Traducido por José M. Hernández Lagunes
Tras dos años en los cuales hemos tenido estupendos octubres pero temporadas regulares aburridas, esta temporada aparenta ser distinta. Existen carreras legítimas en cada una de las divisiones de la Liga Nacional—dos de ellas siendo carreras de tres equipos cada una—y ambas plazas de comodines. En la Liga Americana, tres equipos compiten por dos lugares, ya que los A’s han convertido a la división oeste y al segundo lugar del comodín en una carrera a muerte.
Uno de los goces de este tipo de temporada es que hace importante y digno de ver a virtualmente todos los equipos en la liga. Existen buenos equipos realizando cosas interesantes, incluso si no van encaminados a la postemporada, como los Rays, los Angels, y (probablemente) los Mariners. Sin embargo, también hay equipos malos quienes nos llaman la atención, ya que no sólo están usando el final de temporada para evaluar a sus prospectos, sino también para determinar cuales de sus rivales son dignos de la postemporada. Ningún club quiere ser el aguafiestas a la mitad de agosto, pero en una temporada llena de buenas carreras hacia la postemporada, los equipos que llegan a esa situación se mantienen interesantes y relevantes.
Este verano, los Padres son los mejores saboteadores. Desde principios de agosto y antes de su partido del miércoles en Colorado, habían jugado 18 juegos, y 15 de ellos fueron contra equipos contendientes. En esos juegos—división de victorias en Chicago, ganadores de la serie contra Milwaukee, otra victoria en su serie en casa contra Filadelfia, una dura serie contra Arizona en la cual los Diamondbacks ganaron tres de cuatro, y un triunfo contra Colorado)—tuvieron marca de 8-7. De sus 34 juegos restantes (incluyendo el miércoles) tienen 21 juegos contra equipos contendientes: seis contra Colorado, seis contra Los Ángeles, cinco contra Arizona y cuatro contra Seattle.
Esos juegos no importan mucho en los grandes planes del gerente general A.J. Preller y compañía para el futuro de los Padres, pero importan mucho para sus rivales—especialmente porque, desde la perspectiva de esos equipos, representan una oportunidad para obtener triunfos “fáciles”. Tal como los Cubs, Brewers y Phillies lo descubrieron a principios de mes, los Padres no tienen ninguna intención de regalar nada.
Después de obtener vía intercambio a Francisco Mejía y la firma de su primera selección del draft Ryan Weathers, San Diego quizás tiene el sistema de ligas menores más fuerte desde que los Cubs lograron armar a su actual grupo a principios de 2015, y antes de eso, desde que los Royals armaron a su famoso grupo en 2011. Para la siguiente temporada deberán ser contendientes legítimos en la división oeste de la Liga Nacional. Pero el saldo de esta temporada es tanto encontrar quienes serán piezas complementarias en el futuro y crear una cultura ganadora en la cual sus prospectos se puedan integrar. Es posible generar ese tipo de cultura sin estar ganando, pero el ganar lo hace mucho más fácil.
Los Cubs de 2014 tuvieron marca de 21-19 durante sus últimos 40 partidos; los Phillies de 2017 tuvieron marca de 23-19 en sus últimos 42 partidos. Los equipos que toman grandes pasos para salir de sus periodos de reconstrucción tienden a comenzar el año antes de que su éxito llegue de verdad. Los grandes pasos de San Diego, desde luego, empezaron el invierno pasado cuando ficharon a Eric Hosmer por cinco años con una opción de tres años más para el jugador. Hosmer habría de traer la ya mencionada cultura ganadora, y existe evidencia anecdótica de que lo ha conseguido—al menos cuanto le es posible a un jugador no-superestrella en un equipo destinado a perder más juegos de los que ganarán.
En el campo, Hosmer no ha generado muchas victorias. Tenía .840 de OPS hasta el 15 de junio (podríamos decir que no se le daba mucho crédito en ese momento), pero entonces cayó en una mala racha de las que acostumbra durante su carrera. A mediados de junio y hasta finales de julio, Hosmer tenía 161 apariciones al plato bateando la increíble línea de .191/.236/.237. Desde el 1 de agosto, batea .311/.358/.500, y otra vez es el líder y el principal motor ofensivo de San Diego.
Si su plan se completa de la manera en que los Padres lo diseñaron durante el invierno, Hosmer será una piedra angular de un club competitivo, y Wil Myers será la otra. Cuando se encuentra saludable, Myers es el de siempre al bate, y desde que regresó de su última lesión, le han estado probando en la tercera base. Ese es un gran ejemplo de cómo evaluar talento y ganar juegos: Myers es un jardinero malo, tienen demasiados jardineros de las esquinas, y encontrar un buen lugar para el bate de Myers inmediatamente mejorará su alineación a largo plazo.
La posición más interesante en su plantilla no es ni Hosmer ni Myers; es Austin Hedges. La segunda selección del draft de 2011 ya se desarrolló en uno de los receptores defensivos de elite, incluyendo un talento para trabajar con los lanzadores, con un FRAA de +8.3 jugando casi de tiempo completo. Muestra poder-plus en su posición, sin embargo su tasa de ponches es desastrosa y no consigue bases por bola. Mientras tanto, en Triple-A El Paso, Mejía no ha jugado en ninguna otra posición que no sea receptor desde que llegó a mediados de julio. Parece que los días de Hedges como titular están contados, pero tiene un slugging de .569 desde el 25 de julio. Será elegible para conciliación de contrato este invierno como Súper Dos, así que el equipo tiene que decidir si será un jugador del diario, un suplente de lujo para Mejía o carnada de intercambio.
Esto nos deja con Hunter Renfroe, Franmil Reyes, Christian Villanueva y Corey Spangenberg fuera de la conversación, pero durante las semanas finales, el mánager Andy Green seguirá dándoles tiempo de juego en situaciones donde tendrán la mejor oportunidad de prosperar para ver quien podría quedarse. Renfroe puede quedarse con el jardín derecho por mientras, y Reyes cuenta con poder de elite. Parece que ya es muy tarde para Travis Jankowski y José Pirela pero ambos tienen valor coyuntural, y Green les ha utilizado de manera efectiva últimamente, tanto como para cubrir malos emparejamientos como para fildear un producto representativo contra los equipos contendientes.
El staff de lanzadores es igualmente interesante. El novato zurdo Joey Lucchesi ya casi llega a los 100 innings y todavía confunde a los bateadores de grandes ligas con su lanzamiento curvo/cambio de velocidad “churve” y con 96 cFIP y un DRA- de 90. Robbie Erlin ya está sano y tras unos meses de buena labor desde el bullpen, logró una transición modestamente exitosa a la rotación de abridores, apoyándose de su control (sólo ocho bases por bola a 312 bateadores enfrentados esta temporada). El brazo-de-hule Craig Stammen se encuentra bajo contrato para 2019 por $2.25 millones de dólares y es uno de los relevistas más valiosos del béisbol, con 76 cFIP y 60 DRA- en 63+ innings.
Kirby Yates es todavía mejor que Stammen aunque menos durable, y si gana más dinero que Stammen la temporada entrante, serán sólo unos cuantos dólares. Matt Strahm comenzó su temporada tarde y de mala manera debido a una lesión en su pierna, pero desde el 1 de junio ha ponchado a 44 de 138 oponentes y les mantiene bateando .160/.226/.264. Esta mitad de la plantilla ya comienza a parecerse a la que Kevin Towers (qepd) armó a finales de su trabajo en San Diego, y ya que su sistema de ligas menores cuenta con muchos lanzadores, puede que sea todavía más temible muy pronto.
Puede que sea injusto confiar en que los Padres ganarán muchos juegos de los que les quedan. Los Dodgers están sanando; los Rockies toman vuelo. El número de jugadores interesantes en la plantilla es más alto de lo que supones, y dado su calendario, les hace un equipo digno de seguir de cerca, ya sea por interés en el estado de la liga hacia la postemporada, o mirando hacia la dinastía que los Padres confían en estar construyendo.
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