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Image credit: Sam Navarro-USA TODAY Sports

Traducido por Carlos Pérez

Cada Serie Mundial viene con una serie de narrativas sobre cómo construir un equipo para ganarlo todo. A veces fallan, no obstante. Los Royals claramente ganaron con un bullpen dominante, que ignora que también hicieron traspasos por Johnny Cueto y Ben Zobrist, y tuvieron un cuadro de jugadores criados en la casa que una vez fue denominado el mejor grupo de prospectos de todos los tiempos. También podría apuntar al grupo de Las Victorias No Importan Realmente, que fueron los Cardinals de 2006, ignorando que Albert Pujols quizá sea uno de los mejores jugadores de las últimas décadas y Chris Carpenter fue un lanzador abridor bastante decente. En el caso de esta serie en particular, el tema estrella es el pitcheo, sobre todo el relativo a los abridores. Los Nationals y los Astros quizá tengan la mejor colección de lanzadores abridores en una Serie Mundial que yo conozca. Los Nationals trataron de usar su rotación para evitar el uso de relevistas, y los Astros son más tradicionales porque confían en sus tres ases para una combinación de seis aperturas. Cada equipo no puede tener lo que tienen los Nationals y los Astros, pero esta Serie ha puesto el ojo de la gente del béisbol en la actuación de los abridores.

El número de entradas lanzadas por abridores ha seguido bajando a nivel global en la liga. Parte de esta innovación es por necesidad, con tipos que lanzan más duro que nunca y con la ciencia mostrando el daño que puede hacerle eso a un brazo. Los equipos están tratando de construir más tiempo de descanso y no llevar los brazos de los jugadores al límite.

Algunos de estos cambios han sido debidos a estadísticas que muestra que los lanzadores empeoran su rendimiento cuanto más se enfrenta a un bateador y el lanzador se cansa durante el transcurso de un partido. También influye el dinero, pues hay equipos que no priorizan fichar lanzadores con la habilidad de lanzar muchas entradas, sino que buscan brazos baratos que puedan ser mejores entrada a entrada, y rodearlos con una horda de brazos de relevo baratos.

Cambiar las filosofías de lanzamiento y construcción de equipo ha dado lugar a que se busquen más lanzadores de los que hay disponibles. La única manera de paliar la necesidad de tener más lanzadores es conseguir que lancen más entradas de los lanzadores existentes. Uno de los sellos de calidad de un lanzador as es que lanzan muchas entradas en parte por su eficiencia, pero también por la consistencia y la habilidad de manejar una gran carga de trabajo. Sin embargo, eso no lo es todo, porque parte de ser capaz (y que te permitan) manejar un gran número de innings es haber sido capaz ya de manejar muchísimas; llegar a ese punto puede llevar años.

Los límites sobre los lanzadores no son nuevos, pero parecen más duraderos que nunca. Eso ha forzado a los equipos a tomar decisiones difíciles con prospectos estelares. La versión final de nuestro Top 101 está todavía en proceso, así que pido disculpas si me olvido de alguien que terminará entrando en esa lista, pero aquí está el total de entradas para alguno de los mejores prospectos de lanzadores en las ligas menores:

(*incluye entradas de MLB)

Fuera de los lanzadores que llegan a las Ligas Mayores, los números no pasan de 130, pero muchos están alrededor de las 100 entradas ahora. Incluso si esperamos de ellos buena salud y un incremento de 30 año a año, estos lanzadores están a 2 o 3 temporadas de contribuir a nivel de estrella. Hay que tener en cuenta que esto también es porque el grupo de lanzadores en lo más alto de las ligas menores es principalmente brazos de preparatoria, con la excepción de algunos jugadores internacionales, un jugador de tercer año universitario, y un par de brazos universitarios que han tenido problemas de lesiones.

Hay una gran diferencia entre cómo los equipos de Ligas Mayores tratan a sus brazos jóvenes y como las universidades tratan a sus brazos jóvenes. Mize lanzó 114 ⅔ entradas en su tercer año y los Tigers reaccionaron limitando sus entradas en el béisbol profesional. Pero eso no sucede con todos. Aaron Nola lanzó 116 ⅓ en su tercer año en la universidad y añadió 55 ⅓ entradas con los Phillies ese verano. Para el final de su primera temporada como profesional había lanzado 187 innings. Shane Bieber lanzó 158 ⅔ entradas entre su tercer año de universidad y la pelota profesional, y se quedó en 173 ⅓ entradas en su primera temporada completa como profesional.

Tanto Nola como Bieber estaban considerados abridores listos para ser profesionales, con valoraciones excelentes sobre su control. Ninguno era un serpentinero por el que su equipo se preocupara de quemar (ambos han añadido muchas millas por hora a sus bolas rápidas en el béisbol profesional). Los equipos han sido mucho más cautos con sus prospectos que lanzan duro, y podemos ver de nuevo en la lista de los jóvenes prospectos que la velocidad y el estatus de los mejores prospectos están ligados de muchas maneras.

Pero esta cautela es un arma de doble filo. Quizá no esté a un nivel élite todavía, pero el repertorio de Sixto Sánchez podría haber funcionado en las mayores la pasada temporada. Es poco probable que los Marlins asciendan a Sixto hasta el final de 2020, y hasta entonces él estará malgastando lanzamientos en las menores para que su equipo tenga más años de control sobre él. Jugar con el tiempo de servicio puede jugarte una mala pasada, como pasó con Brent Honeywell, que sufrió dos lesiones de brazo que pueden haber acabado con su carrera. Mientras tanto, los Rays de 2017 se quedaron en 26-29 en los dos últimos meses de la temporada y terminaron cinco juegos por detrás de un puesto de comodines y con Honeywell en Triple-A.

Jugar con el tiempo de servicio y la preparación de los jugadores tiene otras consecuencias. Los equipos con aspiraciones de playoff están buscando que sus mejores prospectos ayuden a largo plazo y en la postemporada. Si el equipo tiene que pasar cinco temporadas trabajando en que el lanzador ayude en ese punto, dicho lanzador ya está en el proceso de arbitraje en el momento en el que finalmente está listo. Incluso aunque los salarios de arbitraje son más bajos comparados con la agencia libre, representan el punto en el que los equipos perciben que no obtienen todo el valor por sus jugadores y la agencia libre parece acercarse más.

El resultado final de todo esto es que los lanzadores que pueden contribuir con grandes números de entradas que pueden paliar la necesidad de más brazos son cada vez más caros y raros. Si los equipos quieren recrear los cuerpos de lanzadores de la Serie Mundial 2019 van a necesitar reexaminar cómo protegen y desarrollan brazos, así como cambiar cómo valoran el dinero gastado en entradas de lanzadores abridores. Hasta entonces, los equipos continuarán buscando estrategias baratas para hacer que funcione en lugar de simplemente fichar Max Scherzer.

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