
Traducido por Carlos José Lugo
No es mi intención alardear, pero escogí a Jacob deGrom para ganar el premio Cy Young en la Liga Nacional antes de empezar la temporada. Eso luce ahora bastante profético, aun cuando Max Scherzer tiene una ventaja sobre deGrom tanto en WARP (4.8 sobre 4.3) como en DRA- (45 sobre 50, aunque deGrom lo supera por 72-74 en cFIP), pero en retrospectiva debo conceder que fue una selección un tanto extraña.
Desde su estelar campaña de Novato del Año en el 2014, deGrom ha sido muy, muy bueno y, en el 2015 lució como un futuro ganador del principal premio otorgado a los serpentineros. Esa temporada, abanicó al 27.3 por ciento de los bateadores contrarios, caminando solo el 5.1 por ciento, tuvo un DRA- de 56 en 191 entradas, hizo una de las apariciones de una sola entrada más memorables en un Juego de Estrellas de la época reciente, y descuartizó a los Dodgers y los Cubs en ruta hasta la Serie Mundial.
Después de eso, sin embargo, deGrom resbaló y dio un traspié. Aun se mantuvo entre los mejores abridores de la liga, pero después de tener un cFIP de 77 en el 2015, colocó uno de 85 en un 2016 recortado por lesiones y uno de 78 en un 2017 completamente (bueno, más completamente) saludable. Su ERA subió media carrera en cada temporada, hasta 3.53 en el 2017. Además, deGrom se volvió más vulnerable al poder y otorgó base por bolas a unos cuantos bateadores más. A los 29 años de edad, revestía algún riesgo de, al menos, simplemente mantenerse como un sólido segundo abridor, en vez de convertirse en un verdadero as de rotación.
Con una bola rápida tan viva como la suya y un repertorio así de profundo, existía sin embargo todavía un potencial intrigante. El slider de Dan Warthen perteneció a Matt Harvey antes que a deGrom y se volvió más famoso cuando Noah Syndergaard empezó a tocar las 95 mph con el mismo, pero deGrom lo tira de forma más efectiva que cualquier otro. Él tiene además una buena curva, un cambio de velocidad que puede ser devastador y un sinker que obliga a los bateadores a pensar de manera defensiva aun cuando se dan cuenta de que una bola rápida es lo que viene. Eso es un montón de recursos con los que trabajar, y deGrom tiene buen comando de todos.
Y por si fuera poco – y lo que llamó en particular mi atención – es el hecho que deGrom es uno de los lanzadores más consistentes del juego repitiendo el punto de soltar la bola. Eso hace a su profundo arsenal aún mucho más efectivo, y es un buen augurio para su salud. Esto habla muy bien de su atletismo y habilidad para manipular la pelota. Cuando lo seleccioné pera ser el mejor lanzador de la Liga Nacional, estaba apostando a que estas cosas se juntarían de una manera que no lo habían hecho en las dos temporadas previas – y con el especial palpito de que deGrom se permitiría ahondar en su considerable talento.
Eso es justo lo que ha pasado, y ha pasado justo en la forma en la que uno debía esperar, dadas las tendencias globales en bateo y pitcheo en este momento. Para empezar, los oponentes se encuentran a sí mismos persiguiendo lanzamientos fuera de la zona ante deGrom con mayor frecuencia esta temporada. El año pasado, deGrom indujo swings en el 31.4 por ciento de los pitcheos fuera de la zona de strike, lo cual fue bueno para el lugar 78 de 280 lanzadores que tiraron al menos 1,000 pitcheos totales. Este año, él ha inducido swings en el 38.5 por ciento de dichas ofertas. De los 318 lanzadores que han tirado al menos 500 lanzamientos, eso lo coloca en el décimo lugar. Así es como deGrom ha bajado la proporción general de contacto de sus oponentes del 70.4 por ciento al 67.5 por ciento, y elevado su proporción de ponches al 31.3 por ciento, el mejor de su carrera, mientras recorta su proporción de bases por bolas ligeramente.
Sin embargo, aun los ponches – aun los ponches individuales o swings individuales fuera de la zona– son resultados. El proceso que ha transformado a deGrom en el contendor al Cy Young que siempre tuvo el potencial de ser ha tenido lugar, en principio, antes de los juegos y en medio de los turnos al bate, en la medida en que él ha alterado el patrón y frecuencia con la que despliega todos esos buenos lanzamientos. Esta bien pudiera ser la temporada en la cual el slider reemplace al sinker como el segundo lanzamiento de mayor uso en el béisbol, y deGrom es parte de ese cambio. En el 2016 tiró 434 sliders y 412 sinkers. En el 2017, tiró 722 sliders (22.9 por ciento de su total de pitcheos) y 530 sinkers (16.8 por ciento). Esta temporada, ha tirado su slider 418 veces, bueno para el 24.3 por ciento de todos sus envíos. El sinker lo ha utilizado solo 181 ocasiones, para un 10.5 por ciento de todos sus lanzamientos.
El sinker de deGrom lo ha abandonado casi por completo, usándolo mucho más como una versión de su cambio de velocidad, el cual está tirando ahora con más frecuencia que el sinker, 14.8 por ciento del tiempo, y más duro que nunca antes, al punto de que la brecha en velocidad entre los dos se ha reducido de cerca de ocho mph a 6.4. Su cambio tiene más hundimiento que nunca este año, por lo que puede usar el sinker cuando quiere mantener la bola por más tiempo en el mismo plano que la bola rápida de cuatro costuras o el slider, y darle al oponente menos tiempo para reaccionar, pero este nunca ha sido un pitcheo con el cual deGrom ha fallado muchos bates. Los bateadores contrarios tuvieron un promedio de slugging de .460 en contra del mismo el año pasado. Hacerlo a un lado tiene sentido, de modo que deGrom en gran medida ha hecho eso mismo.
Los cambios en su mezcla de lanzamientos ha hecho a deGrom mucho menos predecible, pero esos cambios son difíciles de ver de pitcheo a pitcheo. Los mismos se tratan de patrones y planificación de juego. Lo que se destaca cuando uno simplemente observa a deGrom no es el incremento en el uso de sus pitcheos secundarios o la baja en el uso del sinker, sino el aumento de velocidad y absoluta efectividad de su repertorio. Aunque a él nunca le han faltado esas cosas, ha escalado al próximo nivel esta temporada, y la razón es una que debería sonar familiar.

La temporada pasada, escribí acerca de las temporadas de consagración de Brad Peacock, James Paxton y Jose Berrios, desde la perspectiva de un cambio que tenían todos en común: cada uno de ellos bajo su ángulo de brazo, y vieron incrementarse la velocidad de rotación de su bola rápida. Cada uno de esos pitchers se dio cuenta de ello – a pesar de toda la plática que escucharon a lo largo del principio de su desarrollo como profesionales acerca de trabajar hacia abajo y crear un plano inclinado – sus brazos trabajaron de forma más natural y ellos estuvieron en mejor posición de usar su talento cuando mantuvieron mejor postura en sus envíos, lo que significaba bajar el ángulo de sus brazos no inclinando sus espinas dorsales hacia el lado del guante de manera tan dramática.
deGrom ha hecho la misma cosa este año. El cambio es pequeño, y él todavía inclina en algo su espina dorsal, pero el tiempo de ese movimiento le permite a su envío desplegarse de forma más fluida. La rotación de su bola rápida está básicamente sin cambios, pero (a diferencia de Peacock, Paxton y Berrios) su bola rápida ya poseía mucha rotación, de modo que ese no es un problema. En el caso de deGrom, el aumento en velocidad de rotación ha venido en su slider, lo que hace al pitcheo ligeramente más difícil de diferenciar de su bola rápida. Eso ha llevado a más swings y más swings sin hacer contacto, aun cuando él haya incrementado la proporción de uso del pitcheo.
Un pequeño ajuste mecánico, uno que no le costó nada, le ha permitido tirar aún más duro, disfrazar su slider mejor, y poner a los bateadores más a la defensiva en la caja de bateo. Todas las señales apuntan a deGrom continuar su empuje hacia el Cy Young. Como fue el caso con Justin Verlander el año pasado, el regreso de deGrom a la verdadera clase elite de los lanzadores no es accidental ni momentáneo, y si algún equipo ofrece un gran botín por él antes de la fecha límite de cambios sin restricciones este mes, probablemente cosechen los beneficios de haber tomado ese riesgo cuando llegue el mes de octubre.
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