aquel que había sido “el elegido del béisbol” a los 16 años, y que había comenzado a cumplir esa profecía de manera sorprendente en 2015, podría estar tan saturado para intentar persuadir a las gerencias y los entrenadores y los lanzadores que abandonaran sus instintos asesinos. Incluso reconociendo la productividad de llegar a base, su estrellato parecía estar al borde de ser aburrido—un tiroteo de algún Western lleno de adrenalina sustituido por un seminario de gestión de riesgos.
El tiempo complicaba las cosas, envuelto en la transición de una profecía a otra. El elegido estaba, en 2016, surfeando una ola de especulación tal que su agencia libre post-2018 podría convertirlo en el jugador más rico.
Y entonces, cayó. La correlación del receso estratégico de Joe Maddon y el pobre rendimiento de Harper fue analizada, debatida, escudriñada en la manera en la que escudriñas cosas que seguro que reciben clicks en internet. Una pequeña lesión en el hombro se llevó la culpa en la postemporada, y regresó su nivel normal de grandeza en 2017. Entre tanto, la inconsistencia se convirtió en el principal tema de conversación de la carrera de Harper. Una rutina extraña emergió donde se cuestionan y se dan explicaciones vagas sobre las dificultades de Harper entre los observadores exteriores y el menos neutral de las partes—Harper o los Nationals, o, más a menudo, el agente Scott Boras.
Ahora, a unos meses de esa bonanza contractual, los pistoleros de Dusty Baker todavía aparecen de manera regular, pero la estrella de acción Bryce Harper no está por ningún lado. En su lugar, parece más el protagonista involuntario de un rocambolesco thriller psicológico – cada aparición al plato es un examen bajo la luz caliente de una pregunta vaga y juiciosa: ¿Qué sucede con Harper? ¿Ha vuelto Harper? ¿Cómo es el verdadero Harper?
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El 1 de mayo, hace solo un par de meses, Harper bateaba .247/.458/.528, abanicando al 42.8% de lanzamientos que había visto en 131 apariciones al plato. Y estaba frustrado. “Sí, cuando tienes 25 años quieres golpear la pelota”, dijo cuando ocupó el primer lugar en la alineación esa tarde, un experimento que continuaría de manera intermitente. Ese abril, aparentemente insatisfactorio, fue seguido por un mayo de .221/.293/.558 en el que abanicó el 51.8% de las veces. Entonces llegó un alarmante junio de .188/.333/.341. Y ahora estamos aquí, alarmados.
¿Qué sucedió en ese mes de apertura que desubicó a Harper? Tuvo ocho cuadrangulares, dos menos que los líderes de la liga (Mike Trout entre ellos), uno menos que su compañero de agencia libre Manny Machado. Su OPS era un excelente .986. ¿Quizá se sintió un poco vacío? Llegó ahí con 13 bases por bola más que ningún otro bateador, incluyendo ocho bases por bolas intencionales. Los cuadrangulares fueron realmente sus únicas formas de alegría, ya que conectó solo un doblete, ningún triple, y un promedio de bateo de .247. Cuatro de sus 19 RBIs llegaron en elevados de sacrificio. Uno pensaría que se sintió inquieto, impaciente. Pero entonces, no, esto son las Grandes Ligas en 2018. Todo el mundo está tratando de descifrar todo. Ciertamente, una fuerza exterior apareció e interrumpió su productividad, por muy raro que suene.
En la búsqueda de respuestas a las preguntas favoritas de todos, pensé que podría descubrir maneras en las que los lanzadores se aprovechan de Harper, o las debilidades que podrían estar explotando. Pero no hay nada claro en su temporada. Comencemos con la grande: ¿le están denegando lanzamientos que batear?
Usando la Probabilidad de Strike Cantado de BP—la cual mide la probabilidad de que cada lanzamiento sea cantado un strike—podemos ver que Harper ve perpetuamente menos lanzamientos atractivos que los bateadores zurdos en general, pero los pitchers no han sido notablemente cautos con él este año. De hecho, ha visto mejores lanzamientos que en el pasado (aunque ha estado un poco más por debajo del promedio que el año pasado).
¿Quizás, entonces, está siendo atacado en una parte diferente de la zona?
¡Nada dramático! La mezcla de lanzamientos es prácticamente la misma. Mire las dos imágenes. Bryce Harper contra los pistoleros en 2017, o 2015. Bryce Harper contra los pistoleros en 2018. Encuentre las diferencias. Simplemente no hay tantas.
Mirando hacia Harper, el cambio que destaca es su ratio de contacto en lanzamientos en la zona de strike. Ha caído de un precipicio de su nivel cercano al promedio, por debajo del 80 por ciento y en territorio ocupado por bateadores que son geniales (Aaron Judge, Giancarlo Stanton), buenos (Teóscar Hernández, Khris Davis) y malos (Chris Davis). En otras palabras, este ratio no nos permite hacer juicios de valor. Simplemente revela cambio. ¿Entonces qué lo provoca?
Si sus abanicos con fallo parecen moverse hacia arriba, es porque sus swings en general tienen algo de helio.
Vamos a tomar un desvío rápido para analizar el rol consciente de Harper en esto. Todavía camina, lo cual indica que… sí, su tasa de persecución de lanzamientos sigue bien—mejor que el año pasado, incluso. Pero destilarlo de su tasa general no cuenta toda la historia. En lanzamientos fuera de la mitad inferior de la zona, según datos de Statcast, Harper abanica solo el 20.9 de las veces —lo más bajo de su carrera, y por debajo del 28.9% de la temporada pasada. En lanzamientos fuera de la mitad superior de la zona, su ratio de perseguir lanzamientos es de 35.6%, igual que su máximo de carrera, en 2014.
Dentro de la zona, una versión más sutil de esta tendencia aparece. Parecería que ha estado intentando golpear bolas altas hacia arriba. Como estamos en 2018, tiene muchas oportunidades, y abanica a más de la mitad de ellas. No sorprende. Ha hecho daño con estos lanzamientos antes, y de hecho los golpea fuerte cuando hace contacto. Lo que hay que recordar: él busca lanzamientos altos. Eso es un cambio que parece estar en control de Harper.
Esto es lo que sucede una vez que su decisión está hecha y la energía cinética aparece: Harper se traga lanzamientos fuera de la zona a una ratio tan absurda que uno esperaría encontrarlo al lado del nombre de Joey Gallo. Usamos el tercio exterior de la zona y más allá como nuestra área de interés aquí, una vez más vía Statcast. Harper falla en más del 40% de sus swings a lanzamientos fuera—lo peor de los bateadores zurdos salvo Gallo, Kyle Schwarber, y Lucas Duda esta temporada.
Si lo comparamos con su tasa de fallo en lanzamientos dentro de la zona…
Ahí es donde está el problema—afuera.
Ahora, nos movemos en el mundo de la especulación. Muchas cosas pequeñas pueden afectar a un buen jugador de béisbol, como una piedrecita cambia la aerodinámica de un coche de carreras. Unos pocos juegos sin ver un strike. Un hombro dañado. Una formación especial. No podemos asumir que sabemos si estamos por el camino correcto. Podemos, sin embargo, tomar nota de las frustraciones públicas no muy crípticas que Boras ha expresado sobre su cliente estrella.
Las quejas de Boras sobre un ‘shift’ “discriminatorio” del cuadro no deberían tener mucho seguimiento. El rendimiento en la superficie de Harper es básicamente idéntico con o sin el ‘shift’, quizá estos comentarios surgieron por otra cosa. Quizás siente que su enfoque se ha visto afectado por la presencia de cuidadas alineaciones defensivas.
Mientras jugadores actuales explicaron en un revelador artículo de Jerry Crasnick en ESPN, el mejor plan contra reajustes continuos es batear tan alto y tan fuerte para conseguir que el reacomodo sea irrelevante. Un salto lógico, entonces: Harper quizá trató de no perseguir bolas bajas, pensadas para rodados de out. En su lugar, comenzó a cazar bolas rápidas que podría enviar lejos. Quizá en algún punto lo hizo hasta el extremo, o construyó cierta memoria muscular poco deseable en su swing, enfocada a iniciar su swing más rápido.
Debajo hay dos swings a lanzamientos en el borde de la zona, ambos rodados de out. El primero es de 2017.
El siguiente, de esta temporada, no es tan diferente.
La manera en la que persigue la bola es un poco extraña, y quizás (¡quizás!) indica lo que los números nos mostraban. En el primer GIF se puede la cadena de reacción de las caderas, después el hombro frontal, después el bate. En la versión de 2018, se ve más la apertura de una puerta, un gran esfuerzo con menos control sobre su camino, y menos cobertura del plato. Tom Verducci, de SI.com, informó el martes que Harper está teniendo problemas de mecánica, y suena que ese movimiento es parte del asunto.
¿Provocó el ‘shift’ este problema? ¿O cualquier problema? No sabemos. Harper puede que no lo sepa. Al igual que la consecuencia verdadera del aluvión de bases por bolas intencionales en 2016 sigue siendo un misterio, la fuente de esta caída es difícil de identificar. Jugar este juego imposible con vigor extremo, como él hace, no le está dejando avanzar en línea recta, aunque Harper ha conseguido deleitarnos durante casi una década. Este desafío es uno difícil de envidiar, pero los pistoleros no se están interponiendo en su camino.
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