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Image credit: D. Ross Cameron-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

En mayo, escribí sobre lo marcadamente bajas que estaban las remontadas en las últimas entradas, hasta ese punto de la temporada. En ese momento, los equipos que perdían a la altura de la séptima entrada habían ganado el 11,7% de los juegos. Eso establecería un récord para la era moderna del cuerpo de relevistas (1988-presente [1]). Las remontadas después de siete y ocho entradas también se dirigían a su punto más bajo. Los cuerpos de relevistas, al menos los tipos de más renombre utilizados en la parte final del juego dominaban las últimas entradas. ¿Qué debe hacer un equipo que está perdiendo después de la sexta entrada?

Escribir sobre algo como esto en mayo es un buen ejemplo de por qué no deberías sacar conclusiones, ninguna, basadas en unas pocas semanas de béisbol. Para ser sincero, no lo hice. Acabo de señalar que a pesar de la (entonces) superioridad de las Carreras Limpias Permitidas (ERA, por sus siglas en inglés) de los abridores en comparación con las ERA de los relevistas [2],  las remontadas en las últimas entradas fueron más raras que nunca. Pero eso fue mayo. ¿Cómo terminaron las cosas?

¿Qué piensas? Mi presunción cuando abordé el tema era que 2019 era un año razonablemente bueno para las remontadas. Un equipo que perdía por una carrera en las últimas entradas no tenía que hilvanar un sencillo, una base por bolas y otro sencillo para empatar el juego. Solo tenían que esperar a que alguien bateara una pelota sobre la cerca. La proliferación de cuadrangulares facilitó las entradas de una (o múltiples) carreras. Eso implicaría más remontadas.

Así es como han actuado los equipos que perdían después de seis entradas, es decir, cuando iban a jugar la séptima entrada, desde 1988. La línea de puntos es el promedio de 32 años. Estoy rastreando el porcentaje de juegos que ganaron estos equipos.

Bueno, estaba equivocado. Desde 1988, los equipos que perdían cuando iban al séptimo ganaron el 13.5 % de sus juegos. En 2019, fue casi un punto porcentual más bajo, 12.6 %. Ha sido inferior solo cuatro veces, todas en esta década: 2012, 2014, 2015 y 2018.

Tal vez las remontadas fueron más fáciles para los equipos a la altura de la octava entrada, relativamente hablando.

¡No! En promedio, los equipos que perdían después de siete entradas han ganado el 9,4% de los juegos. Los equipos salieron victoriosos un punto porcentual completo con menos frecuencia en 2019. Nuevamente, solo cuatro temporadas han sido más duras para los equipos que perdían después de siete entradas, todos de reciente cosecha: 2010, 2012, 2014 y 2015.

Finalmente, sabemos que es difícil una remontada cuando se pierde después de ocho entradas. ¿Pero qué tan dificil?

Cabe señalar que las remontadas en la novena entrada son bastante raras. Desde 1988, solo el 4,8% de los equipos que perdían después de ocho entradas han remontado para ganar. La proporción en 2019 fue de 4,5%. Eso es más bajo que el promedio, pero no escandalosamente. Ha habido seis temporadas que tuvieron tasas de remontar más bajas: 1988, 2003, 2008-9 y 2015-16.

La conclusión aquí, obviamente, es que en los últimos años ha sido inusualmente difícil remontar en las últimas entradas. Eso va en contra de dos tendencias compensatorias, que combinaré en un gráfico. Las barras amarillas son la diferencia entre las ERA de los lanzadores abridores contra la de los relevistas. Cuanto mayor sea ese número, mayor será la cantidad por la cual las ERA de los abridores excedieron las ERA de los relevistas. La escala está en el eje izquierdo. La línea azul es carreras anotadas por juego, con la escala en el eje derecho.

La puntuación ha subido. La ventaja de ERA de los relevistas con respecto a los lanzadores abridores está disminuyendo. ¿No debería eso significar más remontadas?

Como Craig Edwards demostró en FanGraphs, a los relevistas todavía les va bien en las entradas de alto nivel de apremio. Aquellos asignados a situaciones de menor presión no han tenido buenos resultados. Puesto que los juegos en episodios finales y con estrecha diferencia en la pizarra son momentos de gran trascendencia, los bateadores todavía están enfrentando a relevistas de calidad.

Además, diría que los mánagers han mostrado más flexibilidad en el despliegue de sus lanzadores en situaciones de alta trascendencia para los resultados. No, no estoy hablando de traer al cerrador para medirse al corazón del orden ofensivo del oponente en la séptima entrada de un juego cerrado. Ni que lo haga lanzar las dos últimas entradas de un juego. Hay que ser realistas.

Más bien, la mayor flexibilidad se evidencia al definir quién es ese cerrador. Este gráfico muestra el porcentaje de equipos, desde que se implementó la regla del juego salvado, para los cuales un lanzador acumuló al menos el 75% de los juegos salvados del equipo.

En 2018 y 2019, solo nueve equipos tenían un lanzador que representaba al menos las tres cuartas partes de los salvados de su equipo:

2018 2019
Equipo Cerrador Equipo Cerrador
Diamondbacks Brad Boxberger White Sox Alex Colomé
Red Sox Craig Kimbrel Indians Brad Hand
Reds Raisel Iglesias Astros Roberto Osuna
Rockies Wade Davis Royals Ian Kennedy
Tigers Shane Greene Dodgers Kenley Jansen
Dodgers Kenley Jansen Phillies Héctor Neris
A’s Blake Treinen Pirates Felipe Vázquez
Pirates Felipe Vázquez Padres Kirby Yates
Mariners Edwin Díaz Giants Will Smith

Solo dos sobrevivientes, y solo uno con posibilidad de repetir en 2020.

Esto no significa que los mánagers estén escuchando a los fanáticos sobre el uso de los relevistas durante situaciones de apremio en general. Pero los días de un cerrador con un trabajo de tiempo completo, que casi nunca se rendía, parecen estar llegando al final del camino.

A veces, los equipos reemplazan a su cerrador porque está lesionado, como Treinen estuvo en partes de 2019. A veces es porque se fue, como Kimbrel, Díaz y, en la fecha límite de intercambio, Greene. Pero a veces, es ineficacia. Ya no tienen una correa infinitamente larga. Boxberger perdió su trabajo de esa manera. También lo hizo Davis. Kimbrel, Treinen y Díaz quienes fueron degradados en medio de luchas este año. La antigüedad no contaba.

Con muestra pequeña y todo, pero hemos tenido cuatro temporadas consecutivas con menos de la mitad de los equipos utilizando un cerrador de tiempo completo (definido como el del 75% de los salvados) después de veintiún años consecutivos de 50 % o más. Quizás los bateadores, en general, están anotando más carreras. Tal vez los relevistas, en general, se desempeñan peor en comparación con los lanzadores abridores. Pero cuando se producen remontadas, en entradas finales, en juegos cerrados, el equipo que defiende el liderato confía cada vez más en el salvado al mejor lanzador que tiene, El Cerrador Probado está condenado. Las remontadas todavía se están exprimiendo.

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