Traducido por José M. Hernández Lagunes
Charlie Hollocher y las razones para olvidar
A lo largo de su larga historia, el béisbol profesional ha considerado a muchos jugadores como el “hombre olvidado”, la mayoría abandonados porque no eran lo suficientemente buenos o porque no permanecieron el tiempo suficiente. Sin embargo, unos pocos han sido olvidados porque olvidarlos nos permite vivir con mayor comodidad, sin la confusión de preguntas dolorosas que se ciernen sobre nuestras mentes. Perteneciente a esta última categoría, se destaca el pelotero de los Cubs de la década de 1920, Charlie Hollocher.
El 3 de agosto de 1923, Charlie Hollocher dejó una nota para el mánager Billy Killifer, explicándole que se había cansado del béisbol y que no jugaría otro partido más esa temporada, pero que le deseaba lo mejor al equipo. La noticia de que cualquier otro jugador del talento de Charlie renunciara a mediados de la temporada habría sido recibida de manera mucho más sorprendente. Pero Charlie era propenso a las desapariciones, típicamente enmascaradas como brotes de alguna misteriosa enfermedad estomacal.
La siguiente temporada, la misteriosa enfermedad de Charlie resurgió, primero durante los entrenamientos de primavera y luego varias veces a lo largo de la temporada. Su promedio de bateo se desplomó desde el .342 del año anterior hasta un miserable .246, y en septiembre, Charlie se fue de Chicago a su casa en Missouri para ocuparse de su deteriorada salud, sin estar seguro de si volvería a jugar béisbol.
Intentó y—durante breves períodos—logró volver al juego que tanto le gustaba, primero en 1925 y luego todos los años hasta 1931, pero su enfermedad no fue diagnosticada ni tratada. En 1933, con 36 años, concedió una entrevista a The Sporting News sobre su retiro:
Mi salud se deterioró por primera vez en la Isla Catalina en la primavera de 1923. Regresé a St. Louis para una auscultación del Dr. Robert F. Hyland, quien me examinó y luego me mandó con un especialista. Me dijeron que arruinaría mi salud si jugaba béisbol esa temporada… Cuando dejé de fumar, algunos reporteros insinuaron que debía haber otras razones (para mi deterioro) además de mi salud. Una historia era que tenía problemas con otros jugadores, otra que había hecho e invertido suficiente dinero para poder retirarme. Todo lo cual es mentira. Si tuviera salud estaría jugando béisbol aunque tuviera un millón de dólares. Me encanta el juego.
Los reporteros deportivos de esa época, así como los médicos, no estaban preparados para manejar el caso de Charlie. No había cura para su dolencia y no había manera de lidiar adecuadamente con su carrera. Durante gran parte de su vida, se le dejó encontrar sus propias soluciones improvisadas, hasta que se quedó sin ellas o encontró la única que creía que era una solución real. El 14 de agosto de 1940, terminó con su propia vida.
No dejó nota alguna, ninguna manera de contextualizar adecuadamente su muerte. Todo lo que teníamos entonces, y tenemos ahora, son preguntas sobre su muerte, su carrera, su misterioso dolor, y si todo habría sido diferente si hubiera nacido 100 años después. Incluso con el paso del tiempo, debido a que todavía estamos mal preparados para responder a estas preguntas, que son demasiado sombrías como para pensar en ellas, hemos optado por colocar a Charlie entre los olvidados del béisbol.—Mary Craig
Quitándonos algo
Afortunadamente hemos llegado a la mejor parte de los entrenamientos de primavera, que es el final. Después de pasar un mes entero en el pantano o en el desierto, los clubes de béisbol finalmente regresan a su sede normal y en pocos días, la temporada regular finalmente está a punto de comenzar. Aún así, aunque la mayoría de los aficionados y jugadores están encantados de ver que los entrenamientos de primavera están a punto de aparecer en su espejo retrovisor, este parece el momento perfecto para mirar hacia atrás a dos equipos que han tenido una temporada de invierno notable por razones completamente insignificantes.
En un universo alternativo, donde la Liga de la Toronja y la Liga del Cactus realmente importan, los Boston Red Sox no serían el único equipo que honraría a su equipo como héroes conquistadores de la temporada pasada. En vez, veríamos a tres equipos regresar a casa con una rápida ráfaga de confeti. Felicitaciones a los Yankees de Nueva York y a los Royals de Kansas City, quienes se llevaron a casa los títulos de la Liga de la Toronja y de la Liga del Cactus respectivamente en 2019.
Incluso en un universo alternativo, sería increíblemente difícil imaginar a los Yankees celebrando este título. Han ganado la Serie Mundial en 27 ocaciones y tienen docenas de títulos de la Liga Americana. Un pequeño baño de confeti sería en realidad un insulto a los ojos de la gente que ha visto a esa franquicia ganar todo lo que se pueda en este deporte. Aún así, siempre es bueno comenzar la temporada de buena manera. En todo caso, los Yankees pueden sentirse bien al saber que la última vez que ganaron la Liga de la Toronja, también ganaron la Serie Mundial.
Es un buen augurio, pero al mismo tiempo, no hay que llevar el éxito de los entrenamientos de primavera a los asta banderas. Dudo mucho que tú o cualquier otro aficionado del béisbol vaya a poner a los Royals, campeones de la Liga del Cactus de 2019, como un contendiente para la temporada regular. El resto de la temporada puede terminar siendo olvidable, pero nunca olvidarás cuando Kort Peterson bateó un cuadrangular en la novena entrada para preservar un glorioso empate 3-3 contra los Rangers y asegurar que los Royals saldrían de Arizona con el Cactus de Bronce (o lo que sea que le den a los equipos por ganar la Liga del Cactus).
Lo más importante es que aunque los Yankees y los Royals están en dos lados completamente opuestos en las expectativas de esta temporada, ambos pueden compartir el ilimitado optimismo que viene con una buena primavera. Para los Yankees, este es el comienzo de lo que podría ser otra temporada más en la cima del deporte. Para los Royals, esta podría ser la génesis de una temporada en la que se oponen a todas las proyecciones y tendencias y sacan un año mágico de la nada. Los títulos de las ligas de entrenamiento de primavera no tienen sentido, pero la esperanza tiene que contar para algo, ¿verdad?—Demetrius Bell
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