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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Marco Gámez

La mitad de temporada llegó y se fue en la Liga Atlántica, y trajo consigo cambios sísmicos en las reglas. El plan de MLB de usar la liga independiente como campo de pruebas para futuras modificaciones del juego implicaba la introducción gradual de algunas modificaciones a mediados del año. Eso incluyó propuestas controversiales como el uso de árbitros robot, limitaciones en los movimientos del lanzador para sorprender corredores y la posibilidad de los bateadores para correr a primera base en cualquier lanzamiento que no sea atrapado por el receptor.

Los árbitros robot, y todos sus problemas colaterales, ciertamente son lo más destacado en ese paquete. Pero no estaba claro cómo la sustitución del juicio de los árbitros por un radar afectaría el entorno ofensivo en la Liga Atlántica. Algunos jugadores de grandes ligas pensaban que reduciría la zona, otros creyeron que la expandiría.

Recopilé estadísticas de la liga justo antes del punto medio de la temporada y de hoy para comparar qué efectos han tenido la zona electrónica de strike y los otros cambios de las reglas. Y aunque los árbitros robot pueden haber atraído la mayor atención, el impacto real parece estar en la parte referida al corrido de bases.

Estadística Antes de la Pausa Después de la Pausa % de Cambio
BB/J 3.32 3.08 -7%
P/J 7.32 7.20 -2%
J/J 0.89 0.97 +9%
BR/J 0.80 1.38 +73%
CIR/J 0.32 0.34 +6%

(BB/J = Bases por Bolas/Juego, P/J = Ponche/Juego, J/J = Jonrón/Juego, BR/J = Base Robada/Juego, CIP/J =Capturado Intentando Robar/Juego)

Los fanáticos y los observadores parecían esperar que los árbitros robot pudieran causar estragos en las estadísticas ofensivas de la Liga Atlántica, pero ese temor parece infundado en su mayor parte. Los ponches y las bases por bolas se modificaron ligeramente, las bases por bolas, en particular, vieron una disminución significativa pero no enorme, pero ambos cambios están en un solo dígito. Nuestros nuevos líderes robóticos ciertamente están resultando difíciles para ajustarse, como Jayson Stark detalló en una reciente columna, pero no están cambiando fundamentalmente la forma del juego de la Liga Atlántica.

Una tendencia más intrigante, y de la que no tengo una explicación clara, es el aumento del 9% en las tasas de jonrones. Es probable que parte de este aumento se deba a las temperaturas más cálidas del beisbol a principios de agosto, ya que el clima cálido impulsa aún más a los batazos elevados. Pero es un impacto demasiado grande para que el verano sea su única causa. Es posible que los lanzadores se estén adaptando a una zona de strike ahora incierta, dominada por robots, colocando muchos lanzamientos en el centro del plato. Y eso permite a los bateadores chocar esos lanzamientos sobre la cerca.

Sin embargo, el aumento en las tasas de jonrones palidece en comparación con lo que sucedió con el corrido de bases. Las tasas de bases robadas han aumentado un asombroso 75%, con casi ningún aumento correspondiente a los corredores atrapados robando. Los corredores están recorriendo las bases casi a voluntad, con casi cero consecuencias de ser sacados.

Dos reglas de mitad de temporada influyen directamente en el corrido de bases. Uno requiere que los lanzadores se retiren de la goma antes de intentar un movimiento para lanzar a las bases, lo que resulta en un retraso sustancial en su capacidad para desafiar a los posibles ladrones. Dado lo apretado que tienden a ser los márgenes restringidos en el corrido de bases (décimas de segundo con frecuencia determinan el éxito), requerir solo un paso adicional del lanzador puede parecer poca cosa, pero podría tener un gran efecto. (Especialmente cuando ese cambio se combina con bases ligeramente más grandes, cambio que se introdujo al comienzo de la temporada).

La otra modificación permite a los bateadores “robar” primera base siempre que el receptor no atrape la pelota. El efecto de esto es un poco más incierto: no debería haber tantos lanzamientos no capturados, y no me queda claro incluso dónde se incluirán los robos de primera base en las estadísticas de un jugador. ¿Cuentan como bases robadas?  ¿Será algo similar a una base por bolas? ¿O cae en el mismo terreno de cuando se corre a la primera base después de un tercer strike que no retiene el receptor? En cualquier caso, no deberían ser una contribución importante en el aumento masivo de bases robadas en la Liga Atlántica.

Otro posible culpable del pico en las bases robadas no es una regla de robo de bases en absoluto: son los árbitros robot en sí mismos. Hay un ligero retraso, aproximadamente uno o dos segundos, entre que el lanzamiento cruza el plato y la sentencia que se transmite al árbitro humano en el campo. Stark informa en su columna que al menos un robo se originó cuando un corredor en primera base deambulaba hacia segunda porque esperaba la sentencia para una cuarta bola. Para cuando la máquina transmitió su señal y el árbitro sentenció el strike, el jugador estaba casi en la segunda base y terminó el trayecto sin que pudiera ser puesto out.

Este involuntario ladrón de bases muestra cómo estamos limitados por la tonta política de MLB de implementar múltiples cambios de reglas al mismo tiempo. Entre las alteraciones del tamaño de la base, correr a primera base, la zona de strike electrónica y varias otras modificaciones, el efecto de cualquier cambio es difícil de aislar de los impactos de todos los demás. Y para empeorar las cosas, es probable que algunos de los cambios en las reglas tengan efectos superpuestos e interactivos: permitir que los bateadores corran a primera base en un lanzamiento descontrolado se relaciona con los lanzadores de poco control al igual que con los árbitros robot, un doble efecto que probablemente impacta la estrategia y comportamiento de los lanzadores.

Lo más complicado de los cambios de reglas en el béisbol es que los jugadores no son estáticos. Especialmente en la era moderna de los bateadores y lanzadores muy conscientes de responder a los últimos datos proporcionados, los jugadores ajustan sus propios enfoques para hacer frente a las reglas del juego. Eso significa que la ola de cambios que acabamos de presenciar en la Liga Atlántica no es más que la primera ola en un proceso que podría continuar desarrollándose en los próximos años.

Si esos cambios llegan a las grandes ligas, donde la capacidad de ajuste de los jugadores y de las oficinas centrales está aún más desarrollada, podemos esperar que el proceso de compensación sea más dramático y complejo que lo que está ocurriendo en una pequeña liga independiente

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