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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

En algún momento esto dejará de sonar (y verse, y leerse raro)

A pesar de lo que hayas escuchando, el lanzador abridor no se ha muerto. Esta temporada será recordada como la del Relevista Abridor, el Día del bullpen, y el Gran Engaño del abridor 2018, pero el lanzador abridor es el mismo que siempre ha sido.

Cuando hablamos de cómo los lanzadores abridores (o cualquier otra cosa en el béisbol) están cambiando, es importante entender el por qué de cómo llegamos a este punto. De esta manera, cuando en algunos años el relevista abridor sea una práctica común, entenderemos lo que ocurrió. También debemos desenmarañar (tanto como podamos) unos hilos de la narrativa “los abridores se están muriendo”. De cierta forma, los relevistas abridores, los días de bullpen y la penalización de la tercera-vez-al-bat están relacionadas entre sí, pero es importante entender cómo.

Detalles matemáticos a seguir.

Empecemos desde el principio. Debemos hablar sobre el desarrollo de los roles de lanzamiento que se remontan al siglo XIX. La idea de que los lanzadores siempre tiraban todo el juego en los viejos tiempos es un mito. En 1922, más de la mitad de las salidas terminaron antes de que lo hiciera el juego, pero la mayoría de los relevos y los abridores eran intercambiables. La mayoría de los lanzadores hacían un poco de ambos, y los resultados no eran muy diferentes en ninguno de los dos roles. De hecho, aquí hay una gráfica de la tasa de ponches (K/PA) para los lanzadores abridores y relevistas entre 1950 y 2017. (Estoy usando datos de Retrosheet, y el conjunto de datos de 2018 aún no ha salido.)

Sólo comenzamos a ver una separación hacia finales de los años 60 y principios de los 70. Esta fue la era en la que comenzamos a ver relevistas especializados que no eran sólo “abridores que entraron por casualidad en el sexto inning”. La tasa a la que los lanzadores hacían “un poco de ambos” también había caído en ese momento.

Aquí hay una tabla que muestra, por año, el porcentaje de relevistas que lograron por lo menos 70 entradas en un año y que hicieron alguna salida en esa misma temporada.

En los años 60 y 70, entramos en el reino de dos tipos de lanzadores: los abridores y los relevistas. Vale la pena señalar que se necesitó alrededor de un siglo de historia del béisbol para llegar a ese punto.

La siguiente era de especialización se produjo a mediados de los años 80, cuando se consolidó el papel de “relevo de un solo inning”. A continuación se muestra una gráfica, una vez más por año, del porcentaje de apariciones en relevo que duraron menos de tres outs, más de tres outs, o exactamente tres outs. Por aquel entonces, la línea que representaba las apariciones de relevo de varias entradas comenzó una aventura de 20 años para cambiar de lugar, con la línea que representaba “exactamente tres outs”. Nuevamente, vale la pena señalar la escala de tiempo. Las dos líneas se cruzan a mediados de la década de los 90.

Al mismo tiempo, hubo otra tendencia bien documentada (y lamentada) entre los abridores. Los lanzadores abridores registraron menos entradas por salida en los últimos 40 años. Desde mediados de la década de los 70 hasta el 2015, hubo una lenta disminución en la que el abridor promedio cayó alrededor de 1.5 veces de su carga de trabajo. De 2015 a 2017, se redujeron en la misma medida. No es mucho, pero es algo. Los abridores de hoy no parecen tener el mismo poder de permanencia que los de antaño.

¿En serio eso fue lo que pasó? Es cierto que los abridores le lanzan a menos bateadores y registran menos salidas en promedio, pero como les decía a mis alumnos de mi clase de introducción a la estadística: “Si el promedio no funciona, entonces revisemos la desviación estándar.”

A continuación presento un gráfico de la desviación estándar del número de outs registrados por los abridores a medida de que el tiempo ha avanzado. Hay mucha gente que anhela los días en que había lanzadores alrededor que nunca …dejaron…el juego. Mientras esos tipos estaban ahí, el gráfico de abajo muestra que la historia real era que el trabajo de “lanzador abridor” solía ser mucho más variado de lo que es ahora. De hecho, “el abridor” se ha solidificado tanto como “el tipo que tira cinco o seis innings” que hemos olvidado que es legal hacer tres innings, si eso funciona para el equipo. Solía haber mánagers con ganchos lentos y rápidos. Ahora bien, es posible que todavía usemos esos términos, pero no denotan la misma (amplia) cantidad de variación.

La totalidad de la historia de los lanzadores de béisbol hasta la fecha ha sido una evolución, desde los “lanzadores” genéricos a uno de dos roles altamente especificados y calcificados. Había abridores y relevistas. El trabajo del abridor era dar entradas a granel. Los relevistas estaban ahí para ofrecer trabajo de máximo un inning. Se suponía que un manager empezaría el partido con su jugador que ofrecía el volumen y luego vería cómo se desarrollaba el juego antes de decidir cuál de sus relevos entraría. No creo que la gente se haya dado cuenta de lo profundamente arraigada que estaba la idea de que el primer tipo en el montículo tenía que ser el tipo del volumen. De hecho, si acaso, esa norma se ha ido consolidando con el paso de los años.

Este es una gráfica a lo largo del tiempo de la frecuencia con la que el abridor de un equipo (es decir, la primera persona en el montículo) también era el que más outs sacaba.

La idea de que el “lanzador del volumen” sea alguien que no sea el primer lanzador en el montículo es en realidad una idea antigua. En la década de los 50, aproximadamente uno de cada seis abridores vio a un coequipero sacar más outs que ellos. A finales de esa década, la proporción se había reducido a uno de cada 30. Algo de eso es un tributo a la evolución del lanzador de una entrada—incluso si un abridor deja de ser efectivo después del tercer inning, es probable que su reemplazo sea un tipo que lanza dos innings y luego cuatro tipos que toman uno cada uno. En las décadas de los 50 y 60, cuando los relevistas especializados apenas comenzaban a evolucionar, los equipos contaban con lo que ahora se llamaría “relevistas largos” que lanzaban múltiples innings.
Pero hay algo más dentro de esto. La gran idea que supuestamente impulsa el nuevo orden de lanzamiento en el béisbol es la penalización por tercera vez al bat (TTOP por sus siglas en inglés), y el corolario de que los mánagers deben usar un gancho más rápido sobre los lanzadores que no están tan bien, porque para cuando llega el bateador número 19 están batallando tanto contra su propia falta de talento como contra el TTOP. Se supone que es una revelación gigante, pero…

La anterior es una gráfica del porcentaje de salidas en las que el abridor se enfrentó a 20 o menos bateadores (dos veces en el orden y tal vez a un plus de “uno o dos bateadores más”). Vemos ese pico al final del día presente y pensamos que es una idea nueva. Nos falta la perspectiva histórica para saber que simplemente estamos regresando a tiempos antiguos. Siempre ha habido mánagers con mechas largas y cortas; es el juego moderno el que intentó meterlos a todos en una caja.

***

A medida de que los equipos inevitablemente adoptan la idea de el tipo con distintas ideas del tiempo de uso de su gancho, veremos la proliferación de los relevistas abridores. Un cuerpo de lanzadores moderno se construía bajo la suposición de que el abridor daría 5-6 innings, y que cuando le decían que sólo enfrentaría a 18 bateadores posiblemente significa que lanzaría menos que eso. El sistema se vería obligado a compensar; compensar con un relevista quien lanzaría más de un inning a propósito; compensar con otro abridor con una salida corta, y en ese momento, ya tienes una apertura en tándem y/o un día de bullpen. Pero algo de esto se verá compensado por el abridor.

Cuando un equipo identifica a uno de sus lanzadores como uno que sólo es efectivo dos veces por cada bateador (el hermano menor del TTOP), es un simple silogismo utilizarlo como relevista abridor. Estos lanzadores no van a lograr tantos outs como sus parientes abridores y esto generará mayor presión sobre el bullpen. Pero ellos son “lo que hay”, y entonces es mejor planear alrededor de ellos que soñar en algo que no tienes.

La lógica detrás del relevista abridor (y aquí debemos siempre hacerle reverencias a Bryan Grosnick por realizar la labor teorética) es que el equipo debería identificar a uno de sus relevistas “que seguramente va a tirar ese día”. Y si el equipo en serio no quiere que sus lanzadores caigan en la trampa de la tercera vez al bat, ya saben quién debe lanzar. Desde la perspectiva de “lograr outs”, dicho lanzador puede obtenerlos en el primer o el quinto inning, pero al hacerlo primero, le entrega la pelota al “lanzador de volumen” al punto en que él empieza con el cuarto o quinto bateador de la alineación. De esta manera, cuando el mánager llega al decimonoveno bateador que el lanzador de volumen enfrenta, este será de la parte inferior de la alineación. El mánager también ya cuenta con más información sobre el desarrollo del partido, al punto en que puede tomar mejores desiciones sobre su cuerpo de lanzadores. Si el marcador se encuentra 9-3, ¿por qué no dejar que siga otro inning para proteger a su bullpen? El relevista abridor permite al mánager contar con más información sobre decisiones clave. La única desventaja es que “se ve rarito” para algunas personas.

Pero pronto dejará de verse así.

La razón por la que pronto tendremos un exceso de relevistas abridores es la misma por la que han habido avances estratégicos en el juego. Hay maneras en las que hemos sido entrenados para pensar en el juego que no son verdaderas. Durante más de 50 años de uso de la lanzadores, poco a poco creímos que sólo había un tipo de inicialistas, y nos enseñaron cosas sobre cuándo y cuánto tiempo podían lanzar. Nos marearon pensando que las cosas siempre habían sido así. No es cierto.

Y sí, habrá muchas quejas sobre los relevistas abridores y sobre cómo supuestamente no respeta los mandamientos fundamentales del juego (y cómo las cosas eran diferentes en la década de los 70). Lo gracioso es que esta tendencia es en realidad una variación sobre una idea de hace 50 años, actualizada tomando en cuenta las realidades de la actualidad. Sólo se necesita un poco de perspectiva histórica para entender cómo y por qué sucedió, y que de alguna manera es un caso de “nada nuevo bajo el sol”.

El abridor no está muerto. Acabamos de (re)descubrir su verdadera naturaleza. Hay dos tipos de abridores que hemos estado tratando de meter en un solo molde.

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