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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Marco Gamez

Esta temporada, hasta ahora, ha sido una de altibajos para Marcell Ozuna. El inminente agente libre se sometió a una cirugía de hombro en la temporada de descanso, regresó en un nivel algo menor que la forma óptima para el béisbol, demostró poder a principios del entrenamiento de primavera que mitigó algunos temores sobre el problema del hombro, y luego tuvo un lapso de dos semanas bajas al plato. Para lo cual esta es una metáfora bastante buena:

Sin embargo, justo desde la época de la debacle defensiva, Ozuna ha sido un hombre nuevo, y el eje de una ofensiva de los Cardinals que se podría ubicar como la segunda mejor en la Liga Nacional. Su línea de producción fue .211/.250/.395 hasta el 9 de abril, pero ha bateado .270/.369/.640 desde entonces.

Su DRC+ de temporada completa ahora está en 131, exactamente al sur de la cifra que consiguió durante su temporada de explosión en 2017 con los Marlins, y no es una casualidad. Como lo hizo en esa temporada, Ozuna está generando una tonelada de fuerza de arrastre, al hacer contacto con la pelota más tempranamente. Se trata de la salud y de la mecánica, pero también se trata de la confianza. El hombre cuyos compañeros de equipo llaman “Big Bear” tiene la tenacidad y la arrogancia que se adapta a ese apodo, y está alimentando su despliegue ofensivo.

Ozuna bateó 53 pelotas a 95 millas por hora (153 kph) o más, jalándolas hacia su lado del campo de juego en 2015. En 2016, aunque tuvo 100 apariciones al plato más, lo hizo solo 61 veces. En 2017, cuando disfrutó de la explosión de 37 jonrones y se perfilaba una estrella en ciernes, conectó 82 de las llamadas “pelotas bateadas duro” al jardín izquierdo.

Lo que sorprende más es que, en su ostensiblemente peor 2018, Ozuna realmente haló 92 “pelotas bateadas duro”, en menos apariciones al plato. El problema, sin embargo, fue que solo generó un ángulo de despegue promedio de 7.4 grados en esas bolas bateadas: unos seis grados menos que en 2017 y cinco grados menos que en 2016. Parecía ser un problema de ajuste, pero ese problema de ajuste provino, al menos en parte, de su hombro debilitado.Podemos, muy fácilmente, demostrar esto. Aquí hay una pelota que Ozuna bateó relativamente bien, en agosto de 2018.

Observe la forma en que lo está encarando, aunque el lanzamiento solo viene a 88 mph (142 kmh). Parte del problema es que Alex Wood engaña bastante cuando lanza, y parte del problema es que un conteo de 1-2 pone al bateador de alguna manera a la defensiva. Sin embargo, en parte se debe también a que Ozuna aún está protegiendo su hombro, dosificando la transferencia de energía involucrada en su swing, y se ha acostumbrado a hacer el contacto un poco más profundo que cuando estaba en su mejor momento a principios de 2017.

Ahora, aquí hay otro lanzamiento rápido del mes pasado, ubicado en la parte superior interna de la zona de strike.

No espera, no se administra y tampoco hay ningún esfuerzo por hacer contacto en un punto donde todo su cuerpo está absorbiendo el impacto. Ozuna va y conecta este lanzamiento, aunque es una bola rápida adentro. Su punto de contacto está bien al frente. Su plano de swing está ligeramente más elevado, pero no ha perdido velocidad de bateo. Si un bateador puede conectar este lanzamiento de esta manera, fácilmente puede batear de una manera similar una pelota que viene baja y afuera.

Los gurús del arte de lanzar hablan sobre la generación de torque a lo largo del espacio entre cadera-hombro, es decir, retrasando la rotación de la mitad superior durante el mayor tiempo posible sin perder el ritmo del movimiento. El mismo principio se aplica al bateo, y puedes ver la diferencia en estos dos swings a través de esa lente.

En 2018, Ozuna estaba girando un poco antes la parte superior de su cuerpo. Eso tal vez lo ayudó a mantener el equilibrio de pies a cabeza, y lo mantuvo más controlado, pero también le robó la explosión fácil, la violencia manifiesta en el segundo video, y limitó la acción de elevación de la rotación. La versión 2018 era un swing robusto, seguro y plano. Esta versión es un swing audaz y poderoso.

No debería sorprender, ver ese bateo, saber que Ozuna ya tiene esta temporada 27 pelotas bateadas duro hacia la parte del terreno donde hala los batazos, ni que su ángulo de despegue promedio en esos batazos sea de 15.9 grados. Está sano y, con el beneficio de la plena confianza en su salud, ha redescubierto el enfoque agresivo (tanto mental como físico) que le permitió explotar en el pasado.

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