
Traducido por José M. Hernández Lagunes
Miremos dentro de la mente de un criminal.
Hace algún tiempo, medité sobre la pregunta “¿Qué es lo opuesto a una base robada?” Descubrí que lo opuesto a un robo—ya sea una base robada en el sentido tradicional o “robar” la tercera yendo de primera a tercera en un sencillo—no es ser puesto out. Es no intentarlo. Lo que me sorprendió fue que cuando un jugador intentaba obtener una de esas bases “extra”, la velocidad no era un factor importante para estar safe o out, al menos estadísticamente. La velocidad predecía si el corredor haría un intento. Tiene sentido. Un corredor (y un coach de tercera base) tiene que calcular las posibilidades de lograrlo, y tomar una decisión sobre si vale la pena o no. Si no es una buena idea, simplemente quedarse ahí.
Uno de los problemas al tratar de modelar las decisiones de correr en las bases es que no tenemos una buena métrica disponible públicamente sobre cosas como los brazos de los jardineros o dónde estaban colocados los jardineros y los corredores cuando tomaron contacto con la pelota. Podemos usar flies de sacrificio para investigar una situación en la que sabíamos cuán lejos tenía que ir el corredor (90 pies) y dónde se atrapaba la pelota. Pero, ¿qué podemos aprender sobre cómo el brazo del jardinero afecta la decisión y si la toma o no?
Llega Statcast, donde en Baseball Savant, tenemos datos sobre los tiempos de “pop” del receptor, que es el tiempo que transcurre entre el momento en que la pelota golpea la mascota del receptor (pop) y el momento en que golpea el guante del parador en corto (pop) mientras intentan atrapar al corredor en el acto. La gente de MLBAM tuvo la amabilidad de proporcionarnos los tiempos medios de pop para todos los receptores, así como lecturas de su velocidad de lanzamiento y el lapso que toma el intercambio entre guante y mano en los intentos de robo de base.
El mejor tiempo de pop en 2019 fue el de J.T. Realmuto (promedio de 1.88 segundos en un lanzamiento a segunda base). El punto medio de la lista fue Alex Ávila, con una marca de 2.01 segundos. En esos 0.13 segundos de diferencia, un corredor que viaja a 25 pies por segundo recorrerá 3ft y 1/4. Llámalo un paso extra. Esa no siempre va a ser la diferencia entre safe y out, pero a veces lo es, y eso tiene algún valor real.
Una base robada es, en sí, una circunstancia especial, y tendremos que tomarlo en cuenta, pero resulta que hay cosas que podemos aprender al mirar los datos si nos tomamos la molestia de hacerlo.
¡Peligro: Detalles matemáticos sangrientos a continuación!
Una base robada es un baile con tres participantes. El lanzador, el receptor y el corredor. El corredor, por supuesto, hace el papel del ladrón. El lanzador trabaja en la prevención del crimen, tratando de mantener al corredor cerca, y el receptor es el policía si el corredor decide hacer un intento.
He investigado anteriormente el papel que el lanzador juega en el baile, estudiando los lanzamientos a primera. Resulta que en situaciones en las que hay un corredor en primera y la segunda base está desocupada, un lanzamiento a primera se asocia en realidad con un corredor que es más probable que haga un intento. (¡Un poco de disuasión!) Tiene sentido, si lo piensas. El lanzador puede reconocer tan bien como cualquiera que este puede ser un momento oportuno para robar la base, y mientras el corredor es libre de intentarlo, el lanzador tiene interés en reducir la ventaja del corredor. Y funciona, incluso controlando una serie de factores, incluyendo el éxito que el corredor suele obtener—si el lanzador hizo un movimiento a primera afecta significativamente si el umpire gritará “safe” o “out” al final de ese segundo “pop”.
Otra información importante que tenemos ahora, gracias a Statcast, es la velocidad del corredor. De nuevo, tenemos los promedios. Sería mucho más informativo saber exactamente cuán rápido el corredor realizó la carrera o exactamente cuán rápido el receptor lanzó la pelota a segunda, pero cuando los corredores están tomando la decisión de ir o no, tampoco saben exactamente qué va a pasar. Y pues, tenemos promedios.
Podemos amasar los datos de la velocidad del corredor, los lanzamientos a primera y el brazo del receptor. Y eso es justo lo que hice para 2015-2019. Encontré todas las situaciones en las que había un corredor en primera y ningún corredor en segunda. (Los corredores intentan robar la tercera a veces y el home plate de vez en cuando, pero ignoré esos escenarios.) Hice una regresión logística para saber si un corredor haría un intento en segunda, con cuatro predictores (el porcentaje de tiempo que el lanzador lanzó, si el lanzador había hecho realmente un lanzamiento en esta situación, la velocidad de aceleración del corredor y el tiempo de pop del receptor). Lo realicé como una regresión por pasos para ver qué factor entró primero en la regresión. Los ganadores…
Factor (intento) | Nagelkerke R-cuadrática (modelo al paso) |
Velocidad del corredor | 0.082 |
El lanzador giró a primera o no | 0.103 |
Qué tan seguido el lanzador tiró a primera | 0.103 |
Tiempo de pop del receptor | 0.104 |
Lo primero que impulsa la decisión de un corredor de lanzarse o no es la pregunta “¿Qué tan rápido soy?” La segunda es si el lanzador parece estar prestando atención. En este caso, el lanzamiento del lanzador es una señal de que es más probable que el corredor se aviente. La probabilidad general del lanzador de tirar a primera entra en la ecuación (apenas), pero de nuevo de una manera aparentemente contradictoria. Los corredores son más propensos a robar si están viendo a un lanzador que lanza mucho. Tal vez el mensaje es que los lanzadores que saben que no son buenos para retener a los corredores están lanzando más, para tratar de compensar. El tiempo de pop de los receptores hace que entren en la regresión (en la dirección esperada), pero parece ser algo que se piensa después en el proceso de toma de decisiones.
Pero veamos cuales son las variables asociadas con el éxito.
Factor (intento) | Nagelkerke R-cuadrática (modelo al paso) |
Velocidad del corredor | 0.023 |
El lanzador giró a primera o no | 0.045 |
Qué tan seguido el lanzador tiró a primera | 0.059 |
Tiempo de pop del receptor | 0.060 |
Vemos una historia muy diferente aquí. El lanzador que gira a primera disminuye las tasas de bases robadas (¡en buena medida!) y ese es (estadísticamente hablando) el factor más importante. La velocidad del corredor, obviamente, tiene mucho que ver con el éxito, pero por mucho que los corredores parezcan ignorar el tiempo del pop del catcher, juega un papel sustancial en la transacción, mucho más de lo que el corredor aparentemente le da crédito al decidir si vale la pena correr.
Una vez más, vemos que al lanzar a primera, un lanzador realmente puede marcar la diferencia, no al atrapar al corredor, sino tal vez al hacer que el corredor se pare un poco más cerca de la base o sea un poco más indeciso al tomar el primer paso. La diferencia permanece, incluso si estás tratando con uno de esos lanzadores que controla mucho a los corredores.
Volví a analizar las regresiones anteriores pero en lugar de usar el tiempo total de pop, inserté el tiempo medio de transferencia y la fuerza media de los brazos de cada receptor. De nuevo, la fuerza del brazo de un receptor apenas alcanzó la regresión, y el tiempo de transferencia no entró en absoluto. Lo que es interesante es que tanto la fuerza del brazo (3º en la regresión) como el tiempo de transferencia (4º) contribuyeron en gran medida a estar a salvo o fuera, desde una perspectiva R-cuadrática. Parece que cuando los corredores (o equipos) están tomando decisiones de robos de bases, apenas piensan en el receptor. Como un criminal, no están pensando en ser atrapados. Deberían hacerlo.
En este momento, vale la pena señalar el extraño lugar en el que estamos. Normalmente, en el discurso sobre un robo frustrado, damos crédito o culpamos al receptor. Los narradores y comentaristas mencionarán que un receptor atrapó a un porcentaje de posibles ladrones, pero nunca oímos de un porcentaje similar para los lanzadores. La evidencia que tenemos aquí—que no es nueva para los que siguen la investigación de Sabermetric—es que el lanzador es mucho más importante para la ecuación.
Al mismo tiempo, hay valor tanto en un brazo fuerte como en las buenas habilidades técnicas y el trabajo de piernas de un receptor. Si puedes encontrar una buena pared detrás del plato, también podrías incluirla en la plantilla. Los equipos buscarán a los receptores contrarios y sabrán quién tiene un buen brazo y quién no, y estoy seguro de que jurarían que piensan en eso cuando tomen decisiones en las bases. Lo que es raro es que el comportamiento de los equipos no muestra que realmente se preocupan por quién está detrás del plato. En un mundo racional, no debería haber un desajuste entre la forma en que los equipos evalúan una oportunidad y los factores que llevan al éxito en esa oportunidad. Pero vemos uno aquí. Es una pregunta abierta si la misma observación vale para los jardineros.
El hecho de que la variable “intento” en las bases robadas se alimente de la variable de velocidad, y no del brazo del receptor, sugiere un corredor que sopesa la cuestión de si puede o no hacerlo, no si todo el sistema de factores relacionados es propicio para el éxito. Tal vez tenemos aquí un caso de gente quienes sobrevaloran la cantidad de control que realmente tienen sobre su mundo.
En psicología, hay una idea llamada el error fundamental de atribución. Cuando una persona hace algo que termina bien, tiende a darse el crédito por ser tan brillante (“Logré un buen salto sobre el lanzamiento.”) Cuando una persona hace algo que termina mal, tiende a culpar a las circunstancias que la rodean (“El receptor hizo un buen salto.”) Me pregunto si eso es lo que pasa por la mente de un aspirante a ladrón que toma un respiro tras alcanzar la primera base.
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