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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos José Lugo

Un efecto secundario de una temporada de la “estufa caliente” lenta y más bien fría es la proliferación de ideas de cómo hacerla movida y excitante nuevamente. El tuiteo continuará hasta que la moral mejore, etcétera.

A partir de un comentario improvisado hecho por Dave Dombrowski surgió este otro: Una fecha límite para hacer movimientos y cambios en el invierno –una especie de plazo establecido durante el cual los equipos deben completar todas las negociaciones de cierto tipo, como grandes contratos multianuales y/o cambios que involucren a jugadores de grandes ligas. El comentario de Dombrowski, y la fascinación inicial de los lánguidos escritores de béisbol con el mismo, se deriva del simple deseo de un periodo garantizado de vacaciones irracionales en donde ningún antiguo Jugador Más Valioso ficharía ni tampoco un futuro JMV será traspasado por los Marlins.

La fecha límite de invierno tiene un par de efectos atractivos potenciales: Uno sería una temporada muerta al estilo NBA, repleta de informaciones y rumores que levanten el interés y el entusiasmo (o por lo menos re-energice las reuniones de invierno como un evento para los fanáticos). La más importante y cuantificable sería restringir la aparente práctica de los equipos de mantener esperando a los agentes libres. Investigaciones realizadas en las etapas de las estufas tibias ha mostrado que jugadores que firman contratos después del año nuevo lo hacen por montos por debajo de las expectativas mientras aquellos firmados en diciembre o antes al menos alcanzan las ganancias proyectadas. Las angustiosas y desesperantes firmas en el mes de febrero están en aumento.

Si dicho cambio puede realmente condensar las actividades y negociaciones en la temporada muerta -¡presto!- y hacer la competencia por jugadores disponibles más fiera, previniendo que contribuyentes valiosos como Mike Moustakas o Yasmani Grandal sean dejados en medio de la calle, entonces todavía más conversación al respecto está garantizada. Este mismo artículo, de hecho, originalmente iba a explorar a través de los pros y los contras de dicha fecha límite. Ustedes acaban de ver los tentadores pros, pero examínenlos por diez segundos extras y entonces empiezan a lucir como Wile E. Coyote en las caricaturas, aplastado en los túneles.

No es una ley que los efectos deseados se conviertan en realidad. Los cambios en las reglas sí son leyes convertidas en realidad. Vean este fragmento del endoso y apoyo ofrecido por Beyond the Box Score a establecer una fecha límite en invierno.

Existen problemas con algo como esto, por supuesto. ¿Jugarían los dueños el mismo juego de quién pestañea primero con una fecha límite solida? Posiblemente. Está además la pregunta de qué se haría entonces con los eventuales rezagados que no podrán firmar antes de la fecha límite, en donde la respuesta no podrá ser que están impedidos de jugar. El mejor método podría ser realmente hacer de la fecha limite una un poco flexible, donde exista una penalidad real para el equipo que no cumpla con la misma, pero también se le permita fichar un jugador de grandes ligas si verdaderamente lo necesitan.

Esos podrían verse como pequeños detalles a discutirse, pero los detalles son precisamente el problema. Han sido el problema con cada ajuste o retoque negociado colectivamente que etiqueta con el apodo “balance competitivo” a una regla proclamada como una forma de impulsar a los equipos de mercado pequeño a ser contendores y por lo tanto inflar el gasto de dichos equipos. También han sido el problema con el proceso de arbitraje y su (favorable a los equipos) incapacidad de reflejar correctamente las valoraciones del mercado. Estos podrían ser probablemente el tema con la posible abolición de las formaciones o “shifts*” defensivos o, exactamente, instituir una fecha límite para movimientos en el invierno.

(*Hagamos la siguiente conjetura: El actual sistema de arbitraje no ha mostrado la capacidad de recompensar adecuadamente el desempeño defensivo, al tiempo que otorga y un gran valor a las estadísticas ofensivas básicas. Limitar los shifts defensivos podría volver a enfatizar la defensa en varias posiciones del cuadro interior ocupadas actualmente por más jugadores orientados a la ofensiva, disminuyendo por lo tanto el precio de un jugador típico del cuadro interior)

Cada solución hipotética para el actual malestar laboral, cada retoque hecho con la intención de sazonar un poco su encriptado y menos-que-entretenido ciclo noticioso viene acompañado por un engaño más que familiar circulando a su alrededor. Estos no son más que trucos, soluciones a medias de corto plazo que terminan siendo doblemente frustrantes cuando el impulso de la historia se mantiene moviéndose en una sola dirección: Los equipos, como el Correcaminos de las caricaturas, se escabullen a través de agujeros legales cuidadosamente localizados mientras los jugadores se estrellan con una pared, y entonces nos preguntamos cómo pudo haber pasado esto.

Esta es la manera en la que una fecha límite de invierno posiblemente funcionaría: El periodo designado para firma de contratos iniciaría más tarde de lo que usted espera –esto para acomodar a los jugadores cuyos equipos no le ofrecen contratos para el próximo año, y los cambios en las oficinas centrales dicen los equipos que requieren más tiempo y atención estos días. Nadie en realidad querría que una eventual fecha limite incluya una total prohibición de movimientos, como hace notar Beyond the Box Score, por razones obvias. Así que esto iría por una de dos vías: O los acuerdos multianuales serán impedidos después de, digamos, enero 15, o habrá una penalidad monetaria para los contratos que se firmen después de la fecha mágica.

Similar al sistema de oferta calificada, estas estipulaciones rápidamente volarán de las bocas de los gerentes generales hasta las historias escritas por los periodistas a las páginas de los fanáticos en Twitter, como razones para evitar un agente libre. Más que otra cosa, estas son herramientas de negociación útiles para conseguir una pieza interesante por menos dinero. El fenómeno de supresión de salarios de enero/febrero no se irá a ningún lado, el mismo simplemente establecerá su residencia en la semana o dos que precedan a la fecha límite, cuando los jugadores pongan en la balanza insultantes ofertas multianuales versus contratos del tipo almohada que podrían resultar en una repetición del mismo ciclo de tensiones. ¿El acuerdo se cae en el último segundo? “¡Rayos!” diría el equipo que ahora tiene el total infortunio de obtener un jugador bueno y establecido por un año libre de riesgos.

Así que no, con todo y los posibles beneficios estéticos de una fecha límite para firmas, la misma sufre de los mismos problemas que afectan a la agencia libre en general. Los equipos no están preocupados sobre no poder fichar al jugador estrella de 28 años porque ellos creen tener un reemplazo lo suficientemente bueno en su inventario de jugadores de 22 años con salarios controlados. Aun si no existiera la pieza perfecta que encaje, pueden cambiar a varios jugadores de 18 años también con salarios controlados por un bueno, pero aun barato, jugador de 24 años – todo esto con menos implicaciones financieras y preguntas que responder (de los dueños, la prensa y los fanáticos) que si otorgaran a alguien un gran contrato.

El problema es conocido y no se puede evadir. Los jugadores que los equipos codician no son nunca los agentes libres, y esos jugadores codiciados o no tienen forma de ser compensados por su atractivo de manera adecuada, o lo son pobremente. Hasta que esta verdad básica sea remediada, no hay mucho que se pueda hacer para encender el periodo de la Estufa Caliente, y todas las esperanzas, fáciles y falsas, son probablemente distracciones de la necesaria tarea por delante.

 

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