keyboard_arrow_uptop
Image credit: Kim Klement-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Frecuentemente, se dice que algunas diferencias entre las Ligas Mayores e incluso las ligas menores altas son más que cuestiones de grado—la calidad del juego es tan diferente que es otro tipo de béisbol. Algunos atribuyen la distinción a que los lanzadores pueden controlar sus bolas rápidas o a que los bateadores tienen la disciplina de dejar pasar lanzamientos fuera de la zona de strike. Esta idea lleva a la noción de bateadores de Cuádruple-A, por ejemplo: jugadores lo suficientemente buenos para tener éxito en el estilo de pelota que predomina en Triple-A pero incapaces de adaptarse al juego más avanzado de la MLB.

En su mayor parte, se dispone de pocos datos para describir las diferencias entre la MLB y la Triple-A. Las maravillas tecnológicas disponibles en las Mayores se han filtrado hacia abajo, pero la información de esas fuentes rara vez escapa las manos de la oficina central. Sin embargo, han llegado algunos datos nuevos que dibujan una imagen de un juego que se acerca bastante a las Grandes Ligas, con algunas diferencias marcadas.

Los nuevos datos llegan por cortesía del indispensable paquetería de código denominada baseballr, realizada por Bill Petti. Los raspadores de datos de Bill han jalado docenas de nuevos campos, desde lanzamientos hasta el lugar donde caen los hits, que describen el rendimiento en las ligas menores con más granularidad que la que hemos visto hasta la fecha. La mayoría de los nuevos datos parecen haber sido obtenidos vía observadores, a diferencia de las fuentes más fiables de las instalaciones de Trackman o Statcast, lo que significa que se aplican algunas advertencias importantes: los observadores son propensos a errores y están sujetos a todos los sesgos habituales de la percepción humana. Además, es peligroso comparar los datos registrados por humanos con los que provienen de máquinas, excepto en líneas muy generales, así que intentaré permanecer dentro de ese territorio para este artículo.

Primero, veamos la ubicación de los lanzamientos. La ubicación horizontal está en el eje X, y la vertical en el eje Y.

Las coordenadas están en un sistema desconocido y no son directamente traducibles al estilo PitchF/X, unidades comprensibles de pies y pulgadas. Pero de todos modos hay algo de información interesante.

Primero, hay mucho en común con el mapa de la zona de ataque de las Grandes Ligas. Es un rectángulo distendido, como en las Ligas Mayores, con más lanzamientos que llegan al centro que a los bordes. Pero también hay diferencias. Comparativamente, más lanzamientos de las ligas menores parecen encontrarse en el centro o en el corazón de la zona. Más del 60% de los lanzamientos caen en la masa central, dejando el 40% en los bordes. Por el contrario, Petti definió el “corazón” de la zona de las Grandes Ligas como el que contiene sólo el 20% de los lanzamientos.

Debido a las mencionadas diferencias entre los métodos de recolección de datos (observadores vs. radar) y los sistemas de coordenadas (pulgadas con respecto al plato y ???) no hay una forma segura de saber cuánto más del plato capturan los lanzamientos de las ligas menores. Pero parece factible que los lanzadores de ligas menores no puedan igualar a sus colegas más veteranos al tirar fiablemente al borde de la zona de strike. Lamentablemente, no hay datos de velocidad de lanzamiento o de ruptura para comparar con las Ligas Mayores. La ausencia de información de velocidad y movimiento es una limitación severa, considerando que esas son las dos áreas donde la diferencia de talento entre las Ligas Mayores y menores es probablemente mayor.

Pero también hay algunos datos sobre el bateo. Hay coordenadas (ubicación de lado a lado en el eje X, ubicación de home a jardines en el eje Y) y producen el mapa esperado de las ubicaciones típicas del bateo:

Pero no hay mucho que aprender aquí. Dado que los lugares de los hits están repartidos en un área mucho más grande, son más difíciles de asignar con precisión y por lo tanto mucho menos fiables.

Los observadores también descomponen los tipos de hit por las trayectorias de las bolas bateadas (tipo: roletazo, elevado, etc.). Aquí hay menos ambigüedad. El estudio de los datos de Statcast ha demostrado que los observadores son relativamente consistentes en la forma en que llaman a los tipos de pelota bateada, con sus categorizaciones cubriendo claramente rangos bien definidos de ángulo de salida del bat. Aquí está cómo se veía la mezcla de bateo en las ligas menores comparada con las Mayores:

Liga Roletazos Elevados Líneas
Ligas menores 42% 29% 20%
Ligas Mayores 43% 36% 21%

Los bateadores de las Grandes Ligas logran más hits de línea, lo que no es sorprendente. Pero la verdadera diferencia aquí está en las pelotas en el aire, donde los bateadores de las Grandes Ligas impulsan con contacto 7 puntos porcentuales más frecuentemente. (Parte de la diferencia se debe a más toques en las menores, otro factor interesante por sí mismo. Pero incluso quitando los toques y sólo considerando las tres categorías principales de pelotas bateadas, los bateadores de Ligas Mayores producen más elevados que los de ligas menores).

Esa es una diferencia que tiene sentido. La Revolución de los Elevados ha conquistado las Ligas Mayores en los últimos años, impulsada en parte por una bola más viva que recompensa el contacto en el aire. Los bateadores de las ligas menores, por el contrario, apenas en 2019 vieron la pelota de las Ligas Mayores en Triple-A. Les faltan los recursos de entrenamiento y los consejos analíticos prácticos que reciben los bateadores de las Grandes Ligas. Tal vez como resultado, no se han ajustado al conocimiento de hacer más contacto con la pelota hacia el aire es una habilidad valiosa.

Ver menos elevados también tiene implicaciones para los lanzadores y jardineros en las ligas menores. Menos fly balls significa menos acción en el campo. Significa que los lanzadores de ligas menores no tienen que preocuparse tanto por los palos de vuelta entera. Las implicaciones tácticas, para la selección y ubicación del campo, para el posicionamiento defensivo, podrían ser significativas. (Es decir, asumiendo que esto no es sólo el resultado de una diferencia en los estándares de la Triple-A.)

Hasta que los datos de Statcast, HawkEye, u otra tecnología avanzada de sistemas de rastreo se apliquen en las ligas menores (y se liberen de los equipos) no podremos hacer comparaciones manzana-a-manzana con las Grandes Ligas. Los datos que existen son incompletos, suministrados por los observadores, y por lo tanto inciertos. Pero tal vez hay algo de lo que los exploradores nos han dicho desde hace mucho tiempo: los lanzadores de las ligas menores pueden carecer del control para apuntar con fiabilidad a los bordes. Y los bateadores en ese nivel podrían no haberse subido al tren de la Revolución de los Elevados de la manera en que lo han hecho sus hermanos de la MLB. Tal vez, con la Triple-A recibiendo la pelota de la liga mayor en 2019, estas diferencias comenzarán a borrarse. Por ahora, parece un juego diferente.

Thank you for reading

This is a free article. If you enjoyed it, consider subscribing to Baseball Prospectus. Subscriptions support ongoing public baseball research and analysis in an increasingly proprietary environment.

Subscribe now
You need to be logged in to comment. Login or Subscribe